Los inversores con interés en Brasil pueden estar tranquilos, la política económica no está en manos del presidente. Como el propio Jair Bolsonaro les ha explicado este jueves a los 1.500 empresarios reunidos en São Paulo, él es solo un entrenador de futbolistas en los que confía. Y la política económica, ha reiterado el polémico mandatario, es asunto del superzar económico, Paulo Guedes. “La economía es suya, no indiqué a nadie. No interfiero” ha dicho a un auditorio que ha respondido con un aplauso cerrado. Bolsonaro y Guedes no han logrado llegar al foro de inversores con la reforma de las pensiones definitivamente probada, pero el ministro ha reiterado: “La democracia y los mercados son nuestra guía”.

El ultraliberal Guedes entró en el Gabinete del ultraderechista Bolsonaro con la misión de dar la vuelta a la economía brasileña. En su discurso ha presentado la llegada del presidente al poder como una revolución en toda regla para corregir la política económica. Un país con un economía cerrada, un inmenso aparato burocrático y un sinfín de normas. “Los Gobiernos anteriores pusieron la economía por encima del país”, ha dicho el ministro, que se hizo rico en el mundo de las finanzas y casi no tenía experiencia política. Desde su nombramiento está implementando una agenda para sanear las cuentas, desrregularizar, encoger la estructura del Estado, hacer concesiones y privatizaciones.

Coincidiendo con el foro, Brasil ha comenzado a licitar concesiones de explotación petrolífera. “Estamos quitando trabajas al petróleo, que lleva cinco años en el mar (sin ser explotado)”, ha remarcado. El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, ha asegurado que Brasil empieza a recuperar la confianza exterior. «En un momento que muchos países están mirando hacia dentro y cuestionando el comercio exterior, Brasil está poniendo en marcha una ambiciosa agenda de apertura económica e inserción internacional», ha dicho en un discurso en el que también ha recordado uno de los datos símbolo de la anquilosada economía brasileña. Una empresa requiere 2.000 horas anuales para pagar los impuestos, un récord mundial.

La reforma de las pensiones, la estrella de la agenda legislativa de este Gobierno e un paso imprescindible para frenar la sangría de las cuentas públicas, está a punto de concluir su procelosa tramitación parlamentaria pero por pocos días no ha llegado a tiempo. Aprobada en julio en la Cámara de Diputados con holgura, el plan es que el Senado celebre la votación final a partir del día 22 para implementar un profundo cambio en el sistema de jubilaciones que supondrá un ahorro de en torno a 900.000 millones de reales en una década (unos 200.000 millones de euros).

La clave es ver en qué queda el ahorro cuando la ley sea definitivamente aprobada. Esa es la señal que esperan los inversores. Aunque la tramitación ha sufrido diversos retrasos, que el Gobierno tenía contemplados, el motivo del último es cuando menos llamativo: la canonización este domingo en Roma de Irmã Dulce (hermana Dulce, la primera santa brasileña. “Soy católico, pero esto es un chiste. Hay tres aviones llenos de políticos que van a costa del contribuyente, retrasando 10 días la votación de las pensiones”, dijo el senador Major Olimpio, el jefe de la bancada del partido de Bolsonaro. La siguiente gran reforma económica, la tributaria, ya está en marcha,

El presidente ha mencionado el derrame de petróleo que ha llevado chapapote a más de cien playas del noreste y ha hablado de medio ambiente en general, un tema importante para los inversores pero que es también el que más críticas extranjeras le genera. Tras asegurar que pretende explotar la Amazonia “de manera sostenible”, ha reiterado su intención de regular la mineración informal. “Queremos legalizar el garimpo para los blancos, como dicen los indios, y para los indios”, ha recalcado este presidente que considera que las regulaciones ambientales, que han sido clave para la preservación del bosque tropical, son un corsé demasiado apretado. Su llegada al poder ha supuesto un enorme debilitamiento de la fiscalización ecológica. Precisamente la licitación petrolífera realizada este jueves supone, según los ambientalistas, supone un riesgo para una zona con la mayor biodiversidad marina del Atlántico sur.

Pero las enormes expectativas con las que los mercados recibieron a Guedes y a Bolsonaro —con subidas récord en la Bolsa— no se ha traducido en el crecimiento económico inicialmente esperado, en parte por la coyuntura internacional, y en parte porque el Gobierno se ha enzarzado en infinidad de polémicas y no ha mantenido una relación con el Congreso todo lo fluida que los modos políticos brasileños exigen. “El crecimiento ahora es sostenible, sano, no una burbuja artificial”, ha recalcado Guedes.

Fuente: El País