En los últimos años hemos asistido a la creación y apertura de numerosos espacios para emprendedores y startups: incubadoras, aceleradoras, venture builders, espacios de coworking y centros de innovación. Solo en Madrid se han creado en el último año y medio aceleradoras especializadas en moda (iniciativa de Brandsdistribution), en movilidad (Hub de Movilidad Conectada), o en logística (CorreosLabs); han abierto sus puertas el espacio de innovación The Cube, especializado en internet de las cosas (IoT), y la comunidad GoMadrid, y la red de coworking Utopicus ha recibido una inyección de capital de Colonial para seguir abriendo centros. También ha crecido Impact Hub Madrid, con la apertura de un nuevo centro. Y EAE Business School ha abierto su incubadora, EAE Lab.

Este 2018 tampoco empieza mal. Hoy mismo se estrena business_lab, aceleradora de la start-up Citibox, centrada en proyectos de logística de última milla. Hace escasas semanas, ASICS lanzaba la suya: Tenkan-Ten, que comenzará su programa en septiembre en Barcelona. Poco antes se instalaba en Madrid la fábrica de startups Byld, una venture builder corporativa. Y también el gigante del coworking WeWork. En enero se presentó la plataforma de emprendimiento MIDE, de la mano de la Comunidad de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), IBM, Tetuán Valley y Unlimiteck, entre otras.

Parece que todo el mundo quiere apuntarse al carro del emprendimiento y la innovación (hasta el Vaticano tiene su incubadora). La cuestión es, ¿tiene sentido esta proliferación? ¿Aportan valor o son iniciativas de cara a la galería? “Hay muchos programas corporativos que algunos llaman aceleradoras y que a menudo son más bien herramientas de marketing sin una propuesta de valor clara para las startups.”, asegura Carmen Bermejo, vicepresidenta de la Asociación Española de Startups.

Bermejo comenta que, de hecho, muchas aceleradoras están cerrando, “en parte porque no hay suficientes mentores ni existe suficiente conocimiento en el ecosistema ni suficiente gente con esos conocimientos que tenga tiempo participar en todos esos programas”. Por otra parte –asegura- “no hay tantas startups, y todas compiten por atraer a las mejores”. Coincide en ello Pascual Parada, responsable de desarrollo de IEBS Business School y cofundador y director de su Venture Lab. En su opinión, el problema es que “hay demasiadas aceleradoras generalistas que hacen lo mismo, y todas ellas compiten por las mejores ideas y talento”. Lo sabe de primera mano porque trabajó como en una –Top Seeds Lab- como director de operaciones.

Aceleradoras especializadas

España despunta en aceleración

Según el informe anual de Gust, plataforma digital que conecta a startups e inversores, este era el panorama europeo de las aceleradoras en 2016:

– 193 programas de aceleración en total. 26 de ellos en España, el segundo país que más tiene (por detrás de Reino Unido).

– Más de 47 millones y medio de euros invertidos. 7,5 de ellos corresponden a España: el segundo país en inversión, por detrás de Reino Unido.

– 3.701 compañías aceleradas, 418 de ellas en España (tercera por detrás de Reino Unido y de Francia, respectivamente).

– La principal fuente de financiación fueron fondos privados (57,9%). Solo un 6,3% fueron financiadas solo con recursos públicos, y un 35.8% lo hicieron con un modelo mixto.

– La mitad de las aceleradoras no invierte y un 53% adquiere acciones de las compañías participadas.

Parada cree que es necesario especializarse, ya sea por tecnología o por sector. “No puede haber crecimiento económico hacia los inversores si no hay crecimiento de valor hacia los emprendedores, y el valor reside ahora mismo en la especialización”, afirma. Si tuviera que elegir, se quedaría con las tecnologías blockchain, inteligencia artificial e IoT. Por sectores, cita industria 4.0, ciudades inteligentes, turismo, fintech o retail.

La especialización es lo que marca precisamente algunas de las iniciativas más recientes, como la aceleradora TENKAN-TEN de ASICS, que ya está seleccionando startups en el ámbito del deporte y el bienestar. Su director, Emilio Risques, comenta a EL PAÍS RETINA que aportarán a cada una 30.000 euros en efectivo en forma de préstamo y otros servicios como acceso al espacio de coworking en sus oficinas. Como contrapartida, tendrán derecho a convertir el préstamo y los servicios en acciones con un descuento del 20%. Risques cree que su mayor aportación será el apoyo de la marca (redes de contactos, acceso a expertos internos y externos, canales de distribución, etc.).

