Marc Andreessen, cofundador de Andreessen Horowitz, publicó en 2011 el mítico artículo Why Software is eating the world sobre cómo el software estaba penetrando en todos los negocios, transformando todos estos modelos de negocio en empresas de software. En 2011, ni la tecnología ni el precio de bitcoin habían cautivado todavía la imaginación colectiva de los humanos. Pero desde entonces hemos asistido al menos a dos grandes olas especulativas de las criptomonedas (en 2013 y 2017) que han hecho posible que la tecnología Blockchain vaya asentándose y madurando.

Bitcoin y todas las blockchains se basan en software de código abierto y redes descentralizadas P2P (peer-to-peer, entre pares en español), en pensamiento económico y teoría de juegos. La combinación de estos elementos -y esa es la gran genialidad de Satoshi Nakamoto- ha posibilitado un nuevo terreno de juego que va mucho más allá de sus componentes individuales. 

El Internet del Valor

La comparativa del Internet de la Información y el Internet del Valor, que explicamos en más detalle en el libro Blockchain:La revolución industrial de Internet, expone como Blockchain democratiza la inversión en protocolos. 

En la imagen de la izquierda (Internet de la Información) la capa de protocolos (TCP/IP, HTTP, etc.) se lleva una parte del valor muy pequeña porque la mayor parte del valor se concentra en la capa de aplicaciones (creadas por Google, Facebook, Amazon, etc). 

En el Internet del Valor, basado en la tecnología blockchain, la apuesta es que una gran parte de este valor podría desplazarse a la capa de protocolo. Esto se debe a que, hasta la fecha, no había un instrumento que sirviera para financiar el desarrollo de protocolos abiertos, porque normalmente estos protocolos son complejos, muy técnicos y de lento desarrollo. Sin embargo, la aparición de blockchain ha democratizado la inversión en protocolos abiertos y descentralizados mediante la creación de tokens que se utilizan como unidad de cuenta en las blockchains. Estos tokens -conocidos también como criptomonedas-, se revalorizan en el mercado en la medida en que se crean aplicaciones que necesitan de dichas criptomonedas para su utilización.

Cuantas más aplicaciones haya que sean valiosas para los usuarios y que se creen sobre una blockchain pública que utilice criptomonedas, como las de bitcoin o ethereum, más alta será la demanda por éstas.

Si se cumple esta premisa, muchas de estas aplicaciones descentralizadas generarían más valor que sus contrapartidas centralizadas por ofrecer funcionalidad, privacidad o cualquier otro aspecto que el mercado pueda valorar.

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A día de hoy, los casos de uso del Internet del Valor se reflejan principalmente en aquellos países que viven crisis monetarias y que hacen uso de blockchain para evitar controles de capital o las políticas monetarias restrictivas aplicadas en sus países. En Venezuela, uno de los países que se encuentra en una situación como la descrita, se estima que debe haber alrededor de 10.000 a 15.000 usuarios activos de bitcoin y criptomonedas según BitcoinVenezuela.com. Otro referente es Argentina, que cuenta con una de las comunidades más activas del mundo blockchain como resultado de padecer continuos colapsos monetarios, combinados con una población altamente formada y emprendedora.

En ambos casos, es probable que uno de los factores clave para su desarrollo haya sido un colapso de la confianza en las instituciones. Este mismo factor se repite, aunque con menos intensidad, también en países con sistemas sociales aparentemente sólidos, fomentando la búsqueda de un mundo sin intermediarios, más optimizado, regido por una descentralización de la confianza.

¿Por qué las criptomonedas y Blockchain se comen el software?

En los inicios de bitcoin y blockchain muchas personas se apasionaron por esta tecnología y las posibilidades de crear un mundo mejor a través de la descentralización. La idea es que la descentralización puede romper con algunos de los sistemas establecidos de concentración de poder y recursos, permitiendo un reparto más equitativo e independiente de los mismos gracias al uso de la tecnología.

