La segunda mitad del siglo XX significó la democratización del turismo en el mundo occidental. En el XXI surgen nuevos retos: conseguir que llegue a todo el mundo de manera sostenible, es decir, escalar, en el argot de las startup, y que rompa con lo anterior, la manida disrupción. Mientras los clásicos del sector se suman a la ola de transformación confiando en aliarse con startups, estas plantean modelos más llamativos y experimentales.

Las ágiles empresas de nueva creación imaginan un mundo de servicios desde el móvil; los gigantes quieren ser más rápidos y más rentables, más competitivos. En lo que sí coinciden es en el uso de ciertas tecnologías como catalizadores del cambio.

Acciones como que un robot traiga un cepillo de dientes a la habitación o subirse a un crucero mediante reconocimiento facial están cada vez más cerca. El sector tiene todos los ingredientes para ser la próxima gran industria que sufra una transformación sin marcha atrás. La intersección entre turismo y tecnología abarca desde la gastronomía a la movilidad, pasando por entretenimiento, hospedaje y cultura.

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El impacto de este movimiento se puede entender recurriendo a las cifras. El World Travel and Tourism Council considera que, a escala mundial, el sector de los viajes aportó más de 8,3 billones de dólares a la economía mundial en 2017 (7,4 billones de euros). El capital riesgo tiene sus ojos puestos en lo que llaman travel tech, con una inversión de 2.000 millones de dólares anuales en los tres últimos ejercicios (1.800 millones de euros).

En este contexto, Miami se encuentra a la cabeza de este ranking, con 338 millones de dólares de inversión. La ciudad donde siempre se vive de vacaciones se erige como capital de esta nueva impronta. Cuna del turismo moderno, puerto de cruceros y campo de juego de algunos de los mejores hoteles del mundo, Miami imagina cómo será el futuro de una industria que mueve gran parte de la ciudad y del propio estado de Florida, que cada año recibe más de 45 millones de viajeros.

Aquí nacen algunas de las startups dispuestas a disrumpir la realidad, ya sea acabando con los gigantes actuales, con un órdago a los hoteles como el que representa Airbnb o con alianzas y adquisiciones, como es el caso de Daycation o Boatsetter.

Pilares de la revolución del viaje

1. La inteligencia artificial para aprender del usuario y para dar un mejor tratamiento de los datos compartidos, especialmente en redes sociales.

2. IoT, entendida como una interpretación adecuada de los muchos sensores con que ya se cuentan, así como una nueva generación de máquinas conectadas capaces de dialogar con el consumidor.

3. La voz, con sus asistentes virtuales compitiendo por el trono, desde Siri a Alexa y Google; el proceso de lenguaje natural agilizará las reservas y mejorará fricciones con el intercambio de idiomas.

4. La automatización, es decir, la destrucción de tareas repetitivas para emplear el talento humano de manera más efectiva.

5. El blockchain (no podía faltar), como proveedor de soluciones de distribución

Movilidad y asistentes virtuales

La personalización, el crecimiento de las reservas de última hora o el móvil como amo y señor a la hora de contratar servicios, tanto básicos como adicionales durante el trayecto, son tendencias que han llegado para quedarse. Según las cifras del LAB Miami, organizador de Travel Tech, la gran feria del sector, en 2020 el 85% de las interacciones serán con un asistente virtual y el 57% de los clientes ven con buenos ojos que las ofertas personalizadas se basen en su comportamiento previo y sus preferencias.

Se podría tildar de aterrizaje forzoso. O de demolición controlada. Así es como las grandes corporaciones ya establecidas comienzan a coquetear con la tecnología rompedora, ya sea a través de fondos, aceleradoras verticales, acuerdos o adquiriendo directamente tecnologías para integrarlas en sus servicios. Todas las fórmulas son válidas con tal de ponerse la día y evitar que se marchite la gran empresa, que muera a manos de pequeños ejércitos ágiles y agresivos. En esta guerra de guerrillas los grandes toman posiciones.

