Lorena Domínguez, de 13 años, tiene el síndrome de Phelan-McDermid, una enfermedad poco frecuente que afecta a un trozo del cromosoma 22q13, provocando un error en la comunicación neuronal que daña el desarrollo cognitivo y motor.

Incluso, en el 80% de los casos se manifiesta a la vez el trastorno del espectro autista (TEA), una condición neurológica que afecta al habla, la atención o al comportamiento (suelen ser repetitivos), precisa su madre, Norma Alhambra. “Lorena tiene un sensibilidad especial, una alegría contagiosa, pero lo único que no le gusta son los abrazos”, cuenta Norma, que obtuvo el diagnóstico cuando su hija cumplió los tres años.

MÁS INFORMACIÓN

El 28 de febrero pasado se celebró el Día Mundial de las Enfermedades Raras, y la historia de Lorena forma parte de la campaña Construyamos hoy para el mañana, lanzada por la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder), para visibilizar “uno de los problemas más urgentes” que afronta este colectivo, en su mayoría (80%) niños: su detección tardía.

“Casi el 50% de las personas con estas dolencias ha sufrido un retraso en el diagnóstico, siendo en el 20% de los casos superior a 10 años y en un porcentaje similar, entre los 4 y 9 años”, cifran en Feder, que cuenta con 95.000 socios y representa a más de 1.000 patologías.

Hay otra dificultad. El 47% de los pacientes no tiene tratamiento o es inadecuado, según la federación. Y es que, para más inri, solo el 5% de los enfermos cuenta con una terapia específica, recoge la Organización Europea de Enfermedades Raras (Eurordis, por sus siglas en inglés).

Cifras

En España, tres millones de personas padecen estas dolencias, cuyo origen es genético en el 80% de los casos; unos 350 millones en el mundo (entre el 6% y el 8% de la población global).

Y pese a que se desconoce con certeza cuáles son las más comunes –por la diversidad de síntomas y desórdenes que varían de una enfermedad a otra o en una misma, al presentar manifestaciones clínicas diferentes en un paciente u otro, explican desde Feder–, se calcula que existen entre 5.000 y 7.000. Estas deterioran las capacidades físicas, las habilidades mentales, sensoriales y de comportamiento del individuo.

De ahí que la investigación sea la única esperanza para los enfermos que aún no disponen de alternativas terapéuticas, coinciden los pacientes, profesionales sanitarios y la industria. Pero aparecen otras barreras.

Solución

“El desarrollo de medicamentos huérfanos [como se les denomina] es un camino lleno de obstáculos por su escasa incidencia y el enorme coste que supone un desarrollo de estas características. Resulta frustrante, cuando una vez fabricado y autorizado, el fármaco no llega a las familias por la complejidad de nuestro sistema nacional de salud, distribuido en 17 comunidades autónomas, donde unas consideran su aprobación y otras no”, critica Cristina Sacristán, coordinadora del grupo de trabajo de enfermedades raras de la Asociación de Medicina de la Industria Farmacéutica (Amife).

Es frustrante que un fármaco no llegue a las familias por la complejidad de nuestro sistema de salud; en unas autonomías se aprueba y en otras no

Cristina sacristán (Amife)

Otro factor limitante es la falta de centros de referencia, apunta Sacristán. “Cada paciente es tratado en un hospital, cuando lo ideal sería, como ocurre en otros países, agruparlos por patología con profesionales expertos en cada una de ellas; la especialización sería mucho mayor”, sostiene.

Además, considera necesario investigar más y mejor, agilizar los procesos de autorización y comercialización de medicamentos y fomentar la colaboración multidisciplinar. “Hoy día la información está muy dispersa y poco unificada. Por ejemplo, los registros de este tipo de enfermedades: se realizan muchos, son distintos y no se comparten los resultados”, lamenta.

Avances

Con todo, desde la patronal Farmaindustria destacan el esfuerzo global en I+D que están haciendo las empresas del sector. “El 40% de los 35 medicamentos aprobados en 2017 en Europa y EE UU con un nuevo principio activo está indicado para el abordaje de patologías minoritarias”, según un comunicado publicado el día de la conmemoración de dicha enfermedad. Es decir, 14 recibieron opinión positiva de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés).

Estas nuevas moléculas son para tratar la queratitis neurotrófica (enfermedad degenerativa de la córnea), el neuroblastoma (cáncer en el tejido nervioso) o el síndrome carcinoide (tumor), entre otras. Mientras que en EE UU, de un total de 18 autorizadas, resalta una para tratar la enfermedad de Batten (trastorno que afecta al sistema nervioso) y otro para prevenir o disminuir los episodios hemorrágicos en pacientes con un tipo concreto de hemofilia A.

En España, por ejemplo, la biotecnológica Shire Pharmaceutical, centrada en estas terapias, informa de que en los próximos dos años lanzará nuevos tratamientos para la hemofilia A, la enfermedad de Von Willebrand (desorden en la coagulación de la sangre con hemorragias, en ocasiones, graves), el angioedema hereditario (edemas en la piel, mucosa y órganos internos), citomegalovirus resistente a antivirales, hipoparatiroidismo, carcinoma metastásico de páncreas, trastorno del déficit de atención e hiperactividad del paciente adulto y el síndrome de ojo seco, etc.