Otra aceleradora especializada es CorreosLabs, que acaba de poner en marcha su segunda convocatoria de startups. Su principal objetivo es diversificar los servicios de Correos, tanto logísticos cómo digitales, según nos explica su director de Innovación, Jordi Escruela. La novedad este año es una categoría de emprendimiento social. “Ofrecemos un programa personalizado con una implicación real y la capacidad de hacer pruebas en entornos reales”, asegura Escruela. En total serán cinco las startups seleccionadas. Recibirán 30.000 euros, un año espacio de oficinas, mentorías y otros servicios, sin que eso suponga para Correos ningún derecho sobre el capital social o de propiedad intelectual o industrial de las compañías.

Sinergias en el ecosistema

Algunos de estos ingredientes son, en opinión de Parada, clave para que una aceleradora sea exitosa: “Mentores de gran trayectoria y experiencia, una metodología clara y potente, inversión inicial y posibilidad de asegurar segundas y terceras rondas, directivos comprometidos con sus participadas y creación de contactos y de sinergias con otros agentes del ecosistema”.

La veterana Wayra apunta que esas sinergias son precisamente una de las claves de su reinvención. “Wayra surgió cuando no existían las aceleradoras corporativas. La creamos para que un emprendedor que quisiera desarrollar su negocio no tuviera que irse a Estados Unidos o a Israel para conseguir dinero. Ahora, siete años después, el panorama es muy diferente”, asegura su director en España, Andrés Saborido. Su enfoque ya no es tanto la financiación, si bien invierten más dinero (aunque lo hacen en menos compañías). Los tiros se dirigen sobre todo a ayudar a las startups a desarrollar su negocio, integrando sus productos en el portafolio de Telefónica. “Esta consigue añadir productos innovadores a su oferta y la start-up consigue escalar”, resume Saborido.

Como novedad, el director de Wayra España destaca que también trabajan con socios para tener una propuesta de valor más potente en determinados sectores en los que Telefónica no es especialista. Por ejemplo, en turismo, donde se han asociado con Iberostar para buscar compañías en este ámbito pero con un componente tecnológico.

Combinación ganadora

Entre aceleradoras, incubadoras, espacios de innovación, venture builders… ¿qué tiene más sentido ahora mismo? Parada se decanta en primer lugar por las fábricas de startups (por algo ha creado una en IEBS). “Los emprendedores de éxito conocen bien el mercado y las necesidades y, por ello, tienen grandes ideas que un buen equipo de personas puede poner en marcha”, señala. También apuesta por los mercados de innovación, “porque el que no entiende de innovación, no entiende de negocios”.

Ambas cosas forman parte de la oferta de GoMadrid, que es aceleradora, venture builder y hub de innovación a la vez. Tras haber emprendido con éxito en Londres, sus fundadores -Eduardo Martínez, Arancha Riestra y José Nistal- decidieron establecerse en Madrid para este nuevo proyecto hace seis meses. Entre otras cosas -dicen- porque hay mucho talento y hace falta desarrollar el ecosistema. 19 compañías están ya establecidas en su sede en la Gran Vía madrileña, y otras ocho podrían sumarse pronto. “No damos abasto”, asegura Martínez.

Como aceleradora, GoMadrid busca agilizar el acceso al mercado e internacionalización de empresas dirigidas a otras empresas (B2B) que ya han demostrado cierta tracción. Como venture builder, trabajan con corporaciones para buscar startups con soluciones adecuadas a sus necesidades que puedan dar pie a una nueva compañía ad hoc. Y como espacio de innovación, amplían las capacidades de departamentos de innovación corporativos (por ejemplo, el de Acciona), generando ideas y monitorizando lo que está pasando en su sector. También organizan eventos para conectar al ecosistema y tratar de atraer a más mujeres al sector.

Bermejo cree que a veces estas combinaciones hacen perder el foco en lo que es –a su juicio- lo importante: las startups. “Cuando el objetivo principal es colaborar con corporaciones para venderles innovación, las startups dejan de ser la prioridad y se convierten en un producto, y eso es un problema”, señala. En su opinión, en España hacen falta aceleradoras “de más nivel, como Techstars”. Y también “más iniciativas que apoyen a los emprendedores en fase semilla y creen comunidad –como Tetuan Valley o Seedrocket– asumiendo que esta no es rentable sino una inversión en el ecosistema”. Bermejo no ve mal que se experimente con nuevos modelos, siempre que no se haga perder el tiempo a las startups.

Fuente: El País