La compañía farmacéutica Almirall empieza a mirar desde la distancia al que ha sido uno de los años más críticos de su larga trayectoria (en 2018 cumple 75 años); una tormenta perfecta que al cierre del tercer trimestre (últimos datos publicados) había provocado que el ebitda registrase un retroceso interanual del 45,54%, situándose en 100,1 millones de euros, frente a los 183,8 millones de euros acumulados en los nueve primeros meses de 2016.
El desencadenante de la reciente crisis fue, en palabras de la propia compañía, una “combinación de acontecimientos inesperados en Estados Unidos”, que durante un tiempo tornaron el sueño americano de la empresa en una verdadera pesadilla.
En primer lugar, fue necesario asumir el importante deterioro del fondo de comercio de la filial americana Aqua Pharmaceuticals, por la mala marcha de las ventas; además esta misma compañía se vio afectada por un caso de uso inapropiado de un programa de asistencia médica en Estados Unidos y, finalmente, Almirall tuvo que hacer frente al impacto en las ventas del lanzamiento de un genérico en competición con su fármaco estrella para el tratamiento del acné, Acticlate.
El resultado fue que la compañía se vio obligada a hacer un profit warning con una previsión de rebaja de ventas de “doble dígito” (el ebitda en 2016 fue de 198,2 millones de euros). Almirall presentará el próximo día 26 el balance definitivo del annus horribilis que ha supuesto el ejercicio 2017. Sin embargo, una vez superados los peores momentos, vuelve a ganar preeminencia su fuerte capacidad de generación de caja. Desde Axesor le otorgamos un rating de BBB- con tendencia positiva, es decir con expectativas de mejora.
La apuesta de la compañía por la reorientación de la actividad para focalizarla en el segmento dermatológico afectará positivamente al negocio y al posicionamiento estratégico de los laboratorios. Una vez que se asienten en el conjunto del grupo las últimas adquisiciones corporativas (la italo-suiza Poli Group y la estadounidense Thermi, que ha permitido a la compañía entrar en el negocio de la medicina estética, ambas compradas en 2016), el desempeño de la compañía en términos financieros irá mejorando.
En este sentido, la propia firma ha destacado el buen rendimiento de los productos de Poli Group, con crecimientos constantes de doble dígito, mientras admite que Thermi está funcionando peor de lo esperado.
En todo caso, consideramos que la compañía presenta una sólida posición de solvencia y una holgada capacidad para atender sus compromisos de pago. De hecho, consideramos que Almirall se caracteriza por una adecuada autonomía financiera, con un nivel de capitalización donde los recursos propios representan el 54% de las fuentes de financiación.
Negocio respiratorio
Adicionalmente, la venta en 2014 al gigante británico AstraZeneca de los derechos de su negocio respiratorio por 2.095 millones de dólares permitió fortalecer el fondo de maniobra de la compañía, a la vez que sirvió para que la compañía se enfocara de una forma más decidida en el negocio dermatológico. Se trata este de un mercado donde Almirall está exhibiendo una gran eficiencia y rentabilidad, evitando la sobreexposición a un único producto. Las últimas compras corporativas efectuadas ponen en evidencia su apuesta por el crecimiento internacional en este segmento.
Y es que, precisamente, una de las asignaturas pendientes de Almirall es, en nuestra opinión, la concentración de recursos en el mercado español. El negocio nacional está marcado por un cierto riesgo normativo, derivado de las modificaciones legislativas orientadas a la contención del gasto sanitario y del impulso decidido a los genéricos.
Una vez que los problemas surgidos en Estados Unidos parece que están en vías de solución, la compañía tiene un amplio margen para crecer en el mercado internacional, mientras en España mantiene su posición de referente, con un portafolio de fármacos de gran calidad.
Fuente: Cinco Días