El resultado más positivo de blockchain, hasta la fecha, es la existencia de proyectos serios como bitcoin, que aportan valor real en la economía. Proyectos con el potencial de crear mucha más disrupción con una comunidad global de desarrolladores y seguidores en todo el mundo. Un factor clave de esta nueva tecnología y sus posibilidades ha sido el incentivo económico que ha recompensando a las personas que adoptaron bitcoin de forma temprana, favoreciendo una estructura de incentivos que ha permitido que el ecosistema pudiera desarrollarse en el tiempo. Por eso más allá de que bitcoin sea una genialidad técnica también es una genialidad el sistema de incentivos para mantener ese sistema descentralizado. En ese sentido las criptomonedas se comen el software porque son el catalizador principal que ha logrado mantener el interés en el tiempo. Curiosamente el propio Satoshi Nakamoto, tal como queda reflejado en El Libro de Satoshi, había previsto la revalorización de bitcoin en el 2010, si se cumplían las condiciones esperadas. 

Satoshi Nakamoto asumió, al igual que Adam Smith, que las personas actúan buscando su beneficio particular, es decir, que el comportamiento económico es principalmente individualista. De ahí su propuesta de un sistema de pagos descentralizado como infraestructura global, que se vale precisamente de esa búsqueda del beneficio particular cortoplacista de los humanos. Y aquí aparece la teoría de juegos definida por John Forbes Nash para conseguir el mayor valor colectivo posible. Esta es la base económica sobre la que se asienta bitcoin.

Las reglas para la gestión descentralizada de bitcoin, que también se utilizan en otras blockchains públicas basadas en recompensas, han permitido una explosión de creatividad sustentado, eso sí, en la búsqueda del lucro a corto plazo mediante la creación de nuevas criptomonedas. En muchos de estos casos, no han aportado innovaciones de interés desde el punto de vista técnico, y no son nada más que basura digital (por esto se las suele conocer como shitcoins o scamcoins).

Ese proceso de destrucción creativa, con sus luces y sus sombras, permite que las criptomonedas se coman el software. La codicia humana es capaz de desencadenar una multitud de experimentos y creaciones que, en la mayoría de los casos, son fracasos tecnológicos. Pero, por otra parte, estos comportamientos son resultado del uso de procedimientos de software libre, que democratizan y descentralizan esta nueva tecnología.

Quizás ni los más fervientes defensores de la descentralización se queden satisfechos con el resultado intermedio de este proceso, que se materializó en 2017 con el boom de las ICOs. Pero tampoco lo hagan los defensores de las Distributed Ledger Technoloy o DLT, que no cuentan con estos instrumentos tan útiles para innovar y atraer a comunidades globales de desarrolladores, adeptos e inversores

Blockchain es un gigantesco experimento social y no sabemos qué alcance real tendrá dentro de unos años. Estamos quizás ante algo similar en su estructura a cómo era Internet en 1992. Pero en esta ocasión, en vez de producir una sensación de amenaza entre distintos sectores de la economía tradicional, espero que sea visto como una oportunidad de reinventar el mundo para mejor, aceptando los efectos colaterales que puedan producirse como parte de un proceso donde todo lo que no venga de la naturaleza pueda ser cambiado y cuestionado. Porque los sistemas creados por humanos deben estar al servicio de los humanos, más allá de las fronteras mentales o geográficas artificiales que hemos definido entre todos. 

Es probable que el año 2019 sea un año donde se declare de nuevo la muerte de blockchain, las criptomonedas y la economía descentralizada. Estén atentos porque cuanto más fuerte sea ese mensaje más pendiente habrá que estar de las posibilidades y desarrollos que nos promete este nuevo ecosistema descentralizado. 

Alex Preukschat, es nodo Coordinador de Blockchain Españay SSIMeetup.org. Autor coordinador del libro Blockchain: la revolución industrial de Internet y de Libro de Satoshi, además de global head strategic Blockchain Projects con Evernym.

Fuente: El País