Tras casi 40 años, BBVA sale totalmente de la que ha sido su histórica sede en Madrid en el paseo de la Castellana. A finales del mes de diciembre, los directivos que ocupaban las cinco plantas superiores de la torre de Castellana 81 salieron de sus despachos dejando libre la cima de una de las más emblemáticas ubicaciones de Azca.

La torre, inaugurada en 1981 como sede del desaparecido Banco Bilbao, fue ocupada sucesivamente por las entidades que surgieron de dos fusiones, primero como BBV y más tarde BBVA. Hasta que el banco vendió el inmueble a la inmobiliaria GMP con la intención de trasladar su cuartel general al nuevo complejo llamado La Vela en el barrio de Las Tablas, donde la mayoría de los empleados se trasladaron en 2015.

En Castellana 81, como actualmente se llama el inmueble, solo quedaron directivos en cinco plantas, además del cartel superior con el logo del banco, que todavía permanecerá durante un tiempo por un contrato con el propietario.

La inmobiliaria GMP es propiedad de la familia Montoro Alemán y en un 25% de GIC, el fondo soberano de Singapur. Esta compañía acometió un profundo proyecto de rehabilitación para poner al día el edificio, una obra de Francisco Javier Sáenz de Oiza, arquitecto que recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1993. La empresa ha invertido alrededor de 30 millones, según avanzó en 2015, en una reforma que ha durado más de un año y que estrenará en España el sello de calidad Well Building Standard, informa la empresa.

Castellana 81, de 107 metros de altura, dispone de 28 plantas, cada una de 1.338 metros cuadrados de superficie alquilable.

Ahora acomete el acondicionamiento de esas plantas dejadas por el banco con una previsión de que estén disponibles tras el verano, según adelanta la compañía. El proceso de comercialización de los espacios recae en las consultoras Savills Aguirre Newman y CBRE.

La emblemática torre, uno de los símbolos del centro financiero de Madrid, ha tenido que competir en la búsqueda de inquilinos con las cercanas Castellana 77 (totalmente rehabilitada por GMP) y por la también reformada Torre Europa, de Infinorsa.

“El timing de ocupación de la torre es muy favorable. Estamos aprovechando el alza del ciclo”, explica Xabier Barrondo, director general de GMP, sobre el incremento que comienza ahora a notarse en rentas (o precios de alquileres) pagadas por las empresas inquilinas.

El edificio recibirá en breve a su mayor inquilino de momento. La recién fusionada Savills Aguirre Newman ocupará cinco plantas, entre el segundo y séptimo nivel. Teka ocupa la planta 23 y Elecnor la 20. Además, la cadena de restauración Faborit abrirá un establecimiento en la planta de calle. La inmobiliaria mantiene también allí una planta como showroom para potenciales clientes y una exposición sobre la obra de Sáenz de Oiza.

Simultáneamente GMP comercializa Castellana 77, la antigua sede de Saint Gobain. Allí se instalará la primera oferta de coworking (o espacios compartidos de trabajo) en el tercio inferior de la torre, tal como avanzó este diario, alquilado por la firma estadounidense We Work.

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Fuente: Cinco Días