En 2012, una empresa nueva y relativamente pequeña de generación de energía térmica, Genneia, construyó en Rawson (al sur del país) el primer gran parque de aerogeneradores de Argentina, una apuesta al sector de las renovables en un momento en que nadie lo consideraba un negocio viable. Con una política que ahuyentaba las inversiones y sin acceso al crédito internacional, el país sudamericano casi no avanzó en energía no convencional hasta 2016. Pero el nuevo escenario económico tras el cambio de Gobierno sumado a una nueva legislación ha hecho que la actividad comience a despegar y la empresa pionera se encuentra bien posicionada para aprovechar los nuevos aires. Gracias a los proyectos adjudicados en los últimos años, que suman cerca de 500 megavatios, en 2020 sus parques alcanzarán el 75% de la cuota de mercado de la Patagonia, la región con el mayor potencial eólico en el país.

Desde su creación en los años noventa, la empresa cambió el eje de su negocio varias veces. Nació con el nombre Emgasud, como una distribuidora de gas de Dolores, una localidad de la provincia de Buenos Aires. Más tarde se dedicó a la construcción de gasoductos y no fue sino hasta 2008 que entró en el sector de la generación de energía, primero con la construcción de centrales térmicas y a partir de 2012, con la instalación de los aerogeneradores del parque de Rawson, en la provincia de Chubut. En la producción convencional, con 660 megavatios, sigue siendo un jugador pequeño en el mercado, de un total de 27.000. Es en el sector de la energía eólica, en cambio, donde se ha convertido en una referencia con la construcción del parque de Rawson, de una potencia total de 108,7 megavatios, tras una reciente ampliación.

«Ser el número uno en un mercado tan chico no es un gran mérito. Lo es ser eficientes en la producción, cumplir con lo pautado para no fallarle al sistema eléctrico y con los tiempos de ejecución y los presupuestos de las obras», afirma el consejero delegado de Genneia, Walter Lanosa, en las oficinas de la empresa en Olivos, una localidad al norte del Gran Buenos Aires. La energética planea invertir 1.000 millones de dólares en los próximos cuatro años para concretar los proyectos que le han sido adjudicados, principalmente en el sector de la energía eólica, donde quiere hacerse fuerte. Para eso, la semana pasada amplió un bono internacional con vencimiento en 2022 de 350 a 500 millones de dólares, a un interés del 5,9%.

  • La empresa facturó 160 millones de dólares en 2017.
  • La semana pasada amplió un bono internacional con vencimiento en 2022 de 350 millones de dólares a 500 millones, a una tasa del 5,9%.
  • En 2020 sus parques eólicos alcanzarán el 75% de la cuota de mercado de la Patagonia, la región con el mayor potencial en el país.
  • Gracias a los proyectos adjudicados en energías renovables y térmica, la empresa estima que alcanzará una potencia total de 1.400 megavatios en 2020.
  • La firma ha pasado de 250 empleados en 2015 a 350 ahora.

«La idea es fondearnos y estar tranquilos todo 2018 para que cualquiera sea la situación del mercado, asegurarnos los flujos para cumplir con todos los proyectos», explica el consejero delegado. En la empresa confían en que las mejores condiciones para acceder al crédito internacional les permitirán cambiar el esquema de financiación de la compañía, que hasta ahora dependía fuertemente de los aportes de sus socios. En diciembre de 2015, Argentum Investment, el vehículo de inversión dedicado a Argentina del fondo estadounidense Pointstate Capital, adquirió una participación del 44%. Otros tres accionistas particulares, dueños del banco argentino Macro, suman un 25%.

Lanosa llegó a la rebautizada Genneia en 2012 con el mandato de desprenderse de todos los activos que no tuvieran que ver con la generación. «El análisis que se hizo fue que si Argentina quería aspirar a crecer era absolutamente necesario que se establecieran nuevos sitios de producción de cualquier tipo. Y en la eólica, donde Argentina tiene recursos que están entre los mejores del mundo, veíamos una oportunidad para ser agresivos y posicionarnos en un nuevo sector», explica. Gracias a los proyectos adjudicados, la empresa estima que alcanzará una potencia total de 1.400 megavatios en 2020.

Genneia es la punta de lanza de un sector que comienza a tomar brío tras varios años de rezago. Una nueva Ley de Energías Renovables sancionada a fines de 2015 estableció incentivos a las inversiones al obligar a los grandes usuarios a que un 8% de la electricidad que consumen provenga de fuentes no convencionales a partir de 2018, un porcentaje que irá en aumento hasta alcanzar el 20% en 2025. «Es la tercera ley que se aprueba para el sector. Las dos anteriores, de 1998 y 2006, fracasaron y lograron apenas un total de 250 megavatios», afirma Lanosa. Los proyectos de distintos tipos de energías renovables adjudicados por el Ministerio de Energía y Minas en los últimos dos años suman, en cambio, unos 4.466 megavatios de potencia, según los datos oficiales.

Los proyectos avanzan porque muchas de las trabas que lo impedían han comenzado a desaparecer. «Durante el Gobierno anterior, la intervención en el mercado sobre los precios y las retribuciones en el sector energético hicieron que no hubiera inversión y que toda la capacidad ociosa se consumiera», afirma Lanosa. Otro obstáculo, añade, era falta de acceso al crédito internacional a causa del conflicto que acarreaba el país desde 2001 por la suspensión de pagos de la deuda. «No íbamos a ver licitaciones masivas como las que estamos viendo ahora porque sin financiación era imposible hacer frente a grandes inversiones», afirma.

En el panorama optimista que ven en la empresa, la única inquietud es el avance de las obras para transportar la electricidad desde la Patagonia hasta los grandes centros de consumo, principalmente de Buenos Aires. «Están planificadas las grandes líneas que van a permitir incorporar las nuevas energías renovables. El lamento de nuestro lado es que ya pasaron dos años y todavía se está hablando de cómo se va a hacer la licitación», se queja el consejero delegado.

Contar con el sistema que conecte el sur con las grandes urbes es clave para la empresa. Con la compra de uno de los activos de la española Isolux, que está en concurso de acreedores y en plena retirada de Argentina, Genneia ha consolidado su liderazgo en la Patagonia. «Nos aporta una sinergia que nos beneficia. Con la adquisición del parque Loma Blanca 4, vamos a tener 600 megavatios de producción concentrados entre Trelew, Madryn y Rawson (tres ciudades del sur), lo que va a permitir bajar costos de producción y ser más eficientes», explica Lanosa.

Fuente: El País