La industria automotriz ha dejado al descubierto un punto ciego en Nafta. Los negociadores canadienses, enzarzados en tensas conversaciones sobre el futuro del pacto comercial, han señalado que no refleja el valor de los equipos de alta tecnología de los coches, como el software. Hace falta cambiar las reglas.
Conforme a las normas del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte, al menos el 62,5% del contenido de los automóviles debe originarse en América del Norte para estar exentos de aranceles. Los de EE UU pretenden elevar el umbral al 85%, y que el 50% provenga de EEUU en particular.
Estos números son inútiles en más de un sentido. Las reglas sobre dónde provienen los productos tienden a centrarse en los bienes físicos, pero menos en el I+D, aspecto que si se tuviera más en cuenta volvería estadounidenses muchos vehículos por arte de magia.
La propuesta resalta una deficiencia real de Nafta. Las reglas actuales están sesgadas sutilmente hacia lo tangible. Pero el valor de los automóviles radica cada vez más en su tecnología y software. Conforme a las reglas actuales, una característica de seguridad innovadora podría provenir de una empresa con sede en Detroit, pero eso podría contar muy poco si el automóvil se produjera físicamente en México.
También subraya las deficiencias de las estadísticas comerciales tradicionales. Por ejemplo, las cifras brutas citadas a menudo exageran el déficit de Estados Unidos. Algunas fuentes, como la base de datos del valor añadido del comercio producida por la OCDE, captan mejor, aunque de forma imperfecta, el valor real del comercio. Vistos desde ese punto de vista, los déficits de EE UU con los países del TLCAN (Nafta) son un 40% más pequeños.
En el proceso de rehacer el TLCAN, todos los involucrados quieren hablar de su libro. Las propuestas de la industria pueden, por tanto, tener una pizca de prestidigitación estadística. Mientras, la Administración de EE UU aspira a apuntalar los empleos de fabricación física en el país. Esa es la realidad de las negociaciones comerciales, pero sería una pena que en su deseo de ganar puntos, los negociadores del TLCAN ignoraran la nueva realidad del comercio.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.
Fuente: Cinco Días