El colapso de Carillion ha revelado una nueva forma de locura bancaria. El quebrado contratista británico financió gracias a los bancos cientos de millones en pagos a proveedores cuando su efectivo se iba agotando. El proceso, conocido como “factorización inversa”, parece una forma lucrativa para los bancos de proporcionar crédito a corto plazo. Pero la insolvencia expone la verdadera magnitud de los riesgos.
La negativa de los bancos a prestar más dinero a Carillion lo llevó a la insolvencia el día 15. Entidades como Santander UK, Barclays y Lloyds se enfrentan ahora a pérdidas de hasta 1.100 millones de euros que les debe. Pero fue su excesiva dependencia de una forma concreta de financiación de facturas lo que alertó a los inversores.
La factorización, a secas, es un método de financiación común en el que una empresa vende a un banco una factura que ha emitido a un cliente, garantizando el pago anticipado a cambio de unos pocos intereses. Es una forma popular de que los pequeños proveedores obtengan crédito, porque en la práctica el banco presta a sus clientes, a menudo más grandes.
La factorización inversa da la vuelta a esta técnica. Empresas como Carillion utilizan el crédito para pagar las facturas anticipadamente. Esto permite que los proveedores reciban su pago en unas pocas semanas, mientras que la empresa ahorra dinero al no pagar el banco hasta más tarde. Esto solo funciona mientras la compañía pueda pagar. En el caso de Carillion, las grietas comenzaron a aparecer cuando anunció que pagaría las facturas a 120 días, un tiempo inusualmente largo. En junio de 2017, Carillion estaba atrapado por un promedio de 469 millones de euros.
La factorización inversa puede parecer una forma inteligente de que los bancos obtengan un margen adicional en un entorno de tipos bajos. Pero requiere que las compañías sigan creciendo y acaben reduciendo su dependencia de la técnica, o tener lista una fuente financiera alternativa. Carillion no la tenía. Eso debería enseñar a los bancos que, a pesar de que pueden ganar financiando compañías con problemas de liquidez, existe un punto de inflexión en el que la financiación inteligente puede producirles grandes pérdidas.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.
Fuente: Cinco Días