La imposición de aranceles a la importación de EE UU es tan solo el primer capítulo de una guerra comercial que promete muchos más capítulos en el futuro. El Ejecutivo presidido por Donald Trump ha fijado aranceles del 25% para las compras de acero y del 10% para el aluminio, ha amenazado con establecer recargos para la adquisición de vehículos y ha sugerido que también podría hacerlo sobre las ventas de electrónica y telecomunicaciones en China.

De la parte de intercambios comerciales se ha saltado sin apenas pausa a la de las inversiones. Y el ejemplo más claro se produjo la semana pasada. EE UU vetó la compra del fabricante de microprocesadores Qualcomm por parte de su rival Broadcom, domiciliado en Singapur “por razones de seguridad nacional”. La compañía asiática había ofrecido 94.500 millones de euros por hacerse por hacerse con su competidor norteamericano, en lo que habría sido la mayor fusión del sector tecnológico. El veto se hizo público en una orden ejecutiva, en la que además de prohibir la compra se establecían otras dos líneas rojas: Broadcom tenía que desistir de volver a intentarlo en el futuro y también tenía que evitar proponer integrantes para el consejo de administración de su competidor directo. “Existen evidencias creíbles que me llevan a creer que Broadcom adquiriendo el control de Qualcomm podría llevar a cabo acciones que amenazarían la seguridad nacional de EEUU”, declaró Trump para justificar la decisión.

No es el único caso. El auge del proteccionismo comercial y el temor a la llegada de inversores, fundamentalmente asiáticos, a sectores considerados estratégicos, ha paralizado en los últimos tres años seis operaciones empresariales por valor de 100.000 millones de euros. Y esos seis vetos se reparten de forma equilibrada entre EE UU y Europa. En el caso de EE UU, los vetos los marca el Comité para la Inversión Extranjera en EE UU (CFIUS por sus siglas en inglés), en el que están representados miembros de 16 grandes departamentos gubernamentales. Además de la compra de Qualcomm, este comité ha vetado otras dos operaciones en el último año: la de ArtFinancial (del grupo chino Alibaba) sobre Moneygram (cambio de divisas y transferencias) por 975 millones de euros, y la de Canyon Bridge Capital Partner (China) sobre Lattice (semiconductores) por 1.050 millones de euros. En ambos casos, la justificación para el veto es la misma que en el caso de Qualcomm. Entre las tres suman 96.500 millones de euros.

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El papel del CFIUS, sin embargo, no se limita, a vetar operaciones de compra en EE UU. También tiene un derecho de facto para vetar compras fuera de su territorio que puedan comprometer la seguridad nacional. Una de las tres operaciones que se han bloqueado en Europa contó con la desaprobación del Comité. Se trataba de la compra de Lumileds, la división de leds de Philips, con sede en California, a Go Scale Capital, de capital chino, por 2.700 millones de euros en 2016. La tecnológia LED funciona con semiconductores, considerada por el Ejecutivo norteamericano como una actividad crítica para la seguridad nacional.

Las otras dos grandes compras abortadas se produjeron en Alemania. El ministerio de Economía y Energía revocó el permiso concedido en septiembre de 2016 para que el inversor chino Fujian Grand Chip Investment (FGC) se hiciera con la empresa de semiconductores Aixtron por 670 millones de euros. Aquí no intervino el CFIUS, pero sí lo hicieron los servicios secretos de EE UU, advirtiendo que los productos de Aixtron también podrían utilizarse para fines militares. El segundo veto a una compra empresarial se produjo en 2016 ante el interés de varios inversores chinos en la adquisición de la división de lámparas de Osram, el segundo mayor fabricante de iluminación del mundo, por un importe cercano a los 400 millones de euros. El Ejecutivo alemán reclamó una prórroga para estudiar las implicaciones de la operación y finalmente dio su visto bueno en marzo de 2017, ocho meses después.

Entres las tres operaciones bloqueadas en la UE suman 3.770 millones de euros, que sumados a los 96.500 procedentes de los vetos a las compras de Qualcomm, Money Gram y Lattice en EE UU suman algo más de 100.000 millones de euros.

Alemania ha sido el primero en la UE que ha endurecido su legislación para protegerse del capital chino. En julio de 2017 aprobó una nueva legislación que ampliaba su capacidad de veto, siempre y cuando hubiera inversores extranjeros interesados en adquirir al menos al 25% de una empresa alemana, “con el objetivo de asegurarse que no suponen un peligro para el orden público o la seguridad nacional”. De este modo también se ampliaba de dos a cuatro meses el plazo del que disponía el Ejecutivo para recabar información y también se extendía la aplicación del veto a otros sectores que hasta ese momento estaban al margen, como tecnología armamentística o la informática.

Avisos en Italia y Francia

Italia y Francia son otros dos países en los que la masiva entrada de capital chino en empresas nacionales ha encendido todas las luces de alarma. En el caso de Italia, el gigante asiático Great Wall mostró interés por comprar Fiat Chrysler, el octavo fabricante de coches del mundo aunque finalmente su propuesta no prosperó. En el de Francia, el ejecutivo de Emmanuelle Macron alertó sobre el excesivo peso que estaba adquiriendo el grupo chino Jin Jiang en Accor Hoteles, la tercera hotelera del mundo, al elevar su participación en el accionariado al 15% del total.

Fuente: Cinco Días