Inmersa en un proceso de inevitable reestructuración, la prensa escrita atraviesa por una crisis terminal. No encuentra un modelo para sobrevivir y su debilidad contribuye a la expansión de la posverdad y las fake news en las redes sociales, ha alertado este jueves el presidente del grupo PRISA y EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, quien ha criticado «la falta de rigor y credibilidad» que impera en Internet, un territorio que se ha convertido en «un basurero de opiniones». «Hay diarios digitales respetables, pero hay también una gran cantidad de sistemas organizados para generar desinformación y chantajes», ha sostenido durante su intervención en el Foro de la Nueva Comunicación el también académico, que ha sido presentado por Baltasar Garzón como «un personaje fundamental». El exjuez ha elogiado la trayectoria profesional de Cebrián por haber  mantenido «la misma línea comprometida, progresista e incómoda para el poder, al que siempre ha cuestionado».

En su discurso, Cebrián ha analizado el futuro de la prensa escrita, un sector industrial asentado en un modelo de negocio caduco. Tras exponer que los periódicos quizá puedan sobrevivir diez años, ha expuesto que el continuo descenso de la circulación de ejemplares y de la facturación publicitaria está generando «una pérdida masiva de empleo» sin que ningún Gobierno haya hecho nada. Tras criticar la «absoluta afasia» tanto de Ejecutivos del PP como del PSOE, ha afirmado que no se trata solo de ayudar a una industria concreta sino de ayudar a entender cómo se forma la opinión pública, que es un pilar básico «para la supervivencia de la democracia». «La industria se encuentra ante un momento muy complicado: se está produciendo una pérdida de empleos, una caída de los ingresos y, por tanto, una incapacidad económica de emplear los medios necesarios para garantizar una información fiable y un aumento de los sistemas de chantaje, corrupción y desinformación  en las redes sociales».  

Ante el retroceso de todos los diarios en papel, el presidente de PRISA lanzó un aviso a la sociedad: «No solo estamos ante un proceso de reestructuración industrial gigantesco, sino ante un cambio fundamental en la formación de la opinión pública». Y ha advertido de que «sin una formación de la opinión pública adecuada no habrá una democracia representativa que funcione y ello generará un aumento del populismo y  una disminución de la conciencia social».

Este contexto, dominado por la confusión, propicia, en su opinión, un caldo de cultivo para la expansión de la posverdad y las fake news  en el que es cada vez más difícil distinguir «lo bueno de lo malo, lo auténtico de lo que no lo es». Sobre la posverdad ha dicho que no son exactamente «las mentiras de siempre» y ha explicado que en la Real Academia, donde se discute su definición, se considera que este concepto se identifica con «una verdad emocional», que no se basa en hechos objetivos sino en las  emociones de quienes las emiten y de quienes las reciben. «Es  una verdad ficticia, impostada, basada en hechos alternativos, como dirían los portavoces de la Casa Blanca». Sobre las fake news ha explicado que son «noticias disfrazadas» y ha atribuido su origen en la respuesta de los movimientos antisistema al poder constituido. Cebrián ha remarcado que en el mundo de Internet «la regla no es la ley sino el software».

Estos fenómenos, que están contribuyendo a la configuración de la opinión publica, se han visto en las recientes elecciones francesas y alemanas o en el referéndum ilegal de Cataluña, ha detallado Cebrián, quien ha subrayado que cabe sospechar que no solo los rusos han intervenido en estos procesos mediante la propagación de noticias falsas. «Existen otras potencias internacionales con capacidad para actuar, como Estados Unidos, China, Irán o Israel»,  ha remarcado al tiempo que lamentaba que en Europa no haya ningún país con la suficiente capacidad para realizar operaciones de este tipo.

Lo característico de estas «guerrillas cibernéticas» es que «sus intervenciones no son ideológicas», sino que su objetivo es generar confusión, no saber distinguir entre lo que es verdad y mentira, lo que provoca una pérdida de credibilidad sobre la naturaleza de las noticias», ha subrayado. Con cierto pesimismo, el presidente de PRISA ha afirmado que vamos a convivir durante mucho tiempo con este fenómeno y ha confiado en que los medios tradicionales sean capaces de desarrollar un sistema que garantice el rigor y ayude a reconocer la veracidad de las informaciones que fluyen por la Red. Para avanzar en esta dirección ha reclamado a las autoridades públicas que entiendan este fenómeno «con un problema de funcionamiento de la democracia», toda vez que la debilitación de los medios tradicionales afecta muy negativamente a la conformación de la opinión pública. «Si desaparecen los diarios tradicionales, desparecen los periódicos tradicionales, desaparece la libertad de información», ha alertado.

¿Cómo podrán sobrevivir estas cabeceras? El presidente de PRISA ha sostenido que pagar por los contenidos digitales no está demostrado que sea la solución y ha puesto de manifiesto que hoy en día se está produciendo una convergencia de medios que se manifiesta en casos como el de la BBC, que también ofrece información escrita, o EL PAÍS, que difunde noticias a través de una televisión.

Para garantizar la independencia informativa de los medios de PRISA, Cebrián se ha referido a la creación de una fundación, de la que dependerá el consejo editorial del grupo editor de EL PAÍS y dijo que esta institución tiene como objetivo garantizar la autonomía de decisión de los periodistas y directores de los distintos medios de PRISA. Este proyecto fue anunciado ayer durante la celebración de la junta general de accionistas de la compañía y está pendiente de su aprobación por parte del Consejo de Administración.

A preguntas de los asistentes, Cebrián ha señalado que su salida al frente de PRISA se producirá el próximo 1 de enero, cuando asuma la presidencia Manuel Polanco. Ha dicho que su relevo, que ya anunció el pasado octubre, era «necesario» y ha criticado las «estupideces» publicadas en torno a su sucesión en los confidenciales y otros soportes digitales.

Fuente: El País