Puede que a menudo no estemos familiarizados con sus marcas, pero las empresas medianas son, en muchos sentidos, la columna vertebral de las industrias nacionales y de la propia economía mundial.

Estas empresas –que emplean a entre 200 y 2.000 personas– contribuyen de manera significativa al crecimiento y respaldan millones de empleos en todo el mundo.

Según un informe que hemos realizado recientemente, las empresas medianas de economías como Estados Unidos, China, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia impulsaron el PIB mundial en 9 billones de dólares en un año, lo que es equivalente a la producción económica combinada de Alemania y Japón. Además, dieron empleo a 208 millones de personas directamente, el mismo tamaño que la población de Brasil.

España no es una excepción. De hecho, las pequeñas y medianas empresas suponen la mayor parte del tejido empresarial, un 98% del total de compañías , y son las que más impulsan la creación de puestos de trabajo (en el segundo trimestre 2017 han registrado el 71% del total de afiliaciones registradas). Su volumen de negocio y alcance ha aumentado gracias a las nuevas tecnologías.

El verdadero impacto de las compañías de este tamaño es aún más profundo, ya que crean oportunidades para que sus proveedores y sus empleados gasten sus salarios en negocios locales. Y su impacto está creciendo. Los datos más recientes nos dicen que su contribución directa al PIB mundial aumentó a un ritmo más rápido que el de sus economías en general. Sin embargo, estas empresas podrían lograr un crecimiento aún mayor si se aprovechan del comercio internacional.

En la actualidad, según un estudio de FedEx Express, el 86% de las pymes españolas que exportan genera ingresos gracias al comercio electrónico, mientras la media europea se sitúa en el 80%, lo que sin duda es un impulso para la internacionalización que están experimentando algunas empresas del país. Actualmente, solo el 15% de los ingresos de las empresas incluidas en el estudio proviene de las exportaciones y sus planes de expansión se suelen centrar más en su mercado interno que en el exterior.

Esta podría ser una oportunidad perdida.

Pero si quieren lograrlo hay barreras que tienen que superar. A veces se describe a este tipo de empresas como el “hermano mediano”: demasiado pequeño para ejercer la influencia política de una multinacional y demasiado grande para beneficiarse de los incentivos y el apoyo brindado a las empresas más pequeñas y start-ups. Como resultado, a veces se pasan por alto los distintos desafíos a los que se enfrentan.

En este sentido, algunas empresas de mediano tamaño se consideran hábiles a la hora de adoptar nuevas tecnologías. No obstante, la atracción de talento y la escasez de perfiles adecuados es una de las mayores dificultades que tienen.

De hecho, la falta de trabajadores cualificados suele ser una situación común en industrias con alta necesidad de empleados altamente formado como empresas de servicios profesionales, servicios financieros y tecnología de la información.

En cuanto a la diversificación en el exterior, la principal prioridad para la mayoría de las compañías medianas que consideren dar este paso es simplemente mejorar su inteligencia de mercado: entender a sus clientes potenciales, competidores y socios. El asesoramiento por parte de los organismos públicos, las asociaciones de comercio y los bancos pueden ayudarles a explorar el mercado y dar sus primeros pasos.

Además, la tecnología puede presentar nuevas oportunidades. Internet ahora permite que muchos alcancen mercados en el extranjero sin necesidad de establecer una presencia física, por lo que en algunos sentidos la expansión internacional nunca ha sido tan fácil como ahora, incluso para las empresas más pequeñas.

Las firmas de tamaño mediano españolas, al igual que en la mayoría de países, ya hacen una gran contribución al futuro. Es vital que reciban el soporte adecuado para ayudar a desbloquearles.

Noel Quinn es Chief Executive de Global Commercial Banking de HSBC

Fuente: Cinco Días