Las multas a Google, involuntariamente, son un buen argumento a favor de la imposición de restricciones antimonopolio más duras. La Comisión Europea ha golpeado a la unidad de Alphabet con su tercera sanción en menos de dos años, con lo que se ha cobrado un peaje de 8.250 millones de euros. Sin embargo, esa suma palidece frente a los aproximadamente 530.000 millones de capitalización de mercado que ha ganado la empresa desde que comenzaron las investigaciones a finales de 2010. Ambas partes se están viendo empujadas a un enfrentamiento mayor.

La última multa, de casi 1.500 millones de euros, se refiere a las prácticas de Google en materia de publicidad online. La compañía tiene más del 75% de la publicidad de búsquedas online dela mayoría de los mercados europeos, y más del 90% de las búsquedas. La Comisión dice que la empresa utilizó su plataforma AdSense de forma anticompetitiva al impedir que los clientes utilizaran otros servicios para colocar anuncios web, y más tarde restringiendo dónde y cómo podrían aparecer los anuncios de sus rivales.

Los tres ámbitos formales de la denuncia han sido ya regulados por la Comisión, y los mercados afectados son al menos algo más competitivos. Google puso fin a las prácticas abusivas de AdSense hace años. Y Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, dice que ven “avances positivos” en los sistemas operativos Android y en el comparador de precios, que fueron objeto de las otras dos multas de la Comisión.

Pero Alphabet todavía puede apelar, lo que podría alargar este caso durante años. Más importante aún, Vestager dice que están examinando el comportamiento de Google en el mercado de búsqueda de empleo y en las búsquedas locales.

No es probable que los reguladores europeos se detengan ahí, por una razón fundamental: las ganancias que pueden obtener los gigantes de la tecnología al actuar de forma anticompetitiva pueden ser mucho mayores que las multas. Los rendimientos de escala, los efectos de red, las ofertas combinadas y la pereza de los usuarios se combinan para crear mercados tecnológicos con actores dominantes. Dadas las recompensas, es racional que las compañías den codazos para establecer su dominio y pagar las sanciones más tarde.

AdSense y Android no son los únicos motores de la máquina de publicidad online de la compañía, pero ambos son indispensables para el crecimiento del negocio, que genera más del 85% de los ingresos de Alphabet.

Si la regulación reactiva no puede frenar los monopolios tecnológicos, se pondrán sobre la mesa medidas proactivas. Como mínimo, las adquisiciones que expanden los gigantes de la tecnología a nuevos mercados serán objeto de un mayor escrutinio.

Terapias más drásticas, como una regulación similar a la de las utilities y divisiones empresariales como las defendidas por la senadora estadounidense Elizabeth Warren, parecen poco probables hoy en día, pero se vuelven más difíciles de descartar cuando lo único que provocan las multas es que se encojan de hombros.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días