A mediados del siglo pasado, Madrid se convirtió en escenario de una transformación educativa debido de la creación de proyectos que ofrecían una alternativa pedagógica al sistema impuesto por el régimen franquista. Colegios mixtos, laicos y con una metodología centrada en el potencial de cada persona comenzaron a habitar chalets de zonas como Chamberí o Chamartín, entonces consideradas como la periferia de la ciudad. Más de 70 años después, muchos de esos centros siguen abiertos y funcionan con la misma filosofía.

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El germen de esta transformación surge, sin embargo, mucho antes, a finales de siglo XIX, con la creación de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). España estaba inmersa en una crisis política e institucional consecuencia del fracaso de la Restauración, y un grupo de intelectuales entre los que se encontraban Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón que había sido presidente de la I República o Gumersindo de Azcárate vieron en la educación una herramienta de regeneración social. Así, decidieron crear este sistema pedagógico, inspirado en las ideas del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause y diferente al modelo instructivo y religioso de la época.

Aunque en un primer momento se enfocó en la educación universitaria, a partir de 1918 se aplicó también a la enseñanza media a través del Instituto Escuela, una experiencia piloto que pretendía trasladar las propuestas educativas de la ILE al sistema público y que funcionó durante dos décadas. Pero con el fin de la Guerra Civil y la victoria del bando nacional, la ILE fue ilegalizada y sus centros expropiados.

En 1940, un grupo de exprofesores y exalumnos del Instituto Escuela entre los que se encontraban Jimena Menéndez Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro fundaron el Colegio Estudio en un chalet en la calle de Oquendo, en El Viso, no lejos de donde el antiguo Instituto Escuela (ahora Ramiro de Maeztu) tenía sus instalaciones. «El franquismo instauró de nuevo un sistema educativo segregado, religioso e instructivo», explica Luis Jerónimo, director actual de este centro y profesor de historia. «Después de haber experimentado la coeducación que proponía la ILE, con un modelo que reconocía el potencial individual de cada persona independientemente de su sexo, estos profesores no querían que sus hijos tuviesen que someterse a la enseñanza franquista, de modo que decidieron crear este proyecto», añade.

Esta propuesta educativa siguió creciendo a través de otros espacios como el chalet de la calle del General Mola (hoy Príncipe de Vergara) que albergaba la enseñanza de bachillerato o el Instituto Internacional de Chicas, en la calle de Miguel Ángel. «Esta vinculación surge a través de Jimena Menéndez Pidal, que trabajaba también en ese instituto dependiente de la Embajada de Estados Unidos, y que servía para dar difusión a la cultura norteamericana en España», cuenta Jerónimo. «Gracias a esta colaboración se pudieron hacer muchas cosas que no se podían llevar a cabo en ese momento debido al hermetismo del país». Desde 1968, Colegio Estudio se ubica en el barrio de Valdemarín, en Aravaca, y hoy cuenta con casi 1.800 alumnos. «Seguimos conservando la esencia de ese modelo en el que se da mucha importancia a la educación humanista y al aprendizaje práctico», dice Jerónimo.

La ILE continuó afianzándose en el sistema educativo privado de Madrid y pronto comenzaron a surgir otros colegios inspirados en esta pedagogía como el Colegio FEM (1957), en Vallehermoso. Sus fundadores Félix Mazón, José Luis Esteban, José Luis Moreno y José Juan Vila ya tenían experiencia en esto de la enseñanza, ya que unos años antes habían creado una academia de preparación en ingeniería bajo el mismo nombre (acrónimo de Félix, Esteban y Moreno). Como cuenta Jorge Vila, actual director de secundaria y bachillerato de este centro y nieto de José Juan Vila, «estos profesores tampoco querían que sus hijos se educasen en centros públicos franquistas, así que decidieron apostar por este pequeño proyecto familiar». «Sin duda, nos fijamos en el Colegio Estudio y nos convertimos, junto a ellos, en uno de los poquísimos colegios mixtos y laicos de Madrid que apostaban por una metodología diferente, principalmente en inglés. Ya desde el comienzo contábamos con el título de colegio anglo-español en una época en la que no existía ni siquiera el concepto de bilingüismo», cuenta Vila.

Exámenes por separado

Sin embargo, aunque los colegios no segregados empezaban a aparecer, «los alumnos y alumnas debían examinarse por separado», como recuerda Susana Aldecoa, hija de Josefina Aldecoa, fundadora de Colegio Estilo, también en un chalet de El Viso, en 1959. «Nos mandaban a centros públicos segregados y allí hacíamos los exámenes junto a alumnos de otras escuelas», añade la actual directora de este colegio ubicado en la calle de Serrano. Su madre, entregada a la investigación sobre métodos educativos, realizó una tesis doctoral inspirada en la ILE que tituló El arte espontáneo en el niño. «Viajó mucho y vivió en ciudades como Londres y Nueva York, empapándose de otras metodologías», cuenta Susana Aldecoa. «Ya en Madrid, leyó su tesis en el Consejo de Investigaciones Científicas. Ese trabajo recogía muchas de las claves pedagógicas propuestas por la ILE, pero mi madre profundizó en la capacidad creativa de los niños desde los tres años e hizo su propia versión de ese sistema que implantó en el Estilo».

No muy lejos de este centro, y también en el distrito de Chamartín, nació en 1969 el King’s College, un centro de enseñanza británica cuyo sistema educativo no difería mucho del propuesto por la ILE. Su fundador, Roger Fry, aprovechó las ansias de apertura que se respiraba en la sociedad madrileña de la época para crear el colegio. «Llegó a España por accidente y, aunque no era profesor, pronto se dio cuenta de que podía hacer mucho por la educación en el país», cuenta Nicholas Fry, hijo del fundador y vicepresidente de King’s Group, grupo al que pertenece el centro educativo.

