El mundo está inmerso en un verdadero chute de cafeína: hoy se consumen más de 9.537 millones de kilos de café en el planeta, un 94,6% más que hace solo 35 años. Todo un éxito para una industria que con su sabor y aroma ha conquistado a millones de personas, pero que ahora atraviesa un momento amargo. El cambio climático está reduciendo las áreas de cultivo en los principales países productores, que por ahora han capeado la tormenta y la escalada de precios gracias a las reservas acumuladas en años anteriores. El futuro, sin embargo, no es esperanzador.

En 2050, el área de cultivo de café en todo el planeta —que ahora llega a casi 11.000 millones de hectáreas, según la FAO— se reducirá en un 50%, según las estimaciones del Instituto de Cambio Climático de Australia. En América Latina, la zona que lidera la producción de este alimento a escala global, la merma podría alcanzar hasta el 80% del terreno cultivable para esa fecha, según un análisis publicado en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences. “En solo la mitad del área actualmente disponible para la siembra de la materia prima se tendrá que cosechar 2,5 veces más café para satisfacer la demanda futura”, explica Christian Bunn, especialista del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), una organización con sede en Colombia que tiene como objetivo mejorar el uso de los recursos naturales.

Antecedentes peligrosos

Ya en años pasados (2014 y 2015), mientras Brasil —el mayor productor y exportador de este grano en el mundo— enfrentaba su peor sequía en los últimos 85 años, la producción de café global se anotaba un escueto déficit de 218 millones de kilos frente a un consumo imparable, de acuerdo con las cifras de la Organización Internacional de Café. En 2016, la industria global logró resarcir el bache, pero al cierre de 2017 la oferta y la demanda quedaron prácticamente igualadas. Las estimaciones para este año auguran que la demanda seguirá al alza y tocará un récord, con una cosecha que tendrá dificultad para repuntar, según un análisis del Departamento de Agricultura de EE UU.

En 2050 el área plantada será un 50% menor si la temperatura sigue subiendo, según la FAO

La disponibilidad de café depende cada vez más del cambio climático, asegura Pablo Imbach, investigador del CIAT. Aunado a ello, las plagas y enfermedades son factores que también están impidiendo saciar la demanda, asegura. Este efecto combinado traerá cambios drásticos en la industria, avizora el Instituto de Cambio Climático de Australia. Por ejemplo, en México y Centroamérica, donde las temperaturas han subido hasta 1 °C y las precipitaciones han disminuido hasta en un 15% desde los años ochenta, los agricultores perderán la mayoría de su zona cafetera en 2050, destaca el informe.

En Etiopía, la cuna del café y el mayor exportador de África, las zonas de cultivo amenazan con reducirse hasta un 60% en caso de que las temperaturas aumenten 4 °C y la emisión de dióxido de carbono se mantenga alta hacia el final de este siglo, destaca un análisis del Real Jardín Botánico de Kew, publicado el año pasado. En otros lugares, los efectos serán menos pronunciados. “Brasil y Vietnam [primer y segundo exportador en el planeta] tendrán dificultades para seguir siendo competitivos”, comenta Bunn. Por el contrario, el clima de 2050 —que para ese entonces podría incrementarse en más de 4 °C de manera global, según la ONU— favorecerá algunas áreas, particularmente las tierras altas de África Oriental, así como Indonesia, Papúa Nueva Guinea y los Andes.

Incluso Estados Unidos (el mayor importador de este producto del planeta) podría convertirse en un participante activo en la producción y exportación de este grano. Al sur de California ya se está explorando la cosecha de esta planta. En dos docenas de granjas a las afueras de Santa Bárbara se están cultivando arbustos de café bajo las copas de viejos árboles de aguacate, cuenta The New York Times. Este puede ser el primer esfuerzo serio de EE UU para comercializar café cultivado fuera de Hawái, hogar del café Kona, uno de los más apreciados en el planeta, destaca el rotativo.

Sabor en peligro

El cambio que amenaza darse en el mundo del café no solo implicará un relevo de países en el mercado. El aumento de temperaturas también llevará a la producción de unos productos menos gustosos, según las diversas previsiones consultadas. El café arábica —aromático y de sabor refinado—, que domina la producción mundial, con alrededor del 70% de la oferta, perderá terreno frente al robusta —más fácil de producir y con un sabor áspero—, que actualmente se destina al mercado de café instantáneo de baja calidad.

El sabor del café, así como la reticencia a las plagas y enfermedades, está estrechamente relacionado con el clima y en particular con la temperatura y la humedad, destaca el Instituto de Cambio Climático de Australia. Por ejemplo, el robusta es menos sensible al calor, pero el arábica, producido principalmente en los países de América Latina, tiene mejor rendimiento a temperaturas que van de entre 18 °C y 21 °C. Por encima de 23 °C, la planta crece demasiado rápido y las frutas demasiado temprano, lo que daña la calidad del grano, y la salud de la planta disminuye con condiciones más cálidas y prolongadas, destaca el instituto.

Aunado a ello, el aumento de temperaturas trastocará la economía de diversos países en donde una parte sustancial de los ingresos de exportación son obtenidos por la venta de esta materia prima, como es el caso de Nicaragua, Etiopía y Burundi. Además, añade el instituto, el cambio climático afectará a la vida de los 25 millones de productores de café del mundo, que en general son pequeños agricultores con poca capacidad de recuperación ante cualquier desastre natural y cuya única fuente de ingresos se basa en la cosecha de este producto.

Por lo tanto, concluye Christian Bunn, del Centro Internacional de Agricultura Tropical, habrá café sobre la mesa en 2050, pero será de menor calidad y su producción seguirá estando determinada por el riesgo de pobreza y los problemas medioambientales.

Fuente: El País