El pasado reciente de Europa dejó marcadas las cicatrices de la Gran Recesión. El futuro próximo es una cuenta atrás hacia el Brexit y tiene entre sus hipótesis más oscuras un recrudecimiento de la guerra comercial con Estados Unidos, su principal socio. Con cinco millones de parados menos en cuatro años, 20 trimestres consecutivos de crecimiento, y 2017 como el mejor año en una década para los países del euro, el presente más cercano ha sido hasta ahora el gran refugio para el optimismo económico. Pero el primer trimestre del año ha dejado al descubierto la existencia de grietas en esas expectativas: el PIB de los Diecinueve países del euro mejoró un pírrico 0,4%, el peor dato en año y medio, y muy por debajo de su comportamiento en los últimos tres trimestres, cuando creció el 0,7%.

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El bajón era esperado por los principales organismos financieros ante las flaquezas mostradas por Alemania en el comienzo de año. El gran motor de la maquinaria europea junto a Francia se ha enfrentado a un entorno poco propicio. Las conversaciones para formar Gobierno se han alargado durante cinco meses en Berlín hasta que Merkel ha podido retomar el mando de la cancillería. La producción industrial cayó abruptamente en febrero y fue corregida a la baja en enero en el país germano debido a las huelgas de los sectores siderúrgico y eléctrico. Algunos analistas citan factores adicionales: el temporal de frío siberiano que ha azotado el continente en marzo —la llamada Bestia del Este—, ha dañado la productividad. Y una epidemia de gripe, especialmente virulenta en Alemania, ha cerrado oficinas y escuelas e interrumpido el transporte público.

La eurozona frena su crecimiento en el primer trimestre

Pese al retroceso, el Bundesbank no ve señales de peligro, y cree que queda mucho partido de aquí a final de año. «El boom de la economía alemana se mantiene, incluso si la tasa de crecimiento del PIB en el primer trimestre de 2018 pudiera ser notablemente más baja que en trimestres anteriores», apuntó el banco central alemán en su boletín mensual. El presidente del BCE, Mario Draghi, también anticipó esa moderación del crecimiento en Fráncfort la semana pasada. Entonces, como hizo el Bundesbank, habló de factores temporales y de un crecimiento sólido en el largo plazo, pero la estadística vuelve a dar argumentos a su programa de compra de activos frente a los que apuestan por una retirada de estímulos más acelerada.

La interpretación del súbito descenso del PIB como un tropiezo, un mero resbalón en esa historia de éxito en que la UE quiere convertir la salida de la crisis, puede ser aceptada durante un trimestre, pero la mejor previsión es siempre el último dato oficial, y el margen de maniobra se reduce ante próximas cifras. «Esperamos que la actividad recupere algo de impulso en el segundo trimestre. 2018 será otro muy buen año para la zona euro, pero hay que ser conscientes de que los riesgos están aumentando», afirma la casa de análisis Oxford Economics.

La eurozona frena su crecimiento en el primer trimestre

El contexto, sin ser todavía hostil, ha dejado de ser el que era. El escenario macroeconómico no se presenta tan favorable para Europa como lo hacía meses atrás. El euro, aunque ha retrocedido hasta mínimos de dos meses, continúa en una situación de fortaleza frente al dólar, lo que penaliza las exportaciones. Y el petróleo, que ha abaratado la factura del combustible a los europeos en los últimos tiempos, se asienta por encima de los 70 dólares el barril —a principios de 2016 cotizaba a menos de 30 dólares— y ronda máximos de tres años en medio de la tensión entre Rusia y Estados Unidos en torno a Siria.

En términos anuales, el PIB de la eurozona avanzó un 2,5% entre enero y marzo, tres décimas menos que en el último trimestre del pasado ejercicio. En el conjunto de los Veintiocho países de la UE, los síntomas de agotamiento de la economía fueron prácticamente idénticos: en los primeros tres meses el crecimiento fue también del 0,4%, y suma un 2,4% respecto al pasado año.

Fuente: El País