Cuando los caballos salvajes del valle de O Rosal, en Pontevedra, se acercan a los viñedos en busca del azúcar de la uva, los viticultores saben que ya está lista para recoger. “Son un refractómetro natural”, bromea Emilio Rodríguez, director técnico enológico de Bodegas Terras Gauda. Desde hace más de tres años, sin embargo, cuentan con un sistema mucho más avanzado gracias al proyecto europeo de viticultura de precisión FOODIE. El proyecto incluye un software diseñado para la bodega que analiza e interpreta en tiempo real la información obtenida por sensores localizados en el viñedo, los datos que aportan los satélites europeos y el registro de actividades actuales y de años previos sobre el terreno.

El 19 de mayo, por ejemplo, se aplicó un riego de nitrógeno y boro en una de las 41 parcelas que Terras Gauda cultiva en el valle. Según las notificaciones del satélite, ese día el terreno se encontraba a punto de la floración, pero registraba escaso vigor en las cepas. Rodríguez entra en la aplicación y comprueba la valoración de la floración registrada 20 de mayo: perfecta y sin problemas. “Seguramente si no hubiéramos decidido ese aporte, se hubiera producido una incorrecta floración con la consiguiente merma de la cosecha y la calidad del fruto”, asegura.

Bodegas Terras Gauda cuenta con 160 hectáreas de viñedo y tiene bodegas en Galicia, La Rioja, Ribera del Duero y El Bierzo. Antes de FOODIE, tenían que recorrer toda la extensión del viñedo en busca de algún problema. Ahora, han reducido en un 20% el número de aplicaciones fitosanitarias, un 15% el empleo de abono y han descendido las emisiones de CO2 a la atmósfera por el menor consumo de combustible de vehículos. “Nos da los datos que necesitamos para tener inmediatez a la hora de tomar decisiones y reducir el uso de tratamientos, con lo cual estamos empleando una viticultura mucho más respetuosa”, explica el enólogo.

El Sentinel-2 es un satélite en abierto de la Agencia Espacial Europea que proporciona alertas tempranas de metereología, maduración, incidencias en la vid, humedad, vigor… y todo gratis. “Cualquiera lo puede usar”, sostiene Rodríguez, “y había un interés por parte de la Unión Europea para que usáramos estos medios que teníamos a nuestra disposición”. De hecho, la bodega gallega forma parte de uno de los tres proyectos piloto para ensayar esta tecnología. Los otros están centrados en plantaciones de patata en la República Checa y en un plan logístico para compartir maquinaria en una cooperativa alemana.

Desde su fundación en 1989 por el presidente de la bodega, José María Fonseca, Terras Gauda ha sido pionera en diferentes proyectos de investigación. “Yo creo que somos la única bodega de España que tiene tres patentes”, afirma Fonseca. En 2020 no iban a ser menos y ya tienen dos proyectos entre manos. Por un lado, en enero presentarán HORIZON 2020, un plan en el que participan Francia, Italia, Portugal, Grecia y España para proponer mejoras en las técnicas de cultivo y en los procesos de protección del viñedo usando productos más naturales. Por el otro, se han centrado en la recuperación de su microbiota, es decir, en restaurar la biodiversidad del suelo para conseguir que la vid tenga una mayor resistencia natural a las enfermedades.

Antón Fonseca, hijo de José María y vicepresidente de la compañía, considera que esa constante intención de mejorar es la clave del crecimiento de la empresa. “Parte del éxito es que treinta años después hemos sabido mantener ese afán investigador y ser fieles con el entorno en el que estamos”, reconoce. La bodega, que tuvo una producción inicial de 37.000 botellas, comercializa más de 1,5 millones en la actualidad. El 22% lo destinan a exportaciones, con Reino Unido, Estados Unidos, Noruega y China como mercados más representativos, y en 2018 registraron su récord de ventas.

Pero este año “fue difícil” para la vendimia en Rías Baixas, confiesa el director técnico, Emilio Rodríguez. La falta de lluvias ha motivado que desciendan el peso y tamaño de las uvas, por lo que los 32 millones de kilos cosechados supusieron un 17% menos respecto al año anterior. En Terras Gauda están satisfechos con la cosecha, ya que consideran que aunque “se puede perfeccionar muchísimo”, gracias a su proyecto de viticultura de precisión, han sacado todo el partido que podían a sus viñedos. “En el mundo del vino no nos podemos estar quietos”, concluye Fonseca padre, “tenemos que aprender. Y el que se crea que sabe algo está perdido”.

Las tres patentes

  • Levadura ecotípica. En 2008 registró su primera patente tras cuatro años de estudios microbiológicos. Supuso la primera levadura ecotípica de Albariño aislada y seleccionada de su viñedo.
  • Manoproteínas. La segunda, registrada en 2010, era relativa a las manoproteínas. El procedimiento denominado crianza biológica anaerobia, permite la elaboración de vinos blancos Albariño con un carácter sensorial distintivo.
  • Caíño blanco. En 2012 obtuvo la su tercera en un proyecto internacional con el CSIC aislando un microorganismo propio de Caíño Blanco, que ha sido certificado genéticamente mediante test de ADN y garantiza la elaboración de vinos únicos.

Fuente: Cinco Días