Un hombre de diferentes pasiones», así se define Paul Bragiel cuando sintetiza su periplo vital. Pero es difícil resumir en pocas palabras lo que este monstruo de tres cabezas ha hecho a lo largo de su vida. Comenzó emprendiendo con Paragon Five, una compañía de desarrollo de videojuegos, con el objetivo de cumplir uno de sus sueños: ser quien los diseña. Aprendió de forma autodidacta a programar y también diseño gráfico web. A los 21 años vendió su primer prototipo a Capcom, compañía japonesa líder en la fabricación y distribución de videojuegos. «Hice más dinero en un año de lo que ganaban mis padres en cinco», cuenta. Ahora tiene un equipo con empleados en Estados Unidos, Holanda, Polonia, e incluso en Ucrania.

Después de su aventura con los videojuegos fundó Meetro y Lefora, que le catapultaron al éxito y dieron pie al primer gran cambio en su vida: convertirse en inversor en 2010 al fundar i/o Ventures, una aceleradora con base en San Francisco (Estados Unidos). Montó un equipo con sus amigos y su hermano: algunos de ellos habían trabajado en Bittorrent, MySpace y Youtube. Y la cosa fue creciendo. Fue inversor en Uber y en Zappos y desde entonces ha creado ecosistemas de startups en África, el sudeste asiático y el norte y este de Europa. Hoy tiene puesta la mirada en España y los países hispanohablantes, al acecho del último mercado que le queda por conquistar.

¿Qué piensa que tenemos en España que pueda ser interesante para los inversores?

He visto muchas startups que me han llamado la atención. La industria del gaming es atractiva y eso es muy buena señal: si esa industria funciona bien en un país es muy posible que haya grandes startups también en otros ámbitos. En las empresas emergentes de videojuegos están los mejores ingenieros y suelen dejar el mundo del gaming con unos 35 años para empezar en otros proyectos.

También he visto muchas que mezclan deportes y tecnología. Aquí tenéis los mejores equipos de fútbol del mundo y también necesitan avanzar tecnológicamente. Creo que se pueden crear muchas cosas relacionadas con el deporte desde el sector sanitario o analítico y es en ese espacio donde estoy buscando oportunidades.

Paul Bragiel, entrenando para los Juegios de Sochi

¿En qué sectores tiene puesto el foco?

Cada región del mundo se centra en una industria diferente, pero yo tengo más bien objetivos globales. En Silicon Valley me gusta hacer realidad virtual o aumentada, inteligencia artificial o government technology, proyectos que implementan la tecnología en el ámbito gubernamental. En Asia están más enfocados en las fintech, logística y comercio online. África es totalmente diferente, están apostando por la energía y la educación. Y en España, como te decía, me fijo en la tecnología aplicada al deporte.

Sucede que la mayoría de los inversores españoles no han sido antes emprendedores, son especialistas en finanzas

¿Qué diferencias ve entre los inversores españoles y los americanos?

Creo que los inversores españoles no son lo suficientemente ambiciosos. Quizás porque solo se centran en España, porque quieren que su dinero ayude a crecer a empresas de su país. También sucede que la mayoría de los inversores españoles no han sido antes emprendedores, son especialistas en finanzas. ¿Cómo puedes decir que una compañía es buena si nunca has estado al frente de una? Aunque hay excepciones, claro. Pero la mayoría son del mundo de las finanzas. Y el venture capital no son finanzas. Tienes que saber reconocer a un buen emprendedor y eso te lo da la experiencia en ese mundo. Por suerte también conozco a varios emprendedores en España que, después de vender sus empresas, se hicieron inversores. Creo que ese es el proceso, porque pasó igual en Silicon Valley hace 15 o 20 años.

¿Cómo cree que pueden las grandes empresas empoderar su talento?

Las grandes corporaciones deberían animar a los trabajadores a arriesgarse, especialmente a la gente joven. No hay que decirles que hagan lo mismo que los demás: hay que dejarles experimentar, y correr riesgos mayores. No todo el mundo ha nacido para ser emprendedor, pero las actitudes necesarias se pueden potenciar y las grandes empresas deberían hacerlo más a menudo. Ese cambio de mentalidad puede ayudar a las compañías a avanzar y alcanzar un grado más en la innovación, además de dar pie a crear proyectos mejores y más disruptivos.

Hace unos años estuvo a las puertas de participar en la competición de esquí de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. ¿Qué ha aprendido del deporte que haya podido practicar en su carrera para tener éxito en sus negocios?

He aprendido muchísimo. Lo primero es que, aunque siempre he pensado que la gente es increíble, ahora sé que los seres humanos son tremendamente flexibles y espectacularmente fuertes tanto física como mentalmente. Y en segundo lugar, las personas pueden ejercer un papel de apoyo fundamental. Si tienes grandes sueños, grandes metas y grandes aspiraciones, la gente te va a ayudar a conseguirlas. A mí me han apoyado muchísimo y me han empujado a conseguirlo. Y esto no solo ocurre en el deporte, ocurre en todos los ámbitos.

Cualquier idea grande y loca que tengas —con algo de lógica detrás— va a hacer que la gente se una y la apoye. Todo el mundo quiere formar parte de las grandes historias. Lo mismo pasa con las startups, ¿por qué la gente se lanza a ello, sin dinero, con todos los riesgos que conlleva? Es porque detrás hay grandes sueños y quieren hacer algo diferente con sus vidas en lugar de estar perdiendo el tiempo en trabajos que no les definen.

Fuente: El País