Por eso no extraña el caso de Renfe, que ya ha llevado a cabo un programa con el método de Wayra, la incubadora de Telefónica. O Metro, la aceleradora de Techstars en Berlín dedicada por completo a hospedaje. Tampoco que Kike Sarasola comprase Alterkeys para formar parte de BeMate, su herramienta para competir con Airbnb.

¿Qué buscan los inversores?

El capital riesgo es la hemoglobina del mundo startup. Ellos son los que financian, valga la redundancia, el viaje. Algunos de los especializados en esta vertical explican su estrategia de inversión y experiencia.

Suzana Chiu, Partner de Amadeus Ventures. “Buscamos buena gente que sepa de tecnología, pero abiertos de mente, que vengan con una valoración razonable. Tienes que creer que puedes ser un unicornio. Lo buscamos, pero los emprendedores son los primeros que tienen que creérselo”.

Amir Amidi, responsable de viajes de Plug and Play. Prefiere oportunidades entre fase semilla y ronda B. Es crítico con los resultados conseguidos hasta la fecha: “Faltan historias de éxito. No se escala tan rápido como en las fintech, donde se mueve mucho dinero y se pueden integrar fácilmente muchos otros sectores. En el travel tech falta apoyo en las primeras fases.

Matt Zito, socio director de la incubadora Travel Startups. Ofrece una media de 25.000 dólares a startups que, en general, son de B2B. De momento han incubado 21 compañías. “Vemos nuestra plataforma como una oportunidad de futuro. Invertimos en fases pre-revenue”.

Mark Farrell, Thayer Ventures. “Damos prioridad a cómo se comparte, porque ahí comienza el crecimiento. Sentimos que falta mucho apoyo en los primeros pasos. Queremos que nos vean como una manera de llegar a nuevos socios”.

El turista accidental

La estrategia de estos negocios asentados que miran por el retrovisor a las nuevas empresas se centra en explorar una de sus estrellas (el viajero de negocios), reforzar las experiencias, sobre todo en destino, y tener un mayor cuidado con la gestión de los ingresos.

El viajero profesional ya se ha acostumbrado a coleccionar puntos de trabajo para disfrute en sus vacaciones. Los bancos han creado tarjetas que se adaptan a su forma de gasto, pero todavía se puede dar una vuelta de tuerca para seguir sacando provecho a este perfil con cuenta abultada que no se paga de su bolsillo. Utpal Kaul, responsable de incubación y nuevos productos en Carlson Wagonlit Travel, intenta resolver el problema de la elección acotando las propuestas. “Un chatbot puede hacer lo correcto en el 60% de los casos. Lo sabemos, muchos empleos van a desaparecer”.

Inmersión en experiencias

Más allá de la fidelización de los programas de puntos, las experiencias sirven para crear relaciones sólidas. Vince Mota, jefe de producto digital en Royal Caribbean, explora estas posibilidades con una capa social que antes no se tocaba: “Viajar es una experiencia emocional. La gente quiere hacer algo especial”.

Carlos García arrancó en San Francisco HYP3R, una de las ‘startups’ que brillan y que ofrece servicios personalizados en tiempo real.

Amadeus, a sus 32 años, es una de la empresas más sólidas del sector en España. Más allá de los billetes de avión, gestiona más de 1.000 millones de transacciones de viaje al año, sumando reservas de hoteles, turoperadores, aseguradoras, alquiler de coches, billetes de tren, cruceros y ferrys. Controlan y automatizan el inventario con sistemas de software para ofrecer precios, búsquedas y compras en tiempo real a las agencias y dar servicios online al consumidor.

Un abanico amplio pero no suficiente ante la ola de innovación que llega al sector. En 2019 Álex Luzárraga, anteriormente responsable de estrategia corporativa, ha dado el paso para dirigir sus esfuerzos de futuro como cabeza visible de audiencia y destinos. Habla de los nuevos actores con mucho que decir: “En menos de 10 años, Uber, Airbnb, Priceline y Alibaba con Alitrip, además de los Google, Amazon y Facebook, han sacudido el sector. El reto es cómo nos adaptamos. Las reglas del juego ahora las marca el dato. Eso es lo que hace Netflix, por ejemplo, un uso muy refinado de la información del consumidor.