Cifras

millones de personas padecen en España enfermedades poco frecuentes. El 80% de ellas son niños.

5.000-7.000 patologías raras distintas calculan los expertos que existen en la actualidad.

95% de los pacientes con dolencias minoritarias no tiene una solución terapéutica.

“En algunos casos serán los primeros medicamentos disponibles, como en el de Von Willebran, sin tratamiento específico a la fecha, y en otros, una alternativa relevante para los enfermos. La probabilidad de comercialización de todos estos fármacos en España es muy elevada”, avanza Víctor Navas Serrano, director médico de la compañía, que cuenta con 40 programas de desarrollo clínico en diferentes fases.

Y, aunque afirma que el desarrollo de nuevas terapias alternativas mejora de forma exponencial, Navas Serrano reconoce que el desafío está en encontrar una solución terapéutica para el 95% restante. “La tecnología biomédica permitirá poner al alcance de nuestras manos muchas moléculas en los próximos 10 o 20 años”, confía, tras añadir que otro de los retos es hacer sostenible el sistema sanitario en términos presupuestarios.

En tanto, la biotecnológica Amicus, también dedicada a este ámbito, se enfoca en tratamientos para enfermedades hereditarias de depósito lisosomal y genéticas, como la de Fabry (deficiencia de la enzima alfa-galactosidasa que provoca dolor, insuficiencia renal, cardiopatía y accidente cerebrovascular), para la cual ha desarrollado el fármaco Galafold (migalastat), comercializado recientemente en el mercado español.

“Se trata del único tratamiento oral y la única terapia personalizada según el perfil genético del paciente. Es una innovación importante, porque no ha habido novedades en los últimos 15 años”, comenta Fermín Rivas, director general de la compañía para España y Portugal.

O la de Pompe (deficiencia de alfa-glucosidasa que genera debilidad muscular e insuficiencia respiratoria), cuya molécula de combinación de dosis fija ATB200/AT2221 todavía está en fase de desarrollo.

Lorena y Luis jugando, los protagonistas de la campaña de Feder. Lorena y Luis jugando, los protagonistas de la campaña de Feder.

En Cataluña, la Aceleradora de Enfermedades Raras (Ammic), liderada por el Instituto Universitario de Ciencia y Tecnología con el apoyo del Hospital Vall d’Hebron y la farmacéutica Esteve, entre otros, ha iniciado estudios para tratar el rabdomiosarcoma pediátrico (tumor en los tejidos blandos), el síndrome de sanfilippo A (deterioro neurológico y motor en niños), la adrenoleucodistrofia (neurodegenerativa) y la distrofia miotónica de tipo 1 (afecta al aparato muscular, cardiovascular, digestivo y glándulas sexuales…).

Y en cuanto a los retrasos en el diagnóstico, el Consorcio Internacional de Investigación en Enfermedades Raras, una plataforma creada en 2011, se ha propuesto para 2017-2027 acortar el tiempo a un año desde que los enfermos acuden al médico, así como aprobar 1.000 nuevos tratamientos, que se sumarían a los 200 anteriores fijados a 2020 “y que prácticamente están alcanzados”.

Lorena, una década después de conocer su dolencia, “ha mejorado gracias al abordaje terapéutico y farmacológico (Increlex) que, aunque no está indicado para su enfermedad, está dando frutos”, señala la madre.

Otros datos relevantes

La investigación, esperanza de los pacientes con enfermedades raras

Características. Una enfermedad se considera poco frecuente cuando afecta a menos de 5 de cada 10.000 habitantes. Son crónicas y degenerativas y, por lo general, comienzan en edades tempranas, detalla la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder).

I+D. Feder denuncia que se destinan pocos recursos a la I+D, cuando es clave y “debería verse como una inversión”. Además, piden acceso rápido y equitativo al diagnóstico, homologar criterios en las distintas autonomías. “Son las asociaciones las que promueven los registros, ensayos clínicos o la búsqueda de financiación”. De hecho, a través de su fundación, ofrecen ayudas a la investigación, y en sus últimas tres ediciones han impulsado siete proyectos por un valor de 58.000 euros.

Largo proceso. El desarrollo de un medicamento huérfano –como se le denomina para estas patologías– puede tardar 15 años. Y suelen transcurrir otros 19 meses entre su aprobación por la Agencia Europea del Medicamento y su comercialización. El reclutamiento de pacientes para los ensayos clínicos es también difícil, porque el proceso es largo y son niños en su mayoría. Y gran parte de las compañías que invierten en este negocio son startups con base en EE UU. Hay 1.943 fármacos designados como huérfanos, pero no todos son aprobados; 560 están en desarrollo y más de 140 estaban ya en el mercado en 2017 (solo 49 en España, según Josep Maria Espinalt, vicepresidente de la Asociación Española de Laboratorios de Medicamentos Huérfanos y Ultrahuérfanos (AELMHU). Por eso, los expertos sugieren el pago por resultado: si el fármaco funciona.

Fuente: Cinco Días