Las compañías familiares en Euskadi son un tema muy serio. Suponen el 84 % del tejido empresarial y aportan el 55,45 % del empleo total de la comunidad autónoma.

Para sobrevivir en el mundo de los negocios se enfrentan a dos problemas principales. Los fundadores de estas sociedades deben acertar en la elección de sus sucesores, puesto que solo el 30 % llega a la segunda generación y apenas un 15 % logra alcanzar la tercera. Una alta tasa de mortalidad causada porque solo la mitad de las compañías planifican estos cambios.

Otra de las dificultades radica en que las propias empresas tienen que adaptarse a los cambios obligados por las demandas sociales.

Ambos retos suponen una disrupción en unas empresas que a veces se dejan llevar por la inercia de “hacer las cosas como siempre y con los mismos al frente”. Cada grupo afronta esa transición de la manera que cree más conveniente, de acuerdo con el sector en el que opera. Unos apuestan por la diversificación. Otros por la formación de grupos con compañías similares para sumar fuerzas. Y queda la vía de abrir el capital a los trabajadores.

Iparcoffee sondea Asturias y Navarra para la compra de empresas familiatres de tostado de café

Algunos ejemplos pueden ilustrar los conceptos anteriores. Como el caso de la corporación Circuito Coliseo, cuyo director general es Gonzalo Beitia. Este empresario impartió una conferencia en la Cámara de Comercio de Bilbao en la que narró la evolución de un grupo con más de 90 años de historia y que apostó por la diversificación para garantizar su continuidad.

Desde el negocio inicial de gestión de salas cinematográficas (ahora suma 67 pantallas), ha ampliado su actividad a los sectores inmobiliario y renovable, entre otros. Además, Beitia está al frente de los centros de Burger King en la zona norte del Estado, una red que factura 67 millones con 57 establecimientos atendidos por 1.600 trabajadores.

Circuito Coliseo está actualmente en manos de la tercera generación, “la mala”, según Gonzalo Beitia, por el pensamiento general de que es la que acaba con los negocios creados por la primera. Esta empresa familiar ya está preparando a los diez miembros de la cuarta generación (27 años el mayor, tres primaveras el más pequeño) para que los más preparados puedan tomar las riendas.

El que dio el primer paso fue Alejandro Beitia, el abuelo del director general, y en 1928. Huérfano a los tres años, se fue a vivir con unas tías a Bilbao, en una vivienda en la Plaza Zabálburu y cerca de los Cines Ideales, en un edificio hoy ocupado por un hotel de la cadena Ibis.

Este emprendedor comenzó alquilando una tienda para la venta de golosinas frente a la sala de los Ideales. El hecho de que el cine fuera en aquellos años una de las pocas ofertas de ocio, ayudó a que el pequeño comercio generara caja suficiente para alquilar las propias instalaciones de los Ideales para luego comprarlos por 1,5 millones de pesetas de 1932.

En una fase posterior, Alejandro Beitia se asoció con su cuñado Julián Reyzabal. Entre ambos adquirieron otro cine en Bilbao, el Coliseo Albia, y dieron el salto a Madrid. Paseando por la Castellana, los dos empresarios vascos fueron comprando huertas, en cuyos terrenos luego edificaron cines, y hasta el Edificio Windsor, destruido en un incendio en 2005.

Con un negocio centrado en propiedades inmobiliarias y salas de cine en Madrid y Bilbao, la segunda generación entra en el negocio pero la primera sigue en la gestión. Las diferencias de criterio producen la primera escisión societaria, en 1969. La rama Beitia se queda con las actividades de Bilbao y los Reyzabal con las de Madrid.

Con la segunda generación integrada por once primos, llegan los miembros de la tercera en la pasada década de los noventa. De esta forma, parte el actual director general. También hay discrepancias sobre las decisiones de inversión. Llegan más rupturas y el grupo se reestructura. De 36 a 12 filiales. Hoy, Circuito Coliseo está formado por tan solo cuatro sociedades. El director general del grupo aconseja esta simplificación por motivos fiscales y ahorros en costes fijos.

El grupo cuenta con su propio protocolo de sucesión. Solo incorpora a familiares si hace falta, “para no crear puestos ficticios”, explica Beitia. Y facilita la salida del capital a aquellos que lo soliciten.

En el periodo 2003-2004 fallece su padre y el negocio del cine comienza a registrar importantes caídas en el número de espectadores. Juegan en contra varios factores, desde la subida de impuestos a la presión de las productoras cinematográficas a las salas, pasando por la competencia de la televisión de pago con contenidos de películas y fútbol. Ahora, incluso hay más contenidos en abierto en la pequeña pantalla.

A consecuencia de esta coyuntura, las salas del grupo en el complejo comercial Max Center vendieron 790.000 entradas en 2004. Para 2017 bajaron a 458.000.

Alejandro Beitia asumió la gestión del grupo. “Empezamos a cerrar cines y a reinventarnos”. Con la estrategia de “poner en rentabilidad” los inmuebles que antes estaban ocupados por las salas de exhibición. Ubicados en buenas zonas de las ciudades, buscaron arrendatarios a largo plazo, con actividades consolidadas que resistieran las crisis cíclicas de la economía.

En Bilbao, el Cine Coliseo se ha convertido en el casino de la capital vizcaína, y en las antiguas salas del Capitol vende Decathlon sus artículos deportivos. Además del citado Hotel Ibis en los Ideales. El grupo vasco también ha alquilado parte de su red de locales a la cadena Burger King.

La diversificación de la corporación vasca ha continuado con la toma de participaciones en empresas cotizadas y tecnológicas, y también con inversiones en complejos fotovoltaicos en África y Sudamérica.

Otra de las vías elegidas por las compañías familiares es la comentada de creación de grupos entre ellas. Por ella ha apostado Cafés El Abra, que en 2010 impulsó Iparcoffee, ahora integrado además por Betiko, Cafés Cantabria, A & S y Conti. Todos del sector del tostado de café. Con 2.000 clientes en hostelería en Euskadi, Cantabria, Aragón y Galicia. Como explican Ignacio Astelarra y César Hernando, director general y director comercial de Iparcoffee, estudian la compra de más empresas, preferentemente de Asturias y Navarra. El perfil de las futuras filiales es el de una compañía familiar cuyo fundador está a punto de jubilarse y quiere garantizar la continuidad del negocio y de la plantilla. Iparcoffee, con sede en Arrankudiaga, factura 7 millones con 60 trabajadores.

Por otro lado, un cambio normativo en Europa, sobre la ley 44/2015 del 14 de octubre, facilita la entrada en el capital de las empresas familiares de sus trabajadores. Desde Asle, la asociación de sociedades laborales de Euskadi, apuestan por esta vía porque garantiza la implicación de la plantilla en el proyecto y mejora sus ratios de competitividad. Asle abrirá su organización, que ahora representa a 287 compañías con casi 7.000 empleados, a las empresas familiares que opten por esa fórmula.

Fuente: Cinco Días