Las importaciones españolas marcan máximos históricos. En los últimos doce meses hasta septiembre, España ha comprado de fuera 295.693 millones en mercancías, una cifra que supera los 285.038 millones que se registraron en 2007, año hasta ahora récord en importaciones. A estos ritmos, 2017 cerrará como el año que más se compró del extranjero. Estos datos coinciden con la subida del precio de petróleo, el aumento de la demanda doméstica, la fortaleza del euro y un incremento de precios mayor que en la zona euro y en la UE.

No obstante, la ganancia de competitividad en esta última década ha sido enorme. Gracias a que las exportaciones también se anotan máximos históricos con 271.604 millones en los últimos doce meses, el déficit en el comercio de bienes es de 24.088 millones y no de los 100.015 millones que se soportaron en 2007. El buen comportamiento del turismo y las ventas de otros servicios hace que compensemos este déficit de bienes para convertirlo en un superávit con el exterior. 

Según los datos publicados este martes por la Secretaría de Estado de Comercio, las importaciones se disparan en el acumulado del año hasta septiembre un 11,1%, por encima de lo que aumentan en la eurozona, un 9,1% o en la UE, un 7,9%. Estas crecen también por encima de lo que lo hacen las exportaciones españolas, que suben en el periodo un 9,1%. Este ritmo de crecimiento de las ventas supera el 7,4% que avanzan las exportaciones en la zona euro y el 7,7% que suman en la UE. Importamos más que la media pero también exportamos más que el resto. Y con estos datos hasta septiembre se arroja un déficit comercial de 18.561 millones, como resultado de unas importaciones por valor de 224.121 millones y unas exportaciones cifradas en 205.559 millones. Este déficit es un 40,3% superior que el registrado en el mismo periodo de 2016. Y aun así se trata del tercer mejor registro de la serie desde 1997, solo superado en 2013 y 2016.

El diagnóstico de la crisis fue que los precios se encarecieron implicando una pérdida de competitividad. Enfrentadas con un desplome de la demanda interna, las empresas tuvieron que bajar precios y costes laborales para mantenerla. Muchas salieron fuera buscando otros mercados. Y eso se ha traducido en un aumento de la cuota exportadora que en los últimos años solo ha conseguido Alemania entre los países avanzados. Por primera vez en la historia reciente, España acumula cinco años consecutivos de superávit con el exterior.

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Sin embargo, estas ganancias de competitividad por precios se han interrumpido en los últimos meses debido, sobre todo, al precio de la energía. Según las cifras de comercio, la mitad del aumento de las importaciones se corresponde con la rúbrica de productos energéticos: 4,2 puntos. La otra mitad obedece a bienes de equipo (2,2 puntos), semimanufacturas no químicas (1,1 puntos) y alimentación, bebidas y tabaco (1,0 puntos). Por subsectores, destaca además la compra de aeronaves. Es decir, no todo es energía. Pero sí que hay mucho de bienes de equipo y bienes intermedios que, según apuntan algunos economistas, luego se usan para exportar. De hecho, ya en un primer momento de la recuperación se observó un fuerte repunte de las compras de bienes de equipo que luego se tradujo en una evolución muy positiva de las exportaciones.

Por el contrario, en las exportaciones la pérdida de competitividad apenas se nota. Si bien es cierto que estas aguantaban mejor que en ningún otro país grande a estas alturas del año pasado y ahora se aproximan un poco más a la media. Lo que sí se puede matizar es que las exportaciones de coches se han visto afectadas por varios cambios de modelos en plantas, según justifica el departamento de Comercio. El sector del automóvil retrocedió un 0,8%, especialmente por las menores ventas a Reino Unido y Turquía, sostiene la nota de Comercio. El Ministerio de Economía mantiene que estas cifras de crecimiento de las exportaciones son coherentes con el fuerte crecimiento de la economía, superior a la media de la zona euro. Es decir, como el consumo de la economía española crece más, las importaciones españolas tienen que crecer lógicamente más que las exportaciones.

En tanto que se tenga un superávit con el exterior gracias al turismo y otros servicios, los datos todavía no suponen un motivo para hacer saltar las alarmas. Pero muchos economistas sostienen que se trata de unas cifras que hay seguir con detenimiento. Otros analistas defienden que la competitividad de las exportaciones no tiene nada que ver con los precios porque las empresas que venden fuera son las más competitivas.

Fuente: El País