Para ser una empresa basada en hacer amistades, Facebook está haciendo una cantidad asombrosa de enemigos. Las revelaciones sobre el uso inapropiado de unos 50 millones de sus perfiles de usuario se suman a una creciente lista de protestas sobre las prácticas de la red social. Ha llegado a tal punto que el fundador, Mark Zuckerberg, tendrá que demostrar de alguna manera que no se le está yendo de las manos.

A sus 33 años, lleva encontrándose escépticos a cada paso desde que creó Facebook en su cuarto de Harvard. La hibris o arrogancia acumulada es fácil de ver ahora. Zuckerberg parece ajeno a –o incapaz de asumir– las responsabilidades que conlleva una empresa de extraordinaria influencia política, cultural y social.

Eso se hace evidente incluso en la débil respuesta de la compañía al último embrollo. The New York Times y The Observer han contado cómo la consultora política Cambridge Analytica explotó información de los usuarios de Facebook. Peor aún, dicen que esta lo sabía y no alertó a sus miembros. Las primeras líneas de defensa fueron argumentar que lo que ocurrió no fue técnicamente una “filtración de datos” y suspender tardíamente la cuenta de la empresa.

Las respuestas desde el exterior fueron notable y merecidamente más severas. Los legisladores de EE UU piden que se investiguen las filtraciones. La senadora demócrata Amy Klobuchar exige que Zuckerberg comparezca ante la Comisión Judicial del Senado. Un diputado conservador británico pide que testifique en una investigación parlamentaria sobre las injerencias rusas en el referéndum del brexit. Zuckerberg lleva más de un año eludiendo esas peticiones.

Facebook ha fallado miserablemente en la comprensión de la magnitud de sus problemas. Zuckerberg tardó casi un año en disculparse por su alegre comentario de 2016 de que las noticias falsas publicadas en su web no influyeron en las elecciones de EE UU. Mientras, aumenta la preocupación sobre su fuerza publicitaria online, el manejo de la privacidad y los impuestos que paga en Europa. Hace diez años, Zuckerberg contrató a Sheryl Sandberg para ayudar a convertir su startup en una corporación seria. Puede ser hora de aumentar la supervisión de los adultos.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.

Fuente: Cinco Días