Emprendedores y emprendedoras: bienvenidos al apasionante mundo de la inversión. Fondos de capital riesgo —los conocidos como venture capitals en el ecosistema— e inversores privados se lanzan a la caza de las mejores startups de las que esperan sacar una rentabilidad a largo plazo en caso de que su modelo de negocio triunfe en el mercado. Para una empresa de nueva creación en busca de la financiación necesaria para poder ponerse manos a la obra, la búsqueda de un mecenas que confíe en su proyecto no es una tarea sencilla. Unas no conocen cómo funciona una ronda de inversión y no saben por dónde empezar para dar a conocer su trabajo; otras abordan esta labor vendiéndose como una apuesta atractiva que se quedará con el primero que le enseñe el talonario. Pero aceptar dinero de desconocidos conlleva ciertos riesgos y provoca el temor a que los inversores terminen llevando las riendas de la compañía.

Las redes de business angels se postulan como una solución a algunos de estos problemas: se trata de organismos que ponen en contacto a emprendedores e inversores privados y que suelen permitir participaciones colaborativas, creando un modelo relativamente diferente del tradicional, con sus ventajas e inconvenientes.

La aceleradora Seedrocket tiene su propia red en la que cuentan con más de 120 socios. Cada año, organizan eventos de networking, campus de formación y sesiones de demostraciones en las que entre cuatro y diez startups se dan a conocer como nuevas oportunidades de inversión. El modelo de esta red es el habitual en este tipo de instituciones: cada socio invierte de manera individual y se queda con un porcentaje de la compañía invertida; la aceleradora no invierte ni intermedia y se limita a conectar.

“Ayudamos a las empresas a exponer delante de los inversores, pero luego son ellas las que tiene que conseguir convencerles”, reconoce Kasia Adamowicz, manager de Seedrocket. “Nosotros nos especializamos en startups TIC con un componente de innovación y una primera versión del producto desarrollada, pero cumplir estos requisitos no te asegura que vayan a financiarte”.

Aunque este tipo de organizaciones no aseguren una inyección de dinero rápido para las empresas, su función de filtrado de proyectos es una garantía de calidad para los asociados que da sus frutos. Según el último informe de la Asociación Española de Business Angels (AEBAN), que agrupa 40 redes en 13 comunidades autónomas que integran a cerca de 2.000 inversores, uno de cada cuatro confiaron en estas plataformas para decidir dónde depositar su dinero. Y es que invertir en compañía de otros business angels es la opción más frecuente: sucede en un 86% de los casos, de acuerdo al estudio.

La red de inversión de la escuela de negocios ESADE es una de las más destacadas de las que integra AEBAN. Aquí organizan foros con diferentes formatos para que más de 200 inversores puedan conocer una selección de los que consideran los proyectos más interesantes de los 600 que analizan cada año. La cuestión es filtrar y reducir la cantidad para encontrar la calidad, que sus asociados no sientan que están perdiendo el tiempo. “No solo les damos soporte y visibilidad; les ofrecemos formación para que puedan perfeccionar su carta de presentación”, aclara Fernando Zallo, director de la red. “Presentamos unos 90 en los foros y se termina invirtiendo en menos de 30. No nos interesa invertir en muchas startups, sino cubrir al máximo las rondas en las que intervengamos”.

Andrés Echecopar, inversor y exalumno de ESADE, se encarga de seleccionar proyectos para enviar a la red. Confiesa que, cuando empezó a jugarse su dinero apostando por nuevas compañías, perdió 75.000 euros en un año. “Yo sabía de inversión, pero el porcentaje de empresas que mueren es muy relevante. Hace falta mucha especialización y, para ello, una buena opción es invertir con más gente que sepa lo que hace y pueda valorar cosas que uno solo no perciba es fundamental”, explica

En las redes de business angels, es habitual que varios inversores participen en una misma startup. El mayor valor que se le puede sacar a este formato es conseguir crear una dinámica en la que, aunque haya varios inversores, exista un líder que represente al grupo en su relación con la empresa una vez financiada.

Emilia Vila, que fue estudiante de ESADE y dirige una startup que afronta su segunda ronda de inversión en esta red, reconoce que el mayor inconveniente tiene lugar si no se coordina bien desde el principio. “Si no se gestiona correctamente, puedes encontrarte con 10 o 15 personas que quieren opinar de las decisiones de la compañía y asistir a las juntas generales”.

Un error, insiste, que se subsana con una buena organización. “Cuando obtienes financiación, te estás casando con los inversores. En este modelo, no tiene por qué ser un problema, pero hay que saber sindicar”.

Fuente: El País