Un Brexit sin acuerdo y desordenado podría restar a la economía española más de 9.000 millones de euros en un plazo de cinco años. Esto es, unos 0,82 puntos porcentuales de PIB a razón de entre una y dos décimas al año, según los cálculos del Banco de España a partir de las proyecciones que hizo el Banco de Inglaterra en 2018.

En el caso de que la salida de Reino Unido de la UE sea ordenada pero sin acuerdo, el coste superaría los 6.000 millones, un 0,5% del PIB. En este segundo supuesto se considera que los planes de contingencia funcionan y que la voluntad de las partes es que el problema no vaya a mayores. Por el contrario, un desenlace con un acuerdo comercial tendría una factura casi inexistente: poco más de 200 millones, un 0,02% del PIB gracias a que la apreciación de la libra compensaría buena parte de las pérdidas. Así se recoge en un documento publicado este martes bajo el título Brexit, balance de situación y perspectivas.

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Curiosamente, el Gobierno de España no ha hecho públicas unas previsiones sobre este asunto tan explosivo. En cambio, el Ejecutivo alemán, por ejemplo, ha estimado que su economía podría ver cómo se evaporan hasta 2 puntos de PIB, proporcionalmente más del doble que en España.

El 70% de las pérdidas que estima el Banco de España se debe a las relaciones comerciales. El resto se achaca a los efectos que tendría en otros países. Estos cálculos se basan en los cuatro escenarios que dibujó el Banco de Inglaterra en su informe remitido al Parlamento británico. En el primero había una negociación exitosa para Reino Unido, que incluso brindaba un 1,75% más de crecimiento adicional para la economía británica. Sin embargo, este se ha descartado por considerarse a estas alturas inviable.

Los otros tres causan pérdidas de crecimiento para Reino Unido. El primero sería un acuerdo comercial al estilo del CETA de Canadá con un periodo transitorio, y quitaría unos 0,75 puntos de PIB a los británicos. El segundo consistiría en una salida ordenada pero sin acuerdo y en el que los aranceles se establecerían por defecto según las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Esta posibilidad arrojaría una contracción de la economía de Reino Unido del 4,75%. Y el tercero, un Brexit por las bravas, desplomaría el PIB en 7,75 puntos porcentuales. Este último supondría una recesión de la magnitud que ha sufrido España y provocaría «disrupciones de las cadenas productivas e inestabilidad financiera», señala el Banco de España. 

En el primer escenario negativo habría una apreciación de la libra del 2%. Y en los otros dos habría depreciaciones de la libra del 15% y el 25%, respectivamente. A estos escenarios y sus posibles impactos sobre las relaciones comerciales con España, se añade el cálculo de un shock de crecimiento en el resto de la zona euro, calibrando caso por caso con el objetivo de conocer mejor cuáles serían las consecuencias totales para la economía española. Según el FMI, la UE perdería entre un 0,5% en el escenario optimista y un 1,5% si no hubiese acuerdo. Irlanda, Alemania, Holanda, Bélgica y Francia serían los países más afectados por ese orden. España e Italia se encontrarían entre los menos perjudicados, destaca el Banco de España.

En resumen, los costes para la economía española podrían ser «significativos», dependiendo del escenario, pero no serían «desmesurados», sostiene el documento del organismo supervisor que dirige Pablo Hernández de Cos.

En todo caso, el Banco de España recuerda que existe mucha incertidumbre en torno a semejantes estimaciones. Las suyas, al basarse en las del Banco de Inglaterra, han salido más duras que las que proyectase el FMI. Por ejemplo, los canales financiero y de confianza, que pueden amplificar los efectos, no están desarrollados al detalle en el modelo, admiten los autores del documento. Por el contrario, se podrían tomar medidas de política monetaria o fiscal que mitigasen el impacto. Tampoco se tienen en cuenta los planes de contingencia que ya han adoptado los Estados o las consecuencias negativas a largo plazo de una menor apertura comercial. En general, los expertos apuntan que no existen precedentes parecidos con los que hacer una simulación. Y se antoja muy difícil modelizar un pánico financiero, la falta de trabajadores especializados en ciertos sectores, los cambios de proveedores o el acceso limitado a algunos bienes o servicios, por poner algunos ejemplos. 

Pese a la falta de referencias similares al Brexit, el Banco de Inglaterra sí que puso un ejemplo en su estudio que sirve para el Reino Unido: el caso de Nueva Zelanda cuando Londres se unió en 1973 a la UE. Entonces, la apertura de relaciones comerciales con el continente sustrajo intercambios de Nueva Zelanda, país con el que los británicos mantenían un trato preferencial. La economía neocelandesa tardó más de una década en recuperarse, apunta el supervisor británico en una especie de aviso a navegantes.

Sea como fuere, un acuerdo minimizaría sustancialmente los problemas, destaca el Banco de España, en la misma línea que se han pronunciado todas las instituciones internacionales. De no haber una negociación fructífera, «los planes de contingencia resultan fundamentales para limitar posibles disrupciones con consecuencias potencialmente muy dañinas», dice el documento. En cuanto al sector financiero, el informe subraya que los preparativos han sido «intensos», tanto en la UE como en Reino Unido. De ahí que la Comisión Europea considere que los riesgos para el sistema financiero continental hayan «disminuido significativamente». Y que el Banco de Inglaterra diga que sus entidades están «suficientemente preparadas» para absorber el impacto de un Brexit sin acuerdo.

Fuente: El País