El desempeño del mercado laboral en 2017 es una copia del de 2016 y 2015, y cuando la economía viaja hacia la mitad del ciclo alcista iniciado a finales de 2013, con dos millones de ocupados más, puede considerarse que la cantidad de empleo generado es notable. Otra cuestión es la calidad, en la que un complicado juego de variables la someten a una consideración muy subjetiva. Con el último dato del año pasado, la ocupación acumula de forma ininterrumpida 17 trimestres de avance desestacionalizado (y 19 de descenso del paro), y con el comportamiento más acelerado de la historia, pues nunca antes el empleo había avanzado más rápido que la actividad. Solo en 2017, por vez primera en el ciclo, la ocupación crece menos (2,6%) que el PIB (3,1%).
La explicación del crecimiento acelerado está en una reforma laboral que convirtió por vez primera a las relaciones industriales en un auténtico mercado, en el que el precio era determinante, y una flexión a la baja de los sueldos propició una aceleración de la ocupación; además, en los primeros años de la recuperación, las plantillas de las empresas estaban muy estresadas por los ajustes de la crisis. Y ahora, una vez lograda la velocidad de crucero de la economía, la elasticidad del empleo se acerca poco a poco a su estado natural. En los próximos años se suavizará más el avance del empleo, pero la tasa de paro (que cede dos puntos al año desde sus máximos y que está ya por debajo de su media histórica) bajará con fuerza por el estancamiento de los activos (es llamativa la salida del mercado por las cohortes de más edad en 2017). La cuestión es saber si el avance es sostenible sin un giro más intenso del modelo de crecimiento hacia las manufacturas con mercados más vastos.
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La calidad tiene más aristas que la cantidad. Contractualmente no se sostiene que hoy haya más precariedad (menos calidad) que antes de la crisis, a juzgar por la evolución del empleo fijo, sea a jornada completa o parcial. Remunerativamente, sí; en tal aspecto la calidad es cuestionable, pese a que la calificación de sueldos precarios no puede utilizarse de formas unilateral, como no es económicamente defendible una reconstrucción generalizada de las remuneraciones, porque la productividad tampoco es unilateral. Aquí sí, como en la calidad, el modelo al que va la economía es determinante.
Fuente: El País