Un error de gobernanza es más fácil de manejar cuando el negocio subyacente va bien. Es lo que ocurre con Santander, que el año pasado obtuvo una respetable rentabilidad del 11,7% sobre los fondos propios tangibles. La presidenta, Ana Botín, podría aumentarla al 14% con el tiempo, si consigue evitar más pasos en falso, como la extraña decisión de contratar y deponer a Andrea Orcel.

Este solo recibió una mención indirecta en los resultados del ejercicio de Santander anunciados ayer, cuando el banco comunicó el nombramiento de un miembro del consejo de administración que quedó “sin efecto”. No hubo ninguna explicación de las circunstancias que llevaron a su salida antes de que se estrenara como consejero delegado, o del litigio que podría afrentar Santander sobre sus aproximadamente 50 millones de francos suizos (44 millones de euros) en concepto de compensación diferida en UBS.

Aún así, los inversores tuvieron una doble dosis de buenas noticias: el rendimiento anual del 11,7% sobre el capital tangible superó el objetivo del 11,5% de Botín, y sobre una base de capital superior a la esperada. El ratio de capital común Tier 1 de Santander se sitúa en el 11,3% al cierre del ejercicio, 30 puntos básicos por encima del umbral del prestamista.

Brasil continuó en términos generales su resurgimiento en el cuarto trimestre. Guste o no su política de derechas, el nuevo presidente Jair Bolsonaro parece haber reavivado, al menos temporalmente, los instintos animales del país lusófono: un crecimiento de los ingresos del 12% sustentó un aumento del 22% en los beneficios en divisas constantes del mayor mercado de Santander. España también causó una buena impresión: La adquisición por parte de Botín de Banco Popular supuso un salto de una quinta parte de los beneficios subyacentes.

Reino Unido, que una vez fue uno de los negocios estrella de Santander, tiene una historia más triste. Por cuarto trimestre consecutivo, la división registró una caída interanual del beneficio neto. Con un rendimiento sobre el capital del 9% anual, en comparación con los rendimientos de dos dígitos de España, Brasil y México, Reino Unido puede sufrir ahora un declive a largo plazo, ya que el grupo está asignando capital a zonas geográficas más lucrativas.

Aunque Santander probablemente cubra ahora su coste de capital, seguramente alrededor del 10%, Botín tiene como objetivo un rendimiento del 13% al 15% sobre el capital tangible. Los inversores no le dan mucho crédito por ello: las acciones del banco cotizan justo por encima del valor contable, un precio que no refleja completamente ni siquiera el rendimiento actual.

Y sin embargo, los buenos resultados hacen que el misterio de por qué Santander contrató a un banquero de inversión como Orcel, y luego renunció a él, sea aún más desconcertante. Los nuevos y más ambiciosos objetivos de Botín podrían mitigar la torpeza del caso Orcel, pero dejan poco margen para más pifias.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días