La economía mundial y el comercio internacional ganan ímpetu, y eso es una buena noticia para América Latina. Ese auge que se vio el año pasado, anticipa Alejandro Werner desde el Fondo Monetario Internacional, continuará en 2018. La región, sin embargo, no está libre de riesgos. Las elecciones en muchos países crean incertidumbre y las políticas aislacionistas son una amenaza a la recuperación en curso.
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“Si hay un cierto cambio de políticas, los agentes económicos tienden a esperar a ver cuales serán las nueva prioridades”, anticipa el director del departamento del Hemisferio Occidental, refiriéndose a los casos de México y Brasil, “las decisiones importantes de los inversores se retrasan hasta saber cuáles son las reglas de juego para aprovecharlas mejor”. Eso, indica, suele hacer de lastre en los años poselectorales.
América Latina creció a un ritmo del 1,3% en 2017, una décima más de lo que proyectó en octubre. De ahí repuntará al 1,9% este año alcanzará el 2,6% en 2019. El rebote se explica en buena parte porque Brasil, Argentina y Ecuador superaron la recesión. La única economía que se contrajo el año pasado fue Venezuela y lo hará de nuevo en 2018. Si se excluyera, el resto del grupo crecería un 2,5%.
“El consumo y las exportaciones fueron los principales impulsores del crecimiento”, explica Werner, “es alentador constatar que la inversión ya no es un lastre”. Será, de hecho, un factor de importante para la aceleración durante los próximos dos años. También cita el aumento en el precio de las materias primas, que beneficia a los países exportados. Y la inflación da margen a la política monetaria.
Por países, como ya se anticipó el pasado lunes en la presentación de las nuevas proyecciones, Brasil crecerá un 1,9% este año y un 2,1% el próximo tras la grave recesión de 2015 y 2016. Werner advierte, sin embargo, que el desenlace de las elecciones previstas para este año es incierto y “podría obstaculizar el crecimiento económico”.
México crecerá un 2,3%, para tocar el 3% en 2019. “Se beneficiará del aumento del crecimiento en Estados Unidos”, explica. El desenlace de las negociaciones del acuerdo de libre cambio y las elecciones presidenciales de julio impiden que un rendimiento más sólido a corto plazo. Sobre la inflación, espera que disminuya “drásticamente” a medida que se desvanezca el efecto del gasolinazo.
El crecimiento de Argentina se moverá entre el 2,5% y el 2,8% durante los próximos dos años. Perú es el que se expande con más vigor, al proyectarse un crecimiento del 4% en el mismo periodo de referencia. Colombia y Chile lo harán un 3% en 2018 gracias a que se desvanecen los efectos negativos de la fuerte caída de los precios del petróleo y de los minerales industriales. Hay más confianza entre las empresas.
Venezuela es el punto negro y tiene un efecto desproporcionado en toda la región. Su economía se contraerá un 15%, tras hacerlo un 14% en 2017 y un 16,5% en 2016. Si lo que se toma como referencia es el año 2013, perdió un 50% del producto interior bruto. Los desequilibrios son enormes y la distorsión mayor. La inflación superó el 2.400% en 2017 y se proyecta ronde el 13.000% el año entrante.
Werner vuelve a subrayar que a medio plazo, la región se enfrenta al reto de elevar su crecimiento potencial, que califica de decepcionante. “Es necesario redoblar los esfuerzos por construir márgenes de protección e implementar políticas estructurales que eliminen cuellos de botella que traban el crecimiento”, concluye, al tiempo que pide que se preste atención a la creciente deuda pública.
Fuente: El País