El pasado 20 de marzo fue el Día de la Felicidad y en Renault tenían ganas de celebrarlo. Y qué mejor manera para hacerlo que estrenar una campaña publicitaria de audio en Spotify que solo pueden escuchar las personas más felices.

La plataforma de música en streaming ha comenzado de esta manera un servicio en el que analiza los datos de consumo de sus usuarios para determinar su estado de ánimo en función de lo que están escuchando. Si eres un oyente habitual de listas de reproducción como Hits alegres, Canta en la ducha o Despierta y sonríe, es posible que Spotify identifique que en ese momento estás contento. Cuando la compañía detecta este estado de ánimo en un usuario, le envía el anuncio en una iniciativa que ha bautizado como happy targeting.

La iniciativa de la plataforma parte de la base de que los usuarios son más receptivos a la publicidad y tienen más posibilidades de terminar comprando un producto cuando están contentos. Según datos de la compañía, el 46% de los consumidores recuerda los anuncios cuando mejor se siente y uno de cada cinco se muestra más receptivo a las marcas.

  • Reflexiones sobre privacidad

Las empresas que hasta ahora te perseguían en internet porque consideraban que encajabas en su perfil por tu sexo, tu edad o la navegación que haces en otras páginas web ahora pueden empezar a pensar en ti como su público objetivo por tus emociones. Sin que hayas aportado el dato en bruto; ahora se encargan ellas de recabarlo en base a tu comportamiento.

Ante estos avances, puede ser el momento de reflexionar sobre el papel que tiene el usuario en el uso que las empresas hacen de sus datos. Cuando entrevistamos a Alissa Johnson, CISO de Xerox y ex responsable de tecnologías de la información para el Gobierno de Obama, nos explicaba que, en este sentido, los conceptos más importantes a tener en cuenta son identidad y acceso. Sin ellos, una compañía solo puede manejar información anónima. “El usuario necesita saber dónde están sus datos, para qué se usan, cómo puede acceder a ellos y quién más puede hacerlo”, enumeraba. “A mí me parece genial que se usen mis datos de forma anónima para mejorar mi calidad de vida, el problema es cuando saben quién soy y no me dicen qué hacen ellos”.

Si conocemos las reglas del juego, estupendo. En caso contrario, tenemos un problema

También hablábamos hace un tiempo con la consejera de Pérez-Llorca en el área de privacidad y negocios digitales Natalia Martos, que nos advertía de la importancia de entender los permisos que damos a las empresas en internet para saber lo que estamos firmando con ellas: “Si conocemos las reglas del juego y lo que nos ofrecen, estupendo. En caso contrario, tenemos un problema”.

Fuente: El País