Treinta y tres años son muchos en California si eres una empresa y tu negocio es la tecnología. Ya han pasado más de tres décadas desde que un matrimonio de ingenieros informáticos, trabajadores de la Universidad de Stanford, creasen una empresa de tecnologías de la información (IT), californiana hasta en el nombre –Cisco viene de San Francisco- y el logotipo –un remedo del famoso puente de la ciudad-. Hoy Cisco emplea a 73.000 personas por todo el mundo (320 en España) y tiene unos ingresos anuales de 48.000 millones de dólares. Y aunque ya no es la empresa con mayor valor bursátil del mundo, honor que logró en 2000 y que ahora posee Apple, mantiene su peso en la economía digital compitiendo con todo tipo de rivales, como Microsoft, Amazon Web Services, HP, Dell o Huawei.
Ocurre que ni los más digitales se libran de los dolores de cabeza que provoca la digitalización, y Cisco lleva un tiempo tratando de adaptarse a un nuevo mercado: ya no es nada sencillo hacer negocio con el hardware, y los clientes piden flexibilidad y ahorro de costes. El encargado de escudriñar el horizonte y decidir desde la cúpula es Kevin Bandy, su CDO (Chief Digital Officer) desde hace dos años. Enjuto y algo encorsetado, recibe a EL PAÍS RETINA en las asépticas oficinas españolas de la multinacional, en la periferia norte de Madrid, ciudad que visita como escala de un viaje europeo que seguirá por Lisboa y Suiza.
“Mi trabajo es hacer de Cisco el mejor ejemplo de transformación digital”, dice Bandy. Y eso, más allá de operativas internas, se traduce en que la compañía se esté convirtiendo “casi en una empresa de consultoría, porque la conversación con los clientes ha cambiado: ya no hablamos de IT, sino de estrategias de negocio”. Ahí está el giro disruptivo, por utilizar el adjetivo de moda en el sector: “Por primera vez en la historia, la tecnología determina los planes de negocio. Antes se elaboraba un plan de negocio y luego se utilizaban las tecnologías disponibles. Ahora la tecnología es el catalizador de casi cualquier estrategia”.
- La tecnología como un todo
¿De qué tecnología hablamos? “Si pensamos en ellas de forma individualizada, estamos cometiendo un error”, sostiene Bandy. Cadena de bloques, inteligencia artificial, internet de las cosas… Todas están relacionadas y han de verse como un todo, que supone oportunidades y también enormes riesgos: “Esto es mucho más grande que el desarrollo de internet a mediados de los noventa. Blockchain, por ejemplo, va a tener un impacto enorme, y eso que al principio se pensaba que solo afectaría al sector financiero. En los próximos tres años el 40% de las grandes empresas habrán perdido un tercio o más de su mercado”.
Cisco sabe que no es inmune a estas riesgos, y por eso ha adquirido 21 empresas, especializadas en todo tipo de tecnologías en los apenas dos años que lleva como consejero delegado Chuck Robbins. Un periodo en el que también ha pasado por un recorte de plantilla del 7% y en el que los resultados se han resentido: en su último año fiscal, concluido en julio, la empresa ganó 2.400 millones de dólares, un 14% menos. Además, Cisco ha desarrollado una serie de alianzas, como un acuerdo con Google rubricado en octubre para desarrollar conjuntamente nubes híbridas, uno de los puntos fuertes de Microsoft Azure, la rama de cloud computing de la empresa creada por Bill Gates. Las nubes híbridas son más baratas que las privadas y ofrecen más seguridad que las públicas; su uso es especialmente interesante para compañías que manejan datos sensibles.
Antes se elaboraba un plan de negocio y luego se utilizaban las tecnologías disponibles. Ahora la tecnología es el catalizador de casi cualquier estrategia”
Aunque Bandy insiste en que todas las tecnologías han de verse como una unidad, muestra algo más de entusiasmo al hablar de inteligencia artificial –“los consumidores ya confiamos en ella, ahora las empresas tienen que aplicarla de verdad”- y el Internet de las cosas, pues “es la tecnología que va a alojar a todas las demás”. En este terreno la principal apuesta de Cisco fue la adquisición, a comienzos de 2016, de Jasper Technologies, por 1.400 millones de dólares. Se trata de una plataforma de conexión para el Internet de las cosas que además ofrece SaaS (software como servicio) a sus clientes.
Cisco recalca que a través de Jasper puede conectar todo tipo de aparatos, desde motores de avión a marcapasos (nota televisiva: ¿se acuerdan del asesinato del vicepresidente en Homeland?), pero el principal negocio del Internet de las cosas puede estar en los vehículos conectados. Bandy matiza: “Nos podemos quedar deslumbrados por el coche autónomo, pero hay mucho más”.
- La revolución sobre cuatro ruedas
Ese deslumbramiento también se puede producir con otra tecnología, el fog computing o computación en niebla, un término acuñado por la propia multinacional estadounidense. Se trata de una plataforma informática que permite analizar y procesar datos sin necesidad de subirlos a la nube, reduciendo así su latencia. “Si mi coche autónomo detecta un animal en la carretera a cincuenta metros, no quiero que mande esa información a un centro de datos, sino que actúe en consecuencia en el poco tiempo que hay hasta que me choque. Ese es el poder del fog computing: tener la inteligencia de poner datos dispersos en el centro de decisión, no es un data center alojado en la nube”. Pero la computación en niebla ya tiene usos más cotidianos y hasta prosaicos: se está utilizando en agricultura para detectar problemas como bacterias o estrés hídrico.
Bandy parece un convencido de los superpoderes de la tecnología. “Dentro de solo tres años, la combinación de inteligencia artificial y machine learning hará que la máquina no analice un problema, sino que dé soluciones antes de que este se haya presentado”, aventura. Pero sí se muestra algo más pesimista sobre la adaptación del mercado laboral a la economía digital. Asegura que ya hay sin cubrir un millón y medio de puestos en ciberseguridad, porque las empresas no encuentran lo que necesitan: “La falta de destrezas profesionales va a ser un problema para todo tipo de compañías”. Escasea el talento, o eso dicen las empresas, y como mandan los cánones de la economía digital, Cisco trata de cerrar esa brecha con sus propios hubs de innovación repartidos por todo el planeta, uno de ellos en Barcelona. “Tenemos que ser rápidos, proactivos, tenemos que mantener el ritmo de la innovación: los planes de negocio cambian cada 18 o 24 meses”. Treinta y tres años de historia son en consecuencia una eternidad: la transformación digital no da tregua ni a sus pioneros.
Fuente: El País