Los británicos siguen siendo los primeros compradores extranjeros de viviendas en España. El pasado año adquirieron 10.127 casas, un 10,7% más que en 2017 (9.145 unidades) y la mejor cifra desde el inicio de la crisis. Representan el 15,5% de las operaciones realizadas por internacionales, según el Colegio de Registradores. La demanda se ha ido recomponiendo tras la caída que se produjo con el anuncio del Brexit en 2016. En el segundo semestre de aquel año se desplomó un 23,6% y continuó en la primera mitad de 2017, con otra caída del 16%. Pero, el interés inmobiliario de los británicos se ha recuperado.

Y lo ha hecho a pesar de que con la amenaza de un Brexit duro las cosas no pintan nada bien para este comprador, que sigue soñando con tener una casa bajo el sol del Mediterráneo español. «El Banco de Inglaterra ha rebajado las perspectivas de crecimiento del 1,7% al 1,2% para 2019 y señala una caída en la confianza del consumidor británico. A ello se une una depreciación de la libra superior al 12% desde la celebración del referéndum, que provoca un encarecimiento relativo de la vivienda en España», señala Antonio Hernández, socio responsable de Internacionalización y Brexit de KPMG en España.

El día de salida británica (en principio, el 29 de marzo) se acerca y la posibilidad de un Brexit sin acuerdo podría poner fin a un idilio que viene de lejos. «La economía podría caer hasta un 10% en 2023 y en ese caso habría que estar atentos a los impactos sobre la demanda británica que, con toda probabilidad, afectarán a las decisiones de consumo e inversión de todos los agentes económicos», opina Hernández. Algunos lo dan casi por hecho: «Desde el anuncio del Brexit ya se ha producido la bajada de las compras. Todo nos lleva a pensar que tendrá mayor rotundidad», señala Antonio Olmedo, presidente de la Asociación Provincial de Promotores Inmobiliarios y Agentes Urbanizadores de Valencia. Aunque la provincia valenciana ha capeado bastante bien el temporal. Las compras han pasado de 461 casas en 2017 a 552 en 2018, lo que supone un aumento del 19,7%, según el Colegio Notarial de Valencia. Y en la de Alicante —su destino predilecto, junto con Costa del Sol y las islas—, han pasado de adquirir 4.500 casas en 2017 a 4.931 en 2018 (9,5% más), según la misma fuente.

En la provincia de Málaga, los británicos han sido y siguen siendo el primer mercado, pero el Brexit se viene notando desde el año 2015.»De las 1.609 viviendas vendidas en 2015, se pasó a 1.197 en 2016, entendemos debido al efecto del Brexit. Esta caída se ha moderado en 2017 y 2018, donde se han vendido en torno de 1.300 viviendas a británicos, aunque por debajo de las cifras alcanzadas en el año 2015″, indica Violeta Aragón, secretaria general de la Asociación Provincial de Constructores y Promotores de Málaga.

No es fácil predecir lo que ocurrirá, aunque la Asociación de Promotores y Constructores de España cree que el vínculo es demasiado fuerte. «Invierten y compran aquí por la calidad de vida, gastronomía, infraestructuras, cultura, clima… y todo esto es ajeno al Brexit», dice Daniel Cuervo, su secretario general. Esto no quita para que la patronal reconozca que «si hubiera una pérdida de derechos y una mayor carga fiscal afectaría muy negativamente en las compraventas de viviendas».

Calma tensa es lo que se ha vivido estos meses previos, en los que, de momento, no hay miedo al desplome del negocio. «Ajustarán presupuestos por la devaluación de la libra pero seguirán comprando, como hasta hoy», apunta Tom Maidment, socio de la agencia Lucas Fox. «Los británicos que han decidido comprar en España lo van a hacer de todas formas, con Brexit duro o suave. Y en el peor de los casos, somos optimistas porque hay muy buena relación entre el Reino Unido y España y el Brexit no va a cambiar esto», comenta Alex Radford, abogado inglés y español y socio fundador del despacho My Lawyer in Spain, que recuerda que en 2018 casi 18 millones de británicos visitaron España, seguido por 11 millones de alemanes. Eso sí, el abogado reconoce que a los ciudadanos que pensaban jubilarse en España les preocupa el acceso al sistema sanitario, ya que sin acuerdo tendrían que contratar un seguro médico privado sin copago, «que puede ser costoso». En torno a una cuarta parte de las compras son por parte de jubilados ingleses.

Sus preocupaciones pasan por más frentes, como una mayor devaluación de la libra, que hará que pierdan poder adquisitivo. «Si hay un Brexit sin acuerdo y la libra cae, automáticamente va a bajar la inversión», admite Carles Vergara, profesor del departamento de Dirección Financiera de IESE Business School. No obstante, Radford recuerda que la libra ha ganado algo de valor (1,16 euros por libra, frente a 1,11 de hace un mes). Otras trabas serían el IRPF para no residentes y los problemas burocráticos (visados de entrada). Los impactos también pueden ser fiscales. «Los no residentes británicos que adquieren una vivienda en España tributan a un tipo reducido del 19% por los rendimientos obtenidos, pudiendo además deducirse gastos por el alquiler, como intereses hipotecarios, IBI, seguro, comunidad, suministros….A partir de la retirada pasarían a tributar a un tipo del 24%, no siendo deducibles los gastos», recuerda Antonio Hernández, de KPMG.

Ante una hipotética caída de la demanda británica, algunas empresas ya están empezando a diversificar hacia los mercados del norte de Europa y Asia. «Está creciendo mucho las compras por escandinavos, aunque en segunda posición están los franceses seguidos de los alemanes», dice Cuervo.

400.000 permisos

No menos incertidumbre había —hasta la pasada semana— con los británicos que ya residen en España. El Gobierno prevé expedir nuevos permisos de residencia a unos 400.000 británicos si el Reino Unido abandona la UE de manera abrupta. La mayoría reside en zonas costeras y, de hecho, la mayor colonia de británicos está en la provincia de Alicante (residen casi el 28% de los empadronados), seguido de Málaga.

Por ahora, las inmobiliarias no han notado un alza en las ventas. «No se espera un éxodo, porque la calidad de vida que disfrutan aquí la seguirán teniendo y no creemos que quieran abandonarla», dice Olmedo. Los que vendan sus casas lo harán en euros para ganar poder adquisitivo y, además, tendrán margen para bajar precios. El problema es que se pueden encontrar con que «no hay mercado para la venta, porque la segunda residencia no es tan líquida», avisa el profesor del IESE.

Fuente: El País