Menos de 40 metros cuadrados son suficientes para vivir y, además, vivir bien, sin estrecheces. Es lo que defienden los propietarios y constructores de minicasas (tiny houses), una corriente, casi una moda, que gana adeptos por el mundo. Aboga por reducir el tamaño de las viviendas con todo lo que eso supone: precios de compra más bajos y equiparables a lo que cuesta un coche nuevo, menor mantenimiento y menor gasto energético. El germen se sitúa en Japón en la década de los noventa consecuencia de los precios desorbitados de la vivienda, pero es en EE UU donde la corriente estalla impulsada por la crisis económica e inmobiliaria de 2008. Y también en Reino Unido, donde se han publicado varios libros y existe una asociación de propietarios de casas pequeñas. El movimiento recala en Francia en 2013 y desde hace unos años también en España, donde la tinymanía ha empezado a despertar simpatías gracias a un programa de televisión llamado Minicasas.

Casa modular del estudio [baragaño] de 39 metros.Casa modular del estudio [baragaño] de 39 metros.

Cada vez son más las empresas españolas de viviendas prefabricadas que están incluyendo modelos minis en sus catálogos porque, según dicen, «ha crecido mucho la demanda y el interés». Aunque su conquista no va a ser sencilla: «En España todavía hay mucha reticencia porque pensamos en casas grandes», dice Daniel Corbí, uno de los arquitectos de la empresa Microcasas, Pequeñas casas Bioclimáticas, que ha realizado desde el pasado año cuatro proyectos. Aquí, «siempre se ha valorado una vivienda por su tamaño, independientemente de la calidad de la misma», añade Sergio Baragaño, director del estudio [baragaño] y creador de las viviendas modulares de la marca B Home junto a ArcelorMittal.

En estas minicasas, menos es más. Cada centímetro tiene un uso y además son desmontables, transportables, ligeras, personalizables, ecológicas, y al alcance de casi cualquier bolsillo. Importa la calidad y no la cantidad de metros, estancias o muebles. «Preferimos hablar de actividades que de espacios. Es importante pensar de una manera distinta», dice Pablo Saiz, arquitecto de Modulab Arquitectura y Vivienda.

Son casas «con una superficie menor de 40 metros cuadrados donde tal vez lo menos acertado sea su nombre, ya que pueden ser mucho más ricas espacialmente que cualquier otra vivienda y con mayor calidad. En el estudio les llamamos maxicasas», explica Baragaño. Para este arquitecto, que siente admiración por las minicasas japonesas y que tiene la firme convicción de que no es necesario tanto espacio para vivir mejor, «40 metros bien diseñados pueden ser un lujo. Deberíamos empezar a introducir conceptos como el volumen y pensar en metros cúbicos y no solo en metros cuadrados, la calidad y versatilidad del espacio y la luz «. Porque pequeñas no significa de peor calidad, de hecho muchas de las empresas españolas han dotado a estos inmuebles de diseños bioclimáticos y alta eficiencia energética.

Con ruedas o sin ellas, las casas minúsculas se pueden llevar a cuestas, de forma que en lugar de comprar una parcela se puede alquilar. Pero, además, las tiny houses parten de un compromiso con el medioambiente y con el menor consumo energético. Algunas son autosuficientes. Lo habitual es emplear materiales más naturales y saludables en su fabricación. «Su esencia forma parte de un movimiento que defiende que vivir a pequeña escala consumiendo poca energía es posible», indica Corbí. Uno de los sistemas constructivos más usados es el de estructura de madera en entramado ligero. Aunque también las hay de hormigón armado y acero.

Otra de las motivaciones de los usuarios de las microcasas es económica. «Cuantos menos metros, menos gastos de construcción, de mantenimiento, de luz o de calefacción. Sus propietarios se benefician de precios de compra pequeños. Depende de los acabados, pero «estamos trabajando en el entorno de los 1.000 euros por metro cuadrado. Es decir, una vivienda de 30 metros está en 30.000 euros», aclara el arquitecto Baragaño, que tiene dos modelos y varios encargos de ampliaciones de viviendas con módulos menores de 40 metros en Baleares, Asturias y Helsinki.

La minicasa transportable diseñada por la firma Ábaton Arquitectura se llama ÁPH80. Apenas tiene 27 metros cuadrados y puede instalarse en casi cualquier sitio. El espacio se divide en un dormitorio, un salón con cocina y un baño. Es autosuficiente, transportable por carretera y su precio parte de 21.900 euros. Se fabrica en un plazo de seis a ocho semanas y se monta en la parcela en un día. La firma ha vendido más de una veintena, sobre todo a clientes del norte de Europa. En España, la demanda llega de Cataluña y Galicia. «En el norte de Europa es un concepto que culturalmente está mucho más arraigado. En España está despertando mucho interés pero hay menos demanda real. Vendemos solo un 20% de nuestras casas aquí», señalan. Cuatro han fabricado en la empresa Microcasas. Una casita de 40 metros equipada con la máxima eficiencia energética (calificación A) cuesta desde 1.200 euros. Y la firma asturiana Ladishouse ofrece dos modelos: el más barato, de madera, por 36.500 euros.

Segunda residencia

En España, el destino de la mayoría de estas viviendas es la segunda residencia. Son transportadas hasta las parcelas para su uso los fines de semana o vacaciones. También para ampliaciones (despacho, habitación, almacén, estudio, despensa). «En Arturo Soria, en Madrid, la vivienda modular que estamos haciendo incorpora una minicasa para invitados», cuenta Baragaño. No todas pueden ser usadas como vivienda principal, ya que lo impide la normativa urbanística de cada ayuntamiento.

En Madrid, por ejemplo, la superficie mínima debe ser de 25 metros útiles, mientras que en otras ciudades es de 36 metros. «La mayor parte de las minicasas esta fuera de lo que se considera vivienda si se realizan por debajo de los 36 metros en general. Otra cosa es el uso, es decir, como habitación de invitados, como módulo habitacional con el que disfrutar una terreno en el campo», advierte Saiz. Por esto, la empresa Modulab fabrica entre los 18 y 45 metros (en este último caso sí podría ser vivienda). Se venden equipadas y el precio va desde 22.000 euros para un modelo de 18 metros hasta 40.000 por 45 metros. Otra traba es la falta de regulación. «Las leyes del suelo se hicieron para evitar la creación de asentamiento urbanos ilegales que demandasen suministro de agua, luz y saneamiento. Esto se salva si son casas autosuficientes», dice Corbí.

Fuente: El País