El fiasco de Carlos Ghosn deja entrever los fallos tradicionales de las empresas japonesas, empezando por la irrisoria supervisión de un consejo, el de Nissan. Los auditores Ernst & Young ShinNihon, pueden haberse perdido algo, como les pasó en Olympus y Toshiba. La campaña del primer ministro, Shinzo Abe, para reforzar la fe en Japón SA ha topado con un gran bache.

Ghosn y el otro directivo detenido, Greg Kelly, son extranjeros, lo que se ha prestado a teorías conspirativas oficiosas sobre un golpe de estado interno. Pero si Ghosn subestimó sistemáticamente su compensación a la mitad durante cinco años, como alega Nissan, sería un motivo de despido incuestionable.

Pero los accionistas tienen motivos para estar igual de enojados con el consejo y los auditores por no haber visto algo tan craso. Había muchas señales de que los controles no eran muy sólidos. Al igual que algunos de sus rivales, Nissan ha tenido problemas repetidos de manipulación de tests y de retirada de productos. El negocio está raquítico. Ni la composición del consejo ni su auditor deberían haber inspirado mucha confianza. Uno de los consejeros “independientes”, según Nissan, es Jean-Baptiste Duzan, un antiguo ejecutivo de Renault. La segunda es Keiko Ihara, piloto de carreras que está allí, según Nissan, por su conocimiento de los deportes de motor y su “perspectiva femenina”. El tercero es Masakazu Toyoda, del Instituto de Economía Energética de Japón.

En cuanto al auditor: la filial japonesa de Ernst & Young fue multada con 16 millones de euros en 2015 por una auditoría deficiente de Toshiba, lo que provocó el peor escándalo contable de Japón hasta entonces, y antes de eso trabajó en Olympus, aunque se le eximió de culpa por el fraude contable de 1.500 millones de esta. Dos de los tres auditores independientes nombrados por Nissan tenían relaciones comerciales previas con el fabricante.

Muchas empresas japonesas han progresado añadiendo consejeros independientes a sus consejos. Pero este accidente reputacional sugiere que Tokio debe pisar el acelerador.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días