El empeoramiento de la confianza de los inversores causado por el atracón fiscal previsto por el Gobierno italiano y su postura desafiante frente a la UE está perjudicando a los bancos del país. Los más débiles, como el mediano Carige, necesitan capital, pero puede costarles obtenerlo. La quiebra o el rescate de un banco serían tóxicos para el Ejecutivo.

Carige, el décimo mayor banco del país por activos, ya tenía problemas mucho antes de que Fitch advirtiera ayer de que puede caer. Un plan de reestructuración lanzado en 2017 se estancó debido a las disputas entre accionistas. Los inversores que apoquinaron más de 500 millones en nuevos fondos propios en diciembre han visto desa­parecer la mitad. Ahora necesita unos 200 millones para cubrir sus necesidades de capital, y probablemente otros 300 millones para cubrir las pérdidas derivadas de la cancelación de deuda incobrable.

Una situación ya de por sí mala se ha visto agravada por las políticas del Gobierno. Con el aumento del rendimiento de la deuda pública, emitir bonos híbridos, como ha prometido hacer Carige, provocaría un tipo muy por encima del 10%, dicen los banqueros, lo cual perjudicaría los ya débiles márgenes de la entidad. También es poco probable que otro banco tome el control, puesto que la competencia no está mucho mejor.

Carige, señala Fitch, también es vulnerable en cuanto liquidez, dada su dependencia de los depósitos. Eso, o el hecho de no cubrir la falta de capital, podría ponerlo en riesgo de resolución. Otra crisis sería un escenario difícil para el Ejecutivo, que a criticado a los banqueros y ha atacado al Gobierno anterior por su gestión de los rescates, como el de Monte dei Paschi.

Dejar que Carige caiga, como exigen las normas europeas de rescate, protegería a los contribuyentes, pero podría afectar a los acreedores minoristas de Génova, la cuna del 5 Estrellas. Ofrecer apoyo estatal, o nacionalizar el banco, aumentaría el déficit y enfadaría a otros votantes. Podría ser la opción del Gobierno; pero desencadenaría un choque aún mayor con la UE.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días