Como suele ser habitual antes de que comience un año nuevo Gobierno y empresas intentan acelerar todos los proyectos que tenían pendientes a lo largo del ejercicio que acaba para iniciar el siguiente con todos los deberes hechos. Y es lo que ha vuelto a ocurrir en esta ocasión. La gran banca española, como BBVA y Santander, iniciarán el año con una nueva cúpula directiva, aunque en el caso del grupo que preside Ana Botín la incorporación del nuevo consejero delegado, Andrea Orcel, tendrá que esperar aún unos meses, como mínimo hasta finales de marzo. UBS, banco en el que trabajaba hasta que le fichó Santander, ha reclamado que esté al menos seis meses sin poder trabajar en otra entidad financiera, una norma que exigen varias entidades financieras a sus primeros espadas.

Esta cláusula, denominada gardening leave (salvaguarda de salida), es un derecho que UBS ha activado para sorpresa del banquero de origen italiano.

BBVA, por su parte, recibió el viernes por la tarde el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE) a todos los cambios aprobados un día antes por su consejo, con Carlos Torres como presidente ejecutivo, aunque con menos poder que el saliente Francisco González, y al nombramiento de Onur Genç como consejero delegado, con más peso que el que tenía su antecesor.

La cesión de poder del presidente al número dos del banco ha sido una recomendación histórica del BCE y del Banco de España, que siempre han reclamado una gobernanza de contrapesos en la banca. BBVA también aprovechó estos cambios para dar un vuelco a su estructura directiva. Aunque en este caso las opiniones son variopintas.

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Algunos expertos alaban el giro del banco ya que consideran que con cúpula nueva es mejor un organigrama a estrenar con directivos elegidos entre el presidente y el consejero delegado. Otras fuentes, sin embargo, mantienen que los cambios son un pequeño despropósito, ya que se han cambiado de puestos a personas que hacían muy bien su trabajo anterior y han sido sustituidas por otras con perfiles inicialmente poco acorde con sus nuevas responsabilidades.

Entre los cambios que más han sorprendido ha sido el de Juan Asúa, uno de los directivos que más conocen el banco, ya que es uno de los pocos que se mantiene en la entidad procedente de BBV. Asúa queda fuera del organigrama ejecutivo, y pasa a ser consejero sénior del presidente. Con estos cambios Torres logra recuperar la confianza del BCE.

Su antecesor, Francisco González, nunca fue a una reunión al Banco Central Europeo, como nunca intentó mejorar sus relaciones con esta institución, que le había reclamado en varias ocasiones (aunque no pudo hacerlo de forma presencial) que cediese funciones a sus distintos consejeros delegados. Pero pese a estas positivas modificaciones, tanto el BCE como el Banco de España seguirán aún muy pendientes de la gobernanza de BBVA.

En este caso mantendrán su estrecha vigilancia en el consejo de administración del banco. Varias fuentes financieras conocedoras de todos los pasos del BCE y del Banco de España en materia de gobernanza aseguran que BBVA debería dar más protagonismo al consejo de administración que el que ha tenido hasta la fecha, pese a contar con un número elevado de consejeros independientes y ahora también con un contrapeso entre el presidente y el consejero delegado.

Estas mismas fuentes consideran que el actual consejo ha estado muy vinculado a Francisco González, entre otras razones porque muchos de ellos dependían económicamente de sus sillones en BBVA, razón por la que las críticas a sus planteamientos eran en algunas ocasiones muy laxas. Por ello, se prevé que el consejo de administración asuma ahora mayor protagonismo, sobre todo la figura de lead independent director o consejero coordinador, cargo que ahora ejerce José Miguel Andrés Torrecillas. Por ello no se descarta que en un futuro se produzcan cambios en este organismo, y que Jaime Caruana asuma el puesto de consejero coordinador. Fuentes de BBVA, sin embargo, mantienen que la renovación en el banco ya ha finalizado.

Las mismas fuentes financieras mantienen que no ocurre lo mismo en Santander. Pese a que su presidenta es ejecutiva, con la entrada de Orcel y el cambio de José Antonio Álvarez de consejero delegado a vicepresidente del consejo de administración del grupo y presidente de España, está totalmente compensados los pesos de la cúpula.

Además, cuenta con un consejo muy internacional que fue renovado en gran parte tras nombrarse a Ana Botín presidenta. Torres y Genç así tienen como reto una previsible renovación del consejo. Pero no es el único reto. Intentar dar un impulso al valor de la acción de BBVA es una de las principales preocupaciones.

Desde que González asumió la presidencia única en el banco, el 18 de diciembre de 2001 hasta el viernes pasado las acciones del grupo han caído un 66,12%, mientras que el retorno al accionista a través del dividendo ha descendido un 26,31%.

En el caso de Santander el desplome en las mismas fechas ha sido del 56,26% en el caso de sus títulos, aunque el retorno al accionista es positivo en un 20,30%. En el caso del conjunto de la banca europea la caída de la acción en igual fecha es del 67,70%, y la caída del dividendo del 38,75% (hay que tener en cuenta que en parte de esas fechas se produjo la crisis financiera con la caída de importantes bancos en Europa).

Otro de los grandes retos de BBVA es el geopolítico. Sus bancos en México y Turquía han dado más de un susto al grupo, dado los problemas en el tipo de cambio de sus dividas, la amenaza de la eliminación de las comisiones bancarias por parte de México o los problemas políticos en el mercado turco. Lograr rentabilizar su gran apuesta por la digitalización también forma parte de sus retos, aunque, fuentes del banco mantienen que poco a poco todo se va normalizando. Lo mismo que lograr impulsar el negocio en España.

Fuente: Cinco Días