La agencia de calificación Standard & Poor’s (S&P) le ha marcado a El Corte Inglés los deberes que deberá hacer para que su rating alcance el grado de inversión. Y no son pocos. El presidente de la compañia de distribución, Jesús Nuño de la Rosa, confiaba en poder alcanzar dicho nivel en dos años, dos escalones por encima de su calificación actual. Sin embargo, al menos desde el punto de vista de S&P, ese plazo se puede retrasar. 

La mencionada agencia menciona hasta seis condiciones para mejorar la nota crediticia de El Corte Inglés. En primer lugar, una reducción «sustancial» de la deuda del grupo, y unas métricas crediticias más sólidas, lo que le serviría para mejorar el rating un escalón. Para llegar a la triple B, la compañía deberá, además, «ejecutar de forma exitosa su plan de transformación y demostrar una mejora sostenible de su rentabilidad y de su eficiencia operativa; un crecimiento comparable de ventas consistente en la mayoría de segmentos, posicionamientos fuertes en cada categoría de producto, y unas capacidades de comercio electrónico que le permitan prosperar en el cambiante y competitivo escenario del retail». Además, S&P menciona que el final de las disputas entre los accionistas, es decir, la guerra que en los últimos meses ha enfrentado al expresidente Dimas Gimeno con Marta y Cristina Álvarez, segundas máximas accionistas de El Corte Inglés, elimina una posible barrera para conseguir el grado de inversión.

S&P pone el foco en la rentabilidad del grupo, ya que la compañía española sale perdiendo en comparación con sus rivales internacionales. Mientras que su margen bruto en el retail es del 30,8%, la estadounidense Macy’s goza de un 39%, Nordstrom de un 40.4%, o Marks & Spencer’s de un 37.8%. Con todo ello, la agencia de calificación cree que El Corte Inglés «debería ser capaz para reducir esas diferencias a medio plazo», al reconoce los esfuerzos acometidos para, entre otras cosas, reducir los tiempos de entrega en los productos textiles, mejorar la eficiencia de su cadena de suministro, y reestructurar sus costes operativos. «Estas medidas ayudaron a la mejora del ebitda de la compañía en 2017%», menciona el informe.

Sin embargo, la agencia de calificación tampoco espera «mejoras espectaculares en los próximos 12 0 24 meses, dado el gran alcance del plan de transformación y la inversión actual en comercio electrónico, que harán retroceder los márgenes operativos». Otro de los escollos son sus costes de personal: 2.600 millones de euros en 2017, el 16,3% de sus ventas, repartidos entre sus 92.000 empleados. «Es su mayor coste después de la compra de producto», dice S&P, que añade: «Pese a que esperamos que El Corte Inglés continúe con sus esfuerzos de contener el crecimiento del gasto de personal, creemos que la capacidad del grupo para reducirlo es limitada», algo que puede llegar a bloquear el crecimiento de la rentabilidad: «Esa mejora dependerá, además de las medidas de eficiencia operativa, en la habilidad de la compañía de aumentar la productividad de los empleados y asegurarse de que tienen las habilidades clave».

Posicionamiento privilegiado

El informe también destaca la «posición privilegiada» que disfruta El Corte Inglés en España respecto a otros rivales, ya le ha proporcionado ser «la «puerta de entrada para empresas internacionales que buscan acceder al mercado nacional». 

Entre los riesgos que menciona está la creciente competencia, tanto de rivales tradicionales como de los operadores de internet. En este sentido menciona a Inditex, Primark, y Zalando en ropa; Carrefour, Mercadona y Dia en alimentación, Ikea en muebles para el hogar, Media Markt en electrónica y Amazon «en casi todo».

Fuente: Cinco Días