El mercado de trabajo ha tenido un buen desempeño en 2018 según la encuesta de población activa, con un avance de 566.000 ocupados, el colectivo más numeroso en los cinco años que acumula ya el ciclo expansivo tras la gran recesión iniciada en 2008. Nada menos que un 2,98% ha aumentado el empleo, manteniendo un comportamiento reiterado más expansivo que el propio PIB, cuyo crecimiento se ha limitado en el año a una horquilla entre el 2,5% y el 2,6%. En paralelo, el desempleo ha descendido en 462.000 personas, un 12,3%, y ha dejado la tasa de paro en el 14,5%, muy lejos ya del 27% de los momentos más críticos de la crisis, pero alejado por igual del 8% de los mejores años de este siglo. Por tanto, un muy buen desempeño cuantitativo del empleo en 2018, pero envuelto en señales que revelan un comportamiento cualitativo mucho menos optimista, y abre unas expectativas mucho más críticas para este año.

El cuarto trimestre, con una aceleración importante en la generación de ocupación, revela que todo el empleo creado es a tiempo parcial, con fuerte destrucción del de tiempo completo, se concentra entre las mujeres y los extranjeros, y solo crece en la construcción y la agricultura, mientras desciende entre los hombres y en los servicios y la industria. Además, en su totalidad el saldo positivo de la ocupación se concentra en el sector público, con una caída en el privado, y registra por vez primera en el ciclo un aumento de la tasa de paro entre las personas de referencia en los hogares.

Todas estas señales alertan de un parón en las expectativas de las empresas generado por causas diversas que podrían, en caso de consolidarse, aplanar el avance de la ocupación en 2019. El propio Gobierno es pesimista sobre la evolución de este año, aunque más lo son el Banco de España y la mayoría de los analistas. Y las señales cualitativas de la EPA alertan de tal augurio. La industria, un motor poderoso de generación de trabajo en los últimos años por el tirón de la exportación, ha registrado pérdida de empleo en el año, y la tendencia al uso intensivo del tiempo parcial revela también un punto de escepticismo empresarial sobre el futuro de la actividad. La contabilidad nacional confirmará este giro cualitativo del empleo aflorando cuánto se ha creado a tiempo completo equivalente en el tramo final del ejercicio y en todo él, y seguramente cómo la tendencia camina hacia un avance inferior al del PIB. España lleva media docena de años sin hacer ni una sola reforma reseñable que estimule el crecimiento y el modelo podría estar agotándose; precisa, por tanto, un nuevo impulso para sostenerse, y no estaría de más lograr antes un consenso sobre el sentido en el que debe ir.

Fuente: Cinco Días