Los robots – bots – están en boca de todo el mundo. Fuente de inspiración de muchas historias de ciencia ficción, ya conviven entre nosotros con muchas y variadas formas -desde programas robotizados que emulan trabajos administrativos complejos, hasta asistentes que atienden y resuelven llamadas mientras aprenden-. Pronto conviviremos a diario con humanoides capaces de doblar ropa en casa, interpretar si un lineal tiene faltas de productos en el supermercado y ayudar a cocinar una paella en el restaurante. Los robots, bajo la tradicional tutela de Asimov – un robot no hará daño a un humano, obedecerá las ordenes de los humanos y deberá protegerse a sí mismo sin incumplir las leyes anteriores – se perciben ahora como los verdaderos disruptores del modelo productivo y laboral del momento.

Después de la revolución del PC con Microsoft como referente; la de internet con el omnipresente liderazgo de Google y la del móvil con Apple siempre a la cabeza de la innovación, ahora toca a los a los chatbots y asistentes virtuales. ¿Quién será el nuevo ganador? Siri, Google Home o Amazon Echo empiezan a vislumbrarse como la interfaz universal y de futuro del hombre con la tecnología a través de la voz y del lenguaje natural. Ellos son los exponentes más tangibles de la nueva revolución que representa la inteligencia artificial y el machine learning.

Después de la revolución del PC, la de internet y la del móvil , ahora toca a los a los chatbots y asistentes virtuales

Personalmente pienso que todo lo que se pueda digitalizar y automatizar se digitalizará y automatizará . Entonces , ¿qué quedará para los humanos? La respuesta es… ¡todo!. Lo más interesante, lo más creativo y emocional, las decisiones más complejas. En suma, todo lo que caracteriza verdaderamente a las personas. De esta nueva convivencia, se pueden vislumbrar varias consecuencias: La primera y más evidente, la perdida de importancia estratégica del coste de mano de obra en los procesos productivos, sobre todo en las industrias intensivas en mano de obra. Esto conllevará una retrolocalización de la industria en los países más desarrollados y avanzados tecnológicamente.

Un movimiento inverso al sucedido en las ultimas décadas con el auge de los países asiáticos y sus fábricas del mundo. La segunda se traducirá en un aumento brusco de la productividad, tanto en el mundo industrial como en los servicios administrativos de las empresas. Por poner solo un ejemplo, en Accenture hemos alcanzado – tanto en nuestros centros de servicios y outsourcing como en nuestros clientes – ahorros y reducciones de coste que oscilan entre un 15% y el 50% en función de la complejidad y tipología del proceso robotizado, además de una mejora significativa en la calidad y en la reducción de errores.

Las grandes corporaciones y líderes de las industrias ya han iniciado este camino. A nadie se le escapa que este proceso traerá como consecuencia una necesidad de transformación integral de la fuerza del trabajo de las empresas, disminuyendo las tareas “no humanas” y demandando más potencia en los perfiles más innovadores, creativos, comerciales y -sobre todo- técnico digitales. La velocidad con la que seamos capaces de formar a nuestras nuevas generaciones en todo lo digital y de “rotar” la actual fuerza laboral será la clave como país y sociedad. Un reto que aumentará la cantidad y calidad de los empleos en España, al ser el nuestro un país del primer mundo. De hecho, y según nuestros estudios, el 72% de los trabajadores españoles considera que la inteligencia artificial tendrá un impacto positivo en su entorno laboral, diez puntos por encima de la media mundial. Adicionalmente, el 71% de los directivos españoles consultados están pensando en acometer un plan de automatización de procesos en los próximos tres años, un nivel similar a la media mundial (74%).

Nadie sabe cuál es el límite de este proceso, pero está claro que se ha iniciado un camino sólido e imparable. Recientemente, incluso, una publicación económica se hacía esta pregunta: ¿Llegaremos a ver un CEO robot? Lo que sí sabemos es que la analítica y la inteligencia artificial pasarán a ser capacidades imprescindibles en el área de la alta dirección empresarial. Toca cuestionarse a Asimov y empezar a re-escribir nuevas leyes para amparar la convivencia robot/humano en sana armonía.

Raimon Miret, managing director de Fabricación, Consumo y Distribución de Accenture

Fuente: El País