Desde 1999 dirige el servicio de cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y desde hace dos años preside la Fundación Española del Corazón. Carlos Macaya (Lleida, 1951) está preocupado por el aumento de la obesidad en España y el daño que ocasiona al corazón y al organismo. De ahí que hoy sea miembro de la comisión que evaluará a los candidatos del Premio a la Investigación Fundación Jesús Serra, dotado con 50.000 euros para proyectos relacionados con la nutrición y la salud.

¿Cuál es el objetivo de este premio?

Pretende promover, difundir y sensibilizar sobre la importancia de la alimentación en la salud de los ciudadanos y que la industria alimentaria se preocupe de elaborar productos más saludables.

Existe una mayor preocupación por lo que comemos, pero a la vez aumenta la obesidad. ¿No es contradictorio?

Influye la facilidad de acceso a todos los alimentos y algunos de bajo coste son, lamentablemente, poco favorables para la salud. El crecimiento de la obesidad es un problema, la Administración y las autoridades sanitarias están preocupadas, porque acompaña alteraciones metabólicas; eleva la presión arterial, que no solo afecta al corazón sino también al sistema respiratorio, riñones y cerebro; sube la incidencia de diabetes y perjudica al aparato reproductor; sus efectos son multiorgánicos y, a la larga, va a tener un coste social y sanitario que debemos prevenir.

Ojo con la cantidad de alimentos que comemos; abusar de la dosis es perjudicial para la salud

Hay estudios que demuestran que la carne roja o los lácteos elevan los riesgos de padecer enfermedades, aunque también aportan proteínas y vitaminas. ¿Qué sugiere?

Parafraseo a Paracelso [médico suizo del siglo XV], que decía: “El veneno está en la dosis”. Me refiero a que nuestro organismo, por ejemplo, necesita sal pero no puede pasarse de los 2-5 gramos al día que aconseja la OMS. O las grasas, es preferible las poco o no saturadas. Y traigo a colación que el ácido palmítico, muy debatido en los últimos meses, es fundamentalmente saturado y, dado que es de muy bajo coste y ayuda a la preservación de los alimentos, se utiliza mucho en los productos procesados, desde repostería hasta cárnicos. Por tanto, su abuso es perjudicial y es importante que la industria utilice lo justo. Sería erróneo decir que se tome cero, la leche tiene ácido palmítico y hay que tomarla. Entonces, ojo con la cantidad, en función de la edad, las cifras de colesterol y el metabolismo de cada uno.

Las bebidas azucaradas han creado también polémica.

Hay que tener mucho cuidado con la cantidad de hidratos de carbono que ingerimos, porque se transforman en grasa. Un bote de este tipo de bebidas equivale a las mismas calorías que un filete de 200 gramos. Por eso en los últimos años se ha hecho especial hincapié en este tema, sobre todo en los niños, porque en esas edades se adquieren los hábitos que durarán toda la vida.

Sumado a un estilo de vida cada vez más sedentario.

El deporte es fundamental para el corazón. No solo quemas calorías, sirve para un cuerpo sano, mente sana. Es un grave error adelgazar con ejercicio sin cuidar la alimentación. Entre otras cosas, porque abre el apetito.

España es el país con más hipertensos después de Japón

¿Qué implica una dieta equilibrada?

Que tenga una proporción adecuada de nutrientes fundamentales: hidratos de carbono, grasas insaturadas (preferiblemente aceite de oliva), proteínas como el pescado azul y tres piezas de fruta con su fibra: comer la naranja con su gajo, más que el zumo, que solo aporta azúcar; verduras y legumbres. Estos tres últimos son altamente recomendables.

En cuanto a las enfermedades cardiovasculares, ¿cuál es la situación en España?

Respecto a los factores de riesgo, en los últimos 30 años ha empeorado el sobrepeso y la obesidad. No llegamos a porcentajes de EE UU, pero sí somos de los países de Europa con las tasas más altas. Esto aumenta los casos de diabetes tipo 2 y la hipertensión: después de Japón, somos el país con más hipertensos. Y hemos disminuido el consumo de tabaco, más en hombres que en mujeres, que no ha bajado nada. Esto significa que el número de pacientes con enfermedades cardiovasculares es igual e incluso mayor, mientras que la mortalidad se ha reducido porque los pacientes son mejor tratados: hace seis años la tasa era del 32% y ahora es del 29%.

¿Qué datos maneja en general?

En España se registran del orden de 100.000 infartos anuales, hay unos cinco millones de enfermos con algún tipo de dolencia cardiovascular, excluida la hipertensión, donde hay un millón de pacientes con arritmias.

Carlos Macaya: “La obesidad está aumentando las cardiopatías en España”

¿Por qué se producen más infartos en jóvenes?

La edad pico de la mayor parte de los infartos es a partir de los 60-70 años, pero en jóvenes los hay sobre todo por dos motivos: porque son fumadores empedernidos y tienen infartos a los 40 años o porque tienen una historia familiar de colesterolemia.

El sistema sanitario tiende a retrasar la aprobación de nuevos medicamentos o se dan con cuentagotas, ¿cuál es la razón?

Por los costes. El sistema se sufraga vía Presupuestos y los recursos son limitados. Los nuevos medicamentos no salen por el doble, sino hasta 50 veces más que el anterior, como los nuevos anticoagulantes que valen 100 euros, cuando el Sintrom costaba 2. Estos fármacos se autorizan para indicaciones muy concretas: cuando los enfermos no responden con los habituales. Pero si el paciente los necesita, la Seguridad Social los garantiza.

En cardiología, ¿en qué se ha avanzado?

En un diagnóstico más precoz y preciso, tratamientos menos agresivos e invasivos, en la reparación de válvulas cardiacas sin necesidad de abrir el tórax, a través de catéteres, y en resolver las obstrucciones coronarias con mallas metálicas, acompañado de medicamentos más eficientes.

Fuente: Cinco Días