Autor de más de 500 artículos científicos y 200 patentes, Ian Hunter es profesor del Instituto Tecnológico de Massachu­setts y padre de las inyecciones indoloras robotizadas, de sistemas de propulsión en ruedas, de coches solares y de baterías a base de carbono. Estuvo recientemente en Madrid, en unas jornadas organizadas por la Fundación Ramón Areces.

¿Cómo es posible desarrollarr 200 patentes y de sectores tan variados?

Edison inventó más. Vivimos en un mundo donde a la gente le gusta trabajar en solo un área y yo siento que muchos de los retos y problemas que tenemos, como la polución, la falta de agua o la vida saludable de las personas, requieren múltiples disciplinas para encontrar una solución global. Me interesan la biología, la óptica, la mecánica, las matemáticas, la electrónica y la química. Muchas de mis invenciones utilizan, al menos, tres disciplinas.

Fue capaz de crear una empresa con solo 9 años ¿Era su padre emprendedor?

Es posible reducir drásticamente la polución de los coches y las vacas. Estoy trabajando duramente en ello

 Mi padre era un inventor; cuando yo era muy pequeño vio mi interés por construir cosas y con 5 años me facilitó un pequeño taller. Con el tiempo, las construcciones incluían electrónica y después una fresadora. Como tenía mucho interés en la química, me añadió un laboratorio químico. Siendo un niño tenía acceso a electrónica, química y mecánica y a los 10 años integré óptica.

En Nueva Zelanda, con 9 años construía radios y las vendía a otros niños en el cole por el precio que me costaban los componentes. Y la madre de uno, que era una mujer de negocios, me preguntó cuál era mi margen de beneficio. Me insistió en que tenía que venderlo por más de lo que me había gastado en los materiales. Ella me dijo: “Tu tiempo tiene un valor”. Me pagó tres veces lo que pedía y me dio mi primera lección de negocios.

¿Cuál es su tasa de éxito?

Es difícil ser un inventor. Es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Tengo en mi casa 600 metros cuadros de laboratorios con lentes, química, electrónica, mecánica. Me ayudan a convertir mis ideas en invenciones. Ese proceso requiere un largo periodo. Probarlo, construirlo, testearlo, reconstruirlo y, a veces, hasta que no lo montas no descubres que habías olvidado algo importante. El 100% de las patentes soportadas con el MIT salen adelante. Después, hay que licenciarlas o crear una compañía. Normalmente he constituido una empresa, porque así solo te puedes culpar a ti mismo si no va bien. A veces es difícil encontrar el dinero, porque esa idea no interesa mucho. Estos son los problemas que tiene un inventor.

¿De qué invento está más orgulloso?

Es difícil responder. Hay diseños que no han tenido una aplicación comercial inmediata pero con los que he disfrutado mucho, como en intentar crear músculos artificiales con motores, incluso que pudieran ser más impresionantes que el músculo original, con mayor fuerza, velocidad o eficiencia energética. Pienso que si pudiera inventar algo así, sería importante. Inventar no es solo descubrir algo nuevo, sino aportar tecnología a precio suficientemente bajo para que tenga un impacto en el planeta. Si invento tecnología para un vehículo eléctrico como Tesla, solo los ricos pueden permitírselo. El reto no es solo inventar cosas estupendas, sino que puedan ser producidas en masa y con bajo impacto en el medio ambiente. Tenemos que rebajar el coste unas diez o veinte veces.

¿Se pueden crear inventores?

Yo creo que los inventores se pueden crear y hay que empezar desde muy joven, desde niños. El sistema educativo habitualmente falla porque enseña alumnos en una sola disciplina. Creo que es necesario formar al alumno en muchas diferentes áreas. Tengo un programa combinado en el MIT.

Describa cómo la misma tecnología puede implementarse en varios sectores.

Desde joven tuve interés en el principio actuarial de la línea de fuerza Lorentz, que se utiliza cuando se lanza un avión desde un portaaviones o en una pistola electromagnética. Y puede usarse para inyectar fármacos dentro del cuerpo, porque va a la velocidad del sonido sin aguja. El primer modelo era del tamaño de una bazuca, después lo fuimos haciendo pequeño y, como va computarizado, se puede decidir cuán de profundo se podía introducir. Estos avances se van a utilizar en medicamentos contra el cáncer del laboratorio japonés Takeda. También sirve para plantación de semillas y para erradicar plagas. Alguien desde fuera se puede sorprender de que trabajo en agricultura, medicina o cosmética, pero en realidad las distintas aplicaciones usan la misma tecnología.

¿En qué trabaja para frenar el cambio climático?

Hay 1.500 millones de vacas y 1.000 millones de coches, ambos producen 3.000 kilos de C02 por año. Estoy convencido de que es posible reducir drásticamente la polución del transporte y ganado. Lo que me mantiene despierto es la preocupación por la velocidad con la que las nuevas tecnologías de emisiones cercanas a cero se pueden implementar en todo el mundo a tiempo. Trabajo en agricultura para convertir metano en energía eléctrica o usarla como fertilizante. En transporte tenemos la técnica para crear coches y tractores con energía que reciben del sol. En varios países, con estacionar el vehículo en el exterior podrías incluso capturar más energía de la que consume un usuario medio a diario. Es una muy buena noticia.

Fuente: El País