Fuego amigo, revuelta palaciega, víctimas enterradas que seguían muy vivas, guerras de sucesión, la maldición del ‘número uno’, nacionalismos soterrados… La lista de causas que han podido incentivarla entrada en prisión de Carlos Ghosn podría ser interminable, como la imparable trayectoria del protagonista.

MÁS INFORMACIÓN

Aparte de crear la alianza de marcas de automóviles más exitosa de la historia reciente, y coordinar con puño de hierro el esfuerzo de tres actores secundarios hasta llevarles a rozar la cima del liderato mundial de ventas en 2017, este brasileño de origen libanés y educación francesa, ha sido, de largo, el ejecutivo más carismático, visionario y mediático del sector en las últimas décadas. Y es que sus aportaciones trascienden una capacidad de gestión excelente para adentrarse en la interpretación del futuro, primero como profeta de la movilidad eléctrica, luego como impulsor de la conducción autónoma, y ahora como mullidor de alianzas con tecnológicas de Sillicon Valley.

La sorprendente detención de Ghosn, en principio por ocultar ingresos al fisco japonés, y también por uso indebido de bienes corporativos, ha supuesto un terremoto en la industria. Y representa el último peldaño de una escalera interminable de crisis que se suceden desde el diéselgate, con investigaciones en marcha en varios países que afectan a ejecutivos y compañías, o sustos diarios —campañas contra el díésel, limitaciones de acceso a las ciudades o el reciente anuncio de pena de muerte de los motores térmicos— que amenazan su futuro.

Integración exitosa

Las posibles causas de la caída de Ghosn, que previsiblemente perderá la presidencia de Nissan el jueves, y de Mitsubishi algo más tarde (no tenía labores ejecutivas), pueden ser muy variadas, pero la sorprendente rueda de prensa de Hiroto Saikawa, presidente ejecutivo de Nissan Motor CO, la matriz, deja algunas pistas.

La primera y muy significativa, es que la investigación se activó desde la compañía, y tras detectar las irregularidades, pasó a las autoridades, lo que alimenta la tesis de revuelta palaciega. La segunda es el inusual protagonismo y dureza del ejecutivo japonés, que buscó colgarse la medalla de la lucha contra acumulaciones de poder como la de Ghosn, sin que se conozca anuncio previo alguno en esa línea. La tercera es que la caída del gran César no pone en peligro el futuro de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Y por último, la aparente transparencia de Saikawa en el acto, no debería ocultar que salvo echar balones fuera durante horas, parecía más pendiente de dar seguridad a inversores y clientes, sobre todo locales, que de aclarar las dudas de un escándalo mayúsculo.

Al margen de lo que confirme el futuro, la alianza franco-japonesa es un acuerdo entre empresas que sin llegar a la fusión total, ha alcanzado una integración tan avanzada en casi todos los campos estratégicos, que hace casi imposible una vuelta atrás.

Fuente: El País