Las ejecuciones hipotecarias a particulares en el tercer trimestre del año cayeron un 23% con respecto al mismo periodo del año anterior. En número absolutos, se inscribieron en los registros de la propiedad 1.292 embargos de casas a personas físicas. De ellas, 947 correspondían a viviendas habituales (lo que representa una caída interanual del 21,3%) y 345 a segundas residencias (un 27% menos). Así lo recoge la última estadística de ejecuciones hipotecarias del INE, que expresa cuantos procedimientos inician los acreedores de un préstamo y no tiene nada que ver con cuántos desahucios finalmente se llevan a cabo (lo que depende de un proceso judicial posterior). La estadística tampoco refleja datos de personas que viven de alquiler, que son quienes mayoritariamente son expulsados de sus casas en España.

En cualquier caso, como consecuencia de la bajada de los embargos a particulares, tan solo uno de cada diez (un 10,5% del total) de los iniciados entre los pasados julio y septiembre correspondió a casas de personas físicas, según la estadística que ha publicado este martes. En total, durante ese periodo se iniciaron en España 12.369 ejecuciones hipotecarias sobre inmuebles y la mayor parte de ellos, 5.435 (un 43,9%), pertenecía a la categoría de otras fincas urbanas, donde se agrupan desde locales comerciales u oficinas hasta plazas de garaje o trasteros. El segundo grupo más numeroso es el de viviendas de personas jurídicas (es decir, de empresas) con 4.483 embargos, un 36,3% del total de los realizados.

Además, ambas categorías muestran un fuerte crecimiento respecto al tercer trimestre de 2018. Así, mientras los embargos a particulares cayeron, los de viviendas de empresas se dispararon un 38% en términos interanuales. Y la escalada en el caso de los inmuebles urbanos distintos de viviendas aún fue mayor, con cifras un 50,7% superiores a las registradas un año atrás.

Esos dos tipos de ejecuciones hipotecarias se asocian, según los expertos, con un deterioro de la situación económica y las mayores dificultades de los empresarios para sacar adelante sus actividades. Por norma general, se trata de hipotecas sobre inmuebles que se constituyen para dar un impulso a un negocio, y no tiene nada que ver con las hipotecas de particulares que compran una casa para establecer en ella un hogar.

Pisos comprados en la burbuja

En este último supuesto, la caída que se aprecia entre julio y septiembre viene observándose desde hace tiempo. Las 1.292 embargos de viviendas de particulares suponen la cifra trimestral más baja desde que comenzaron a recabarse estas estadísticas en 2014. En gran parte se debe a que muchas de las personas que compraron casas durante el boom de principios de siglo y luego resultaron insolventes ya han sido desposeídas de sus viviendas, aunque también influyen otros factores como los varapalos judiciales al sistema hipotecario español por las cláusulas abusivas, lo que ha paralizado muchas causas.

En cualquier caso, es sintomático que todavía la mayor parte de las ejecuciones hipotecarias de viviendas se corresponden aún con pisos y casas comprados durante la burbuja. Más de la mitad, un 56,1% del total, son de hipotecas que se constituyeron entre los años 2006, 2007 o 2008. 

Fuente: El País