La banca europea ha encontrado un nuevo peligro latente que ha comenzado a preocupar más al sector tras la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de retrasar la subida de los tipos de interés que tanto ha clamado el sistema financiero del Viejo Continente. Las entidades europeas han comenzado a alertar del cada vez mayor distanciamiento que se está produciendo con los bancos de Estados Unidos.

Desde hace un tiempo, varios analistas y otros expertos llevan avisando del poder que están atesorando los bancos americanos frente a los europeos, que no solo no crecen, sino que están experimentando el efecto contrario, están perdiendo tamaño.

Un reciente (13 de marzo) y extenso informe de Deutsche Bank ya alerta de la influencia mundial que está alcanzando de la banca estadounidense frente a la que era hasta ahora la más grande en su conjunto, la europea. “Si la tendencia actual continúa, Europa puede, de hecho, terminar sacrificando otro sector estratégico” para competir con Estados Unidos, reza el documento del banco alemán.

El jefe de investigación y economía de Deutsche Bank, David Folkerts-Landau destaca en el informe la importancia del sector bancario dentro de la economía de un país y, por extensión, de un continente. “El desempeño de la economía de la eurozona está inexorablemente ligada a la salud de su sistema bancario”, afirma, y añade que la dependencia de la economía está tan unida a la de los bancos, que para crecer necesita de unas entidades financieras con unos balances “robustos”.
Advierte que el sistema bancario europeo, el más grande del mundo, se encuentra en un “cruce crítico”, entre la banca japonesa y la de EE UU, y alerta para evitar que su tendencia sea la nipona. Explica que la banca norteamericana cuenta con entidades fuertes que apoyan a las pequeñas y grandes empresas y a los hogares. Mientras que la japonesa sigue luchando por su rentabilidad.

Este documento se conoce justo cuando Deutsche Bank negocia su fusión con el también alemán Commerzbank, unión que daría lugar a un gigante en Alemania, y al tercer banco europeo por activos, con casi dos billones de euros, pero con una capitalización bursátil de solo 27.000 millones de euros, lo que le situaría por debajo de Banco Santander, con 67.180 millones de euros, o de BBVA, con 35.740 millones de euros. En marzo de 2016 Santander rozó los 100.000 millones de euros de capitalización, y se colocó entre los seis primeros bancos del mundo por valor bursátil.

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Esta fusión ha destapado la caja de los truenos. Mientras que Alemania defiende esta unión, el BCE ha declarado que no quiere “campeones nacionales”, y ha abierto las puertas para que se extienda la banca extranjera en los diferentes países europeos.

Fulkerts-Landau se queja en el informe de que la política del BCE de mantener los tipos de interés bajos o en negativo casi un año más no hace más que debilitar a este sector, ya que estas entidades dejan de ingresar más de 8.000 millones de euros al año por esta política de la institución que preside Mario Draghi.

El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, también advirtió el pasado jueves de la amenaza de la banca americana sobre la europea. Aseguró que la banca de Estados Unidos cotiza entre un 30% a un 40% por encima de lo que lo hacia en 2008, en plena crisis financiera, mientras que la europea lo hace con un desplome del 60% sobre ese año. La razón: porque en Estados Unidos los tipos de interés son más altos, y la regulación bancaria, más laxa.

Y aunque Goirigolzarri no ve, de momento, un asalto de los bancos de EE UU sobre la banca europea, lo cierto es que, según varios analistas, que los inversores institucionales, principalmente fondos de inversión, prefieren invertir en la banca americana que en la europea, por lo que cualquier ampliación de capital de una entidad del Viejo Continente está abocada al fracaso si no es con ofreciendo grandes descuentos.

De momento, solo Citi en México ha protagonizado alguna compra de un banco comercial fuera de EE UU, pero eso no significa que esta pasividad sobre la banca europea sea eterna, coinciden dos banqueros.

Goirigolzarri no cree que seguir con tipos bajos pueda producir nuevas fusiones bancarias en España de forma inmediata, y las aplazó a dos o tres años, claro, salvo la que se negocia ahora de Unicaja y Liberbank. Incluso pidió al futuro Gobierno que no interceda para fusionar Bankia con otra entidad. Sí cree lógicas las fusiones entre bancos de distintos países europeos, pero considera que ahora es imposible, dadas las diferencias fiscales y normativas en general existentes entre unos Estados y otros de Europa.

El presidente de la AEB, José María Roldán, también ha alertado en varias ocasiones sobre la amenaza latente competitiva de la banca de EE UU sobre la europea.

Pero las entidades europeas siguen apostando por crecer con fusiones domésticas. El problema es que se puede acotar la competencia local, y no se garantiza la rentabilidad con estas uniones. Bankia, Sabadell, Abanca, Ibercaja y Cajamar son las candidatas del mercado a protagonizar nuevas fusiones tras la de Unicaja y Liberbank.

De momento, Ibercaja debe protagonizar en los próximos meses su salida a Bolsa, que no puede retrasar más allá de finales de 2020 por imperativo legal. Pero es curioso que el Estado no quiera privatizar Bankia ante los bajos precios a los que cotiza, y haya alargado el plazo para su salida del capital a 2021, y obligue (no es una norma del PSOE, aunque es una ley acordada con Bruselas en 2012) a la firma aragonesa a dar el salto al parqué pese al peligro de que se desplome su valoración.

Fuente: Cinco Días