La fuga de los datos privados de 50 millones de usuarios de Facebook a una empresa que los utilizó en la campaña de Donald Trump, y seguramente también en la del Brexit, es un escándalo de calibre grueso, sin la menor duda, pero las técnicas implicadas se pueden ver también como el sueño de cualquier empresa que quiera vender algo, es decir, de cualquier empresa. Cuando los gigantes de Internet hablan de los datos como “el petróleo del siglo XXI” se están refiriendo precisamente a este tipo de cosas, y las regulaciones de privacidad les han supuesto hasta ahora poco más que un obstáculo molesto. Que estas normativas se eliminen o se refuercen va a depender estrictamente del poder político, y a la postre de lo que la opinión pública perciba como un problema.

Los psicólogos y los científicos de redes han aprendido en la última década a extraer información personal de actividades tan aparentemente banales como los “me gusta” y la lista de “amigos” que uno tiene en Facebook y otros sitios sociales. También de las webs que visitas, la música que oyes o los productos que compras. Esas investigaciones han demostrado una gran capacidad predictiva, y en muchos casos se han hecho públicas en revistas científicas de alto impacto. Pocos secretos hay hasta ahí.

Las tendencias ideológicas de la gente son en realidad un blanco fácil. Ser conservador o progresista va asociado a tal panoplia de opiniones sobre el aborto, la religión, la inmigración, la innovación, las etnias minoritarias en el vecindario y dos docenas de cosas más que la ideología canta en un cuestionario psicológico de trabajo de fin de curso, no digamos ya en los algoritmos analíticos de última generación. Igual que iTunes o Amazon pueden predecir tus gustos musicales o literarios mejor que tú mismo, los investigadores de Facebook, o de empresas como la ahora famosa Cambridge Analytica, son capaces de retratar tu perfil ideológico con una claridad de la que tu consciencia carece.

Quien maneja más datos está en mejor posición para el comercio del futuro inmediato, y por eso los gigantes digitales te ofrecen gratis la mayoría de sus servicios, siempre que tengas la amabilidad de registrarte. Y el resto de las empresas pagarán encantadas por ese tesoro. Lo que más desea saber un vendedor de quimonos, pongamos, es dónde está la gente que quiere comprar un quimono, aun cuando el propio cliente no lo sepa. Y el dato más valioso para un partido político es detectar a sus votantes potenciales, para bombardearles con mensajes verdaderos o falsos y decirles lo que quieren oír. Es la vida del futuro.

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Fuente: El País