La tardía inmovilización de los reactores de Boeing es un símbolo adecuado de la erosión del poder blando de Estados Unidos. Después de decir que no había ningún problema tras dos colisiones, la más reciente el domingo, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) del país varó el miércoles los aviones 737 MAX 8 y MAX 9 de Boeing. La FAA suele mostrar el camino, pero muchos otros Gobiernos (UE, China, India, Canadá…) y decenas de aerolíneas ya los habían prohibido.

El poder blando, la influencia que ejerce un país a través de su fuerza cultural, tecnológica y económica, es difícil de medir. Sin embargo, los vaqueros, las computadoras y las películas fueron armas potentes para Estados Unidos durante y después de la Guerra Fría.

El mantra y las políticas del America First (América primero) del presidente Donald Trump han erosionado un poco esa ventaja, y el país cayó al cuarto lugar en el ranking Soft Power 30 (tras Reino Unido, Francia y Alemania) el verano pasado, desde el primero de la lista apenas dos años antes.

La aviación es un buen ejemplo. Los aviones americanos se venden en todo el mundo. La base tecnológica del país permite a Boeing y a sus proveedores mantenerse a la vanguardia de los avances en materiales y software.

Otros países respetan esa ventaja, y los reguladores extranjeros suelen seguir las decisiones de la FAA, por ejemplo, en la aprobación de nuevas aeronaves fabricadas por Boeing.

En el caso 737 MAX, la FAA se había quedado atrás. Cuando aliados cercanos de Estados Unidos con una reputación de regulación sobria, como Reino Unido y Canadá, prohibieron los vuelos, se hizo más difícil evitar la impresión de que el vigilante de Estados Unidos se estaba resistiendo por las razones equivocadas.

El hecho de que los tres más altos cargos de la FAA estén a la espera de ocupantes permanentes y que el administrador en funciones Dan Elwell fuera hasta 2015 lobbista de los fabricantes de aviones no es inu­sual en el Washington de hoy en día. Pero la no intervención del Gobierno y las puertas giratorias no hacen más que reducir aún más la confianza de otros Gobiernos.

Un estudio realizado en 25 países por el think tank Pew Research Center, publicado en octubre, mostró que la imagen de Estados Unidos está declinando: un 70% de los encuestados no confían en el liderazgo de Trump y una proporción similar cree que Estados Unidos no tiene en cuenta, o muy poco, los intereses de otros países.

Es demasiado pronto para saber qué fue lo que influyó realmente en las dos colisiones de Boeing, pero es difícil no pensar que una FAA diferente hubiera adoptado un enfoque más proactivo. Básicamente, han sido otros los que han hecho su trabajo. Incluso sus aliados son cada vez más escépticos sobre el liderazgo de Washington.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días