El Comidista es, como saben, un blog muy seguido de elpais.com cuyas recetas, análisis de productos, y artículos relacionados con la alimentación suelen aparecer destacados en la portada web del diario. El 27 de febrero se publicó en dicha portada y bajo el epígrafe ‘nutrición’, un amplio reportaje titulado Comida insana en las máquinas de ‘vending’ de los hospitales, firmado por Rodrigo Casteleiro García.
Tal y como su título indica, el texto ofrecía información detallada sobre los productos que se pueden comprar en dichas máquinas de venta automática, que suelen instalarse para completar la oferta de las cafeterías de estos centros, sujetas a unos horarios no siempre compatibles con las esperas hospitalarias. Casteleiro se puso en contacto con la ANEDA (Asociación Nacional Española de Distribución automática), visitó numerosos hospitales que se mencionan en el texto, y recabó la opinión de diversos expertos para redactar su artículo.
La conclusión fundamental del mismo (y se diría que el motivo que le llevó a tratar tema tan específico) es que la comida (palmeras de chocolate, patatas fritas, doritos, etcétera) que ofrecen estas máquinas al personal de servicio, pacientes no ingresados y familiares de los que sí lo están, es insana, lo que no deja de ser un dato llamativo cuando están instaladas en centros dedicados a cuidar nuestra salud. “Sabemos desde hace años la estrecha relación que guardan esos pseudoalimentos omnipresentes en nuestra vida cotidiana con los problemas de obesidad de este país”, señala el texto, que cita datos de un estudio nutricional de la Revista Española de Cardiología de 2016. El autor informa además, basándose en otros estudios, de que “el consumo regular y en grandes cantidades de estos productos está detrás también de una parte importante de los nuevos casos de diabetes tipo 2”. De ahí que las máquinas expendedoras debieran contener alimentos más saludables (como de hecho ocurre en las de algunos centros privados), como fruta, por ejemplo, y si no los contienen, lamento el texto, sería debido a un problema de costes y a la necesidad que implica de reposiciones más frecuentes.
Raúl Rubio, presidente de ANEDA, se ha dirigido a este periódico, y a Rodrigo Casteleiro, con un largo pliego de quejas que me propongo resumir para no cansar a los lectores.
La crítica fundamental al artículo, y la que encabeza por tanto el escrito del señor Rubio se refiere a “la forma distorsionada que tiene de asociar salud, alimentación y obesidad, con un canal de distribución moderna como es el vending”. Ligada a esta queja está la que suscita la comparación que se hace en el texto entre el proceso de concienciación sobre la peligrosidad del tabaco y el que se irá produciendo con el tiempo a propósito de los productos que se ofrecen en estas máquinas. El señor Rubio reprocha al periodista el hecho de “enlazar los datos de obesidad con los productos que usted quiere poner en solfa para seguidamente poner al canal en el punto de mira”. Desde ANEDA no entienden que se estigmatice a las máquinas expendedoras de los hospitales por ofrecen productor que se distribuyen en supermercados y cafeterías y, por supuesto, en máquinas de otro tipo de centros. A este respecto, el señor Rubio aporta un dato que no he leído en el reportaje y que me parece importante, el vending, dice, “supone solo el 2,9 % del consumo extra doméstico”.
Las discrepancias se extienden a otros puntos, como las iniciativas para lograr una alimentación saludable de Euskadi, o la nueva legislación que se prepara en Murcia o en Andalucía, y que afectará a lo que se ofrece en estas máquinas de distribución.
Los reportajes tienen que contextualizarse so pena de distorsionar la realidad que abordan
Rodrigo Casteleiro ha respondido también de forma prolija a las objeciones, y por tanto, resumo sus respuestas.
El autor puntualiza respecto a la acusación de que relaciona a las máquinas de vending de los hospitales con problemas de salud graves como la obesidad y la diabetes: “Yo no establezco esa asociación, sino la Federación Española de Diabetes. Esto es algo que viene reflejado en mi texto, además de diversos estudios, informes y encuestas de otros organismos al respecto”. El periodista cita otro artículo suyo en el que se relacionan los productos ultraprocesados con la obesidad, y recuerda a este respecto la opinión de Javier García, «dietista-nutricionista y tecnólogo de los alimentos”. Casteleiro defiende que su artículo se centra en las máquinas de vending de los hospitales y en lo insano de los alimentos que contienen, razón por la cual no menciona ni hace referencia a los productos del mismo tipo que se ofrecen en los circuitos hosteleros o en las cafeterías.
Casteleiro considera totalmente fundada la comparación que se hace en el artículo entre la toma de conciencia colectiva sobre la peligrosidad del tabaco que se produjo en su día y la que se está produciendo respecto a la de muchos de los alimentos, “que se venden en las máquinas de vending de algunos hospitales de España”.
Es evidente, desde el titular al punto final, que el artículo se centra en las máquinas expendedoras de bebidas y aperitivos de los hospitales españoles. Sin embargo, los reportajes tienen que contextualizarse, de lo contrario pueden dar una visión distorsionada de la realidad. No parece existir duda de que esas palmeras de chocolate, doritos o patatas fritas, batidos, pizzas calientes, o sándwich de tocino que se citan en el texto son productos insanos, y que los productos insanos son responsables, junto a una forma de vida sedentaria, del aumento de la obesidad en nuestro país, y están claramente ligados a nuevos casos de diabetes de tipo 2.
Ahora bien, aunque en el artículo no se responsabiliza únicamente a las máquinas de vending de fomentar el consumo de productos insanos, tampoco se aclara que su contribución a la mala alimentación global de los españoles es bastante modesta. Hubiera sido necesario señalar el porcentaje del consumo extra doméstico que dichas máquinas distribuidoras representan en España y que, según datos de ANEDA, es muy pequeño (el 2’9%). De ahí que los problemas de obesidad y diabetes se deban, sobre todo, a las malas costumbres alimentarias que ha ido adoptando la población española. En suma, al abandono de la dieta mediterránea que se ha ido produciendo en los hogares, y a una inadecuada dieta general que está presente, a veces, en los menús de los comedores escolares, centros fabriles, o comedores de empresas.
De hecho, la iniciativa del Gobierno vasco para lograr una alimentación saludable que se cita en el texto afecta tanto a los productos que se ofrecen en las máquinas expendedoras como a los menús escolares. E incluye una campaña muy ambiciosa para concienciar a la población en general y para conseguir que los niños y los jóvenes se aficionen a la fruta y a la verdura.
Fuente: El País