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La polémica sobre las emisiones de gases de coche y los experimentos con personas tiene su propia versión en Holanda. Este martes, la secretaría de Estado de Medio Ambiente, ha asegurado al Congreso que “solo se han hecho pruebas para ver los efectos de humo de la calle, supervisadas por un comité médico y de ética; no eran peligrosas”. La explicación llega después de que el Instituto Nacional para la Salud Pública y el Entorno (RIVM en sus siglas neerlandesas) reconociera la existencia “de estudios donde un grupo de personas inhalaron gases de motores de tubos de escape, en diversas concentraciones, nunca dañinas”. Según el Gobierno, “se trabaja con seres humanos, pero no se puede comparar con el caso alemán”.
En las pruebas del RIVM, los voluntarios fueron expuestos durante un máximo de 5 horas a un ambiente “bastante cargado” de dióxido de nitrógeno (NO2), un subproducto de los procesos de combustión de vehículos a motor. “Las cantidades lanzadas ahí superan la norma europea considerada saludable, pero no si se reparten durante un día, como sucede con la gente fuera de sus casas”, según Flemming Cassee, toxicólogo experto en analizar los efectos de la contaminación [respirada] para la salud.
Ante la alarma desatada, portavoces del Gobierno han subrayado que lo inhalado en dichas pruebas “es similar a lo respirado en la calle -incluido el humo de los motores diésel- y la cantidad de gases de tubo de escape se controlaron”. Y sobre todo, “la prueba no fue patrocinada por la industria automovilística”.
Otros estudios
El escándalo destapado hace unos días por el New York Times y la prensa alemana revela que una fundación financiada por los tres gigantes del motor alemán, Volkswagen, BMW y Daimler, encargó experimentos con monos y seres humanos para comprobar si las emisiones de los nuevos motores diésel eran dañinas para la salud. Thomas Steg, el responsable de relaciones públicas de Volkswagen, ha sido apartado de sus funciones tras admitir que estaba al corriente de la prueba con monos.
También el toxicólogo holandés Paul Borm detalla en un trabajo de 2012, firmado en colaboración con otros colegas, y colgado en la página oficial del RIVM, “los efectos causados en el cerebro, pero no en la capacidad cognitiva, por una exposición corta a nanopartículas ricas en humo diésel”. Según dicho estudio, efectuado en Holanda, 12 personas entre 19 y 26 años fueron expuestas durante una hora a concentraciones bajas de humo de diésel. En otros ensayos anteriores, citados al principio del texto, se hizo con proporciones más altas. Cada voluntario, metido en un cubo hermético y transparente, inhaló los humos a través de un embudo colocado en la boca y nariz.
Fuente: El País