Se busca trabajador para el campo. La marcha de inmigrantes, la oferta de otros sectores, como el comercio, la hostelería, el turismo o, de nuevo, la construcción, unida a las condiciones del trabajo agrícola han hecho saltar las alarmas. «El pasado año se quedaron 200.000 kilos de albaricoque en los árboles», lamenta un productor. La próxima temporada alta de cosechas, que comenzará en abril, se enfrenta a un cambio en el mercado laboral que pone en jaque una actividad económica que, solo en Andalucía, la principal región productora y exportadora, mueve 15.200 millones al año y emplea a 47.800 personas (el 25% del tejido industrial andaluz).

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Los empresarios han trasladado su preocupación en reuniones, admite Felipe Galloso, de la organización agraria Asaja en Sevilla. Los trabajadores españoles no quieren ir al campo, la oferta de mano de obra de fuera ha disminuido y «hasta los fieles emigran», reconoce Galloso. Y no es un problema que afecte solo a España. «No hay un solo trabajador portugués que coja aceitunas«, comenta. «Ni un español que recoja ajos», añade un gerente de una empresa exportadora.

La coyuntura económica ha dado la vuelta al mercado laboral. «En Huelva, los temporeros disponibles han llegado a subastar su trabajo para ir con quien más paga o a los tajos más cómodos», comenta un empresario onubense. «Algunos se han ido a Francia por siete u ocho euros más al día», añade Galloso, quien duda que esa diferencia salarial compense los gastos de la marcha temporal. «Si se consolida la situación, habrá que encontrar soluciones. Es preocupante», afirma el responsable de Asaja.

La secretaria de Organización del Sindicato Provincial de Industria de CC OO de Sevilla, Mónica Vega, tiene clara la causa. «El trabajador se va con quien más le paga«, explica, al tiempo que demanda mejoras salariales. Su organización reclama en el nuevo convenio del campo, sin renovar desde hace más de un lustro, subidas salariales del 2% y una reducción de jornada de 15 minutos.

Salarios

Sin embargo, los empresarios aseguran que muchos están pagando por encima de convenio (entre 47 y 60 euros por día, según la actividad) y aun así no se solucionan los problemas. La irrupción de algunas Empresas de Trabajo Temporal creadas específicamente para el campo está llevando a que éstas se queden con el margen.

La secretaria de CC OO en Andalucía, Nuria López, en una reciente reunión sobre agricultura como motor de desarrollo, ha añadido que a las bajas remuneraciones en relación con otros sectores (calcula que los salarios en el campo son de 10.455 euros anuales, un 63% menos que los 28.400 euros de la media de todos los sectores productivos) se suma la alta temporalidad, del 85% el pasado año, según el sindicato.

Esta precariedad da lugar, según los representantes de los trabajadores, a abusos y a un incremento de la siniestralidad por falta de preparación de quienes se incorporan de forma esporádica a las tareas agrícolas. Los trabajadores demandan estabilidad, seguridad y salarios más altos, unas condiciones que los sindicatos creen posibles por la rentabilidad de la industria y que los empresarios niegan porque tienen que afrontar la presión de las grandes cadenas de distribución, que imponen precios bajos.

Salidas

Los empresarios han mirado al mercado exterior para salvar estas circunstancias. Según el consejero andaluz de Agricultura, Rodrigo Sánchez Haro, las exportaciones regionales de alimentación y bebidas llevan siete años consecutivos creciendo y han superado la barrera de los 10.000 millones en 2016, con un aumento respecto al año anterior del 12,8%.

Pero para mantener estas cifras se necesita que alguien coseche, para lo que los empresarios, si persiste la resistencia de los desempleados locales a incorporarse al campo, piden reorientar las políticas de contrataciones en origen: traer y llevar a trabajadores extranjeros de otros países para las campañas. Es una fórmula que se practica en los campos de fresas desde hace años con relativo éxito.

Otra estrategia más es la modernización. Pero hay lagunas técnicas que aún no están resueltas. «He invertido 60.000 euros en una cosechadora de ajos de segunda mano, pero no da los resultados necesarios. Todavía no está afinada la tecnología», explica un agricultor.

El secano es otra cosa

Los problemas de mano de obra se dan principalmente en el regadío y en los campos más industrializados. Las zonas con cultivos de secano, por el contrario, son incapaces de dar trabajo a los temporeros locales a causa de la sequía.

Es la razón que ha llevado al PSOE a reclamar al Gobierno que elimine ya el requisito de un mínimo de peonadas para cobrar el subsidio. El Gobierno estudia esta posibilidad. Hasta el momento, la previsión es reducir a 20 el número de jornales acreditados, pero en algunas áreas, ni siquiera este requisito es alcanzable.

La realización de jornales es la condición para que los temporeros accedan a la prestación por desempleo, igual que en el resto de sectores se exige un mínimo trabajado para tener derecho a las prestaciones por paro. Es una medida orientada a garantizar unos ingresos mínimos vitales y afianzar la población en las áreas rurales, por lo que se trata de un sistema social, económico y también medioambiental, ya que evita el abandono de las tierras.

La superficie de regadío en Andalucía es de 270.000 hectáreas que se dedican, principalmente, a horticultura (16,3%),  olivar (15,9%) , cítricos (15,7%) e invernaderos (13,4%).

Estas explotaciones, que representan el 33% de la superficie cultivada, aportan dos tercios del empleo y de la producción agraria. Estas zonas, según Agricultura, altamente modernizadas y con cultivos intensivos, han experimentado un aumento de la producción y de la oferta de empleo en un 33% y un 28%, respectivamente.

Las ayudas al regadío en Andalucía prevén crear 1.600 puestos de trabajo y generar una inversión de cien millones

Dos tercios del empleo agrario y de la producción de la rama agraria andaluza se concentran en el regadío, que representa el 33 por ciento de la superficie cultivada», ha destacado Sánchez Haro. «Está comprobado que las zonas altamente modernizadas de cultivos intensivos han experimentado un aumento de la producción y del empleo en un 33 por ciento y 28 por ciento, respectivamente», ha añadido el consejero.

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Fuente: El País