Volkswagen apuesta por competir en dos frentes: el de los coches eléctricos y el de los motores tradicionales (diésel, gasolina). “Estamos construyendo nuevas estructuras, pero sin dañar las que ya tenemos”, ha explicado este martes el presidente del fabricante automovilístico alemán, Mathias Müller, en la presentación de los resultados de la empresa en 2017. Marca así una estrategia contraria de la que anunció su rival mundial, Toyota, que acaba de anunciar que renuncia a vender coches con motor diésel en Europa.
Para el primer frente, Müller ha anunciado que va a modificar 16 plantas de las 120 que tiene en todo el mundo para producir coches eléctricos (hasta 2025 prevé lanzar 80 modelos entre híbridos y solo eléctricos). Para ello, y para desarrollar este frente la empresa invertirá 6.600 millones este año y 34.000 millones hasta 2022. Ocho años más tarde la compañía quiere tener electrificado toda su oferta.
¿Alguna de ellas en España? «Estaremos donde esté la demanda. Si la demanda cambia, nos lo plantearemos». Es decir, por el momento las plantas españolas del grupo (la de Volkswagen en Navarra y la de Seat en Martorell) no están entre las que recibirán esa inversión.
En el otro frente, Mathias Müller, ha comentado que seguirá la inversión en los vehículos y motores convencionales. En este sentido, anunció que el grupo invertirá «más de 90.000 millones en los próximos cinco años”. En esta ingente partida está prevista la inversión en esos motores. El ejecutivo ya había apuntado la semana pasada en el salón del automóvil de Ginebra que él confiaba en que el diésel tenía futuro, pese al escándalo del diéselgate, “probablemente el revés más serio que ha sufrido esta compañía”, ha admitido en la presentación de resultados en Berlín, donde este diario ha viajado invitado por el grupo de automoción.
El informe financiero del grupo pone cifras a ese revés y al dinero que, hasta el momento, le ha costado el escándalo, que arrancó cuando se supo en septiembre de 2015 que el fabricante había manipulado el software de sus motores de gasóleo para pasar las pruebas oficiales de emisiones. En total lo cifra hasta finales del año pasado en 25.800 millones. De hecho, el año pasado realizó unas previsiones por este asunto de 3.200 millones.
Estos anuncios han llegado al mismo tiempo que Müller exponía el balance del grupo en 2017, cuando facturó 230.682 millones, un 6,2% más que el año anterior; logró un beneficio operativo de 17.000 millones, un 16,5% más que el año anterior. El beneficio neto, por su parte, fue de 11.638 millones.
Por divisiones, la de coches de Volkswagen aportó unos ingresos de 105.651 millones, 25.000 millones más que el año anterior, y un beneficio operativo de 3.301 millones. Esta división fue la que más facturación aportó, pero no la que más beneficios. Esta fue Audi, que logró unas ganancias de 5.058 millones, con una facturación de 60,128 millones.
Seat, la marca española del grupo, obtuvo una facturación de casi 10.000 millones (9.892 millones) y unos beneficios de 191 millones. Logró así los mejores resultados de su historia. Skoda, por su parte, ingresó 16.559 millones para ganar 1.611 millones.
Preguntado por si la empresa se había planteado durante los peores momentos de la crisis política catalana abandonar Cataluña, Muller respondió que «por supuesto» que el consejo había hablado sobre la situación. Pero, el ejecutivo aclaró inmediatamente que habían concluido que la mejor decisión era mantener la sede central de Seat en Martorell».
Fuente: El País