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Las mujeres importan. Así lo defiende la consultora Accenture. Con motivo del 8-M, la consultora ha elaborado el informe que anualmente realiza a fin de demostrarlo. Y esta vez ha puesto el foco en la innovación para concluir que las empresas más igualitarias son también las más creativas. Según su estudio Getting to equal 2019, la cultura corporativa paritaria es el mayor impulsor de la innovación dentro de las organizaciones, más potente que los factores geográficos, demográficos, el tamaño o el sector en que opera la empresa.

Además, ha cuantificado la riqueza que está en juego. La consultora asegura que el PIB mundial podría aumentar hasta ocho billones de dólares si la mentalidad innovadora en las compañías creciese un 10% en diez años. “Esto hace que la consecución de una cultura igualitaria sea no solo en imperativo ético, sino una prioridad de negocio. Las compañías que no están continuamente creando nuevos productos, servicios, contenidos y procesos no pueden triunfar en la era de la disrupción”, sostiene.

Ese tipo de cultura corporativa que en 2018 definió en base a 40 indicadores es la que permite que todos los empleados puedan progresar. De las más de 18.000 encuestas a trabajadores de 27 países y entrevistas a altos directivos de ocho de ellos, se desprende que el 95% de los ejecutivos considera que la innovación es vital para la competitividad de sus organizaciones y la viabilidad del negocio. El 76% de ellos cree asimismo que motiva a sus empleados para fomentar la creatividad sus empleados.

En el caso de España, las empresas que impulsan la igualdad y la diversidad multiplican casi por siete esa mentalidad creativa de sus empleados respecto a las que no lo hacen. Lo más importante para que ello suceda es propiciar un entorno laboral estimulante para los trabajadores, que se consigue sobre todo otorgándoles libertad de actuación, es decir, autonomía, y facilidades para conciliar vida profesional y familiar. Este capítulo pesa un 60% en las organizaciones con cultura de innovación desarrollada. Así es como las plantillas de las organizaciones paritarias encuentran menos barreras para innovar (algo que desean hacer el 94% de sus miembros) y tienen menos miedo al fracaso, con lo que son casi dos veces más disruptivas que la media.

Aunque, según los trabajadores, los directivos fomentan la creatividad en el lugar de trabajo menos de lo que creen, de hecho, dan más importancia a las recompensas económicas a la eficiencia de la que tienen para los empleados e infravaloran el propósito de la innovación, que es vital para ellos; en las compañías paritarias españolas la probabilidad de que los empleados sientan que nada les frena para innovar es 12 veces superior que en las menos igualitarias.

Y ese empoderamiento del trabajador está relacionado con que la organización ofrece formación, da libertad para arriesgar, es flexible, sus líderes dan ejemplo en conciliación laboral, se puede trabajar en remoto y los supervisores no ponen problemas para ello. Al contrario de lo que se cree normalmente, tiene menos que ver con la formación de los trabajadores, incluso cuando los empleados son titulados universitarios en las ramas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), ello pesa mucho menos en la mentalidad innovadora que lo anteriormente señalado.

La mentalidad innovadora se basa en el propósito, la inspiración, las herramientas para conseguirlo, la autonomía, la colaboración y la experimentación. Algunas de las empresas que la fomentan en España como resultado de su cultura igualitaria y diversa son Banco Santander, Inditex o Mastercard, según María José Sanz, managing director y responsable del comité de igualdad y diversidad de Accenture en España, Portugal e Israel. A su juicio, “vivimos en el momento de la innovación, en el que todas las empresas nos piden personalización y productos y servicios nuevos, algo que solo se consigue a través de ella”.

Pero España, continúa, no es uno de los países que más importancia da a la creación y su vinculación con la igualdad, los nórdicos están más alineados con esta creencia, mientras que España se sitúa a la altura de Japón, Indonesia y Estados Unidos, “aún queda recorrido”, dice.

Fuente: El País