Interior del Colegio FEM.Interior del Colegio FEM.

Otro de los valores fundamentales de la ILE era el ejercicio físico. Sus fundadores creían indispensables las actividades deportivas para garantizar la salud de los alumnos y alumnas y así favorecer su desarrollo intelectual. Sin embargo, las limitadas infraestructuras de estos centros suponían un reto para la práctica de deportes. El Colegio Estilo, por ejemplo, empezó trasladando a sus alumnos y alumnas al polideportivo Moscardó, no muy lejos del centro. «Era y sigue siendo una cuestión común a todos los centros de estas características y que al final se tiene que resolver de alguna forma. Todos lo intentamos hacer de la manera más adecuada, adaptando esas necesidades deportivas, tan importantes también en la educación», explica su directora.

El Colegio FEM lo resolvió llevando a sus pupilos al Club Deportivo Bonanza, en Boadilla del Monte. «Lo que parecía en principio un problema, acabó siendo una ventaja para el colegio. Muy pocos centros por aquel entonces ofertaban actividades como hípica o tenis como hacíamos nosotros», dice el actual director de secundaria y bachillerato del Colegio FEM, que actualmente cuenta con tres chalets adyacentes a la sede original. «Todavía hoy seguimos llevando a este club a nuestros alumnos de primaria, y los mayores van aquí cerquita, a las instalaciones deportivas del Canal de Isabel II».

El fundador de King’s College, sin embargo, buscaba ampliar sus infraestructuras y «disponer de un terreno lo suficientemente grande como albergar sus propias canchas de fútbol y baloncesto». Así nació el campus de King’s College el segundo colegio creado por Roger Fry en Soto de Viñuelas, hoy en el municipio de Tres Cantos. «Eso, sumado a la demanda por este tipo de educación, hizo que mi padre apostase por la idea de crecer. Tres Cantos entonces estaba muy lejos, pero él sabía que este nuevo proyecto nos abriría muchas puertas», cuenta Fry.

Una misma filosofía

Además de apostar por una metodología diferente y haber nacido en un chalet, estos colegios comparten también una misma filosofía, la de mantener el ámbito privado para evitar interferencias sobre su sistema educativo. «En nuestro caso, se trata de un colegio familiar, aquí trabajamos toda la familia: mi mujer, mi hermano, mi madre, mi tío y mi prima, Isabel Molina, que es la directora de infantil y primaria», explica Jorge Vila, del Colegio FEM. «Mi abuelo decidió que no nos concertaríamos para garantizarnos la libertad de poder seguir haciendo las cosas tal y como nosotros creemos. El ambiente familiar es otra de las esencias de este colegio. Yo quiero que siga siendo así y que mi hija pueda ser la directora algún día».

«La sociedad española ha cambiado, los tiempos han cambiado, pero nosotros creemos que educar no es solo desarrollar el pensamiento y acompañar a los niños en el camino del conocimiento; es también estar en permanente evolución, enriqueciendo el proyecto y desarrollando aspectos que a lo mejor no habíamos trabajado lo suficiente», dice Susana Aldecoa. Y añade: «Pero siempre con la idea de fomentar el potencial individual de cada alumno y alumna».

En el caso del Colegio Estudio, absorbido por la fundación bajo el mismo nombre en 2010, ocurre lo mismo. «Solo así, siendo un centro privado, podemos seguir aplicando esta metodología con total libertad», sostiene su director, Luis Jerónimo. «Los valores de la ILE siguen vigentes tras más de un siglo, sobre todo ahora, en un momento en que la innovación tecnológica lo acapara todo y la educación se ha convertido en un nicho de mercado para muchas empresas», concluye.

Un buen pasado y mucho porvenir

El primer colegio King's College en 1969 en un chalet en Chamartín, en Madrid.El primer colegio King’s College en 1969 en un chalet en Chamartín, en Madrid.

Aquel pequeño colegio King’s College, que arrancó con cerca de 70 alumnos en 1959 en un chalet en Chamartín, fue el germen de un proyecto internacional que este año celebra su 50º aniversario. Para conmemorarlo, la dirección del grupo que gestiona sus 10 centros repartidos por España, Reino Unido, Alemania, Letonia y Panamá ha organizado una serie de actividades para este curso. El pasado 7 de febrero, los casi 8.000 alumnos de King’s College se sincronizaron para enterrar cápsulas de tiempo con objetos actuales, que no podrán abrirse hasta dentro de 25 años. «La idea es desenterrarlas en el 75º aniversario y constatar cómo era la sociedad de 2019. Metieron de todo: periódicos, fotografías, teléfonos móviles…», cuenta Nicholas Fry, hijo del fundador Roger Fry. «Me interesa mucho lo que está por venir y es lo que refleja este evento, la celebración de una trayectoria con la mirada puesta en el futuro».

Además de la próxima apertura de otro centro en Baréin, King’s College ha anunciado que introducirá para el curso 2020/2021 el examen del Bachillerato Internacional, un tipo de selectividad con carácter internacional que permite el acceso a cualquier universidad del mundo. «Aunque el sistema de educación británica es uno de los más prestigiosos globalmente, el Brexit está creando muchas incógnitas. Con esta medida, queremos garantizar que nuestro alumnado pueda seguir cursando estudios universitarios en cualquier otro país si así lo desea», concluye Nicholas Fry.

Fuente: El País