En los cruceros, por ejemplo, se trabaja mucho para saber qué tipo de consumidor busca cada experiencia concreta. Esto sirve también para derivar el flujo de visitas en un parque de atracciones según la demanda o el tiempo de espera”.

La nave SeaBubbles

Innovación abierta

Luzárraga apuesta por ver su empresa como un gran gestor de datos: “Tenemos que hablar de ello sin complejos”. Y en los últimos años han dado pasos en este línea. Su plan de innovación abierta cuenta con tres pilares: un fondo corporativo, que lleva invirtiendo desde hace cuatro años, un programa de asociación entre distintas startups y su red de empresas afines además de la propia Amadeus. Y las APIs, que permiten a terceros conectarse a su gestión de datos. “A las startups les interesa, para aliarse con una marca importante, tener acceso a nuestros clientes o recibir apoyo tecnológico”.

La innovación interna se enfoca en acuerdos B2B, con aplicaciones de big data, así como IoT. “Con tracking de pasajeros, mapas de calor para saber por dónde pasan, recurrencia, análisis de comportamiento”, desgrana.

Luzárraga trata de encontrar un equilibrio entre la disrupción y la responsabilidad de una empresa cotizada con un legado: “No es fácil asumir riesgos en una compañía de más de 20 años. Se tiene otro tipo de agenda. Pero al mismo tiempo, me emociona. Estamos en una industria feliz que tiene ante sí el reto de ser sostenible”.

Seis ‘startups’

UNA ESTRELLA

SeaBubbles. Fueron la sensación durante la Boat Week en Miami, uno de los momentos más glamurosos del año, solo por detrás de Art Basel. SeaBubble, nacida en París, es un barco volador, o mejor dicho, que planea (en la foto). Eléctrico, limpio y sin ruido. Por ahora cuentan con seis modelos para seis pasajeros y el conductor. Su plan es conseguir más fondos para usar esta solución con fines turísticos y para aliviar el tráfico en muchas ciudades.

La nave se propulsa gracias a sus afiladas láminas inferiores, de modo que consume menos y evita cualquier movimiento de olas.

Su fundador es Anders Bringdal, cuatro veces campeón del mundo de windsurf. No es pública, pero ya tienen una aplicación para poder pedir que venga una de estas cápsulas a buscarnos, como si fuera Uber. Bringdal fantasea con la idea de usarlo en Sevilla y en la Bahía de San Francisco. 

PROMETEN

Alterhome. La alternativa a Airbnb made in Spain, Chema González vuelve a la carga. Tras vender Alterkeys en 2015, solo cuatro años después de crearla tras mudarse de Londres a Madrid, vuelve a emprender. Entonces operaba en 42 países y pasó por Lanzadera, la incubadora de Juan Roig. Ahora emprende para crear un sistema de gestión de alquileres temporales con tinte profesional. O como dice él: “Un apartamento con los servicios de un hotel”. Cuenta con 53 empleados, 160 inmuebles gestionados en Madrid y una facturación de seis millones de euros en dos años. Su meta es conseguir una ronda de financiación de cuatro millones de dólares (3,6 en euros). En 2019 se estrenarán en Sevilla y Málaga. Esperan tener presencia en América Latina antes de final de año.

HYP3R. Permite conocer mejor las opiniones de los clientes y tener cortesías al momento. El ejemplo más clásico, llevar champán a una habitación si se sabe que están de luna de miel.
Carlos García, de origen portorriqueño, que comenzó su empresa en San Francisco, considera que la localización es la siguiente frontera del marketing, sobre todo para experiencias que se comparten en tiempo real. Entre sus clientes está la cadena de hoteles Marriott. Su última ronda fue de 17 millones de dólares (algo más de 15 millones de euros).

DayCation. Un día es un día. Algo fuera de lo normal, esa es la propuesta de DayCation, que permite acceder a los servicios de los mejores hoteles de las ciudades sin necesidad de ser huésped. La startup nacida en Miami ya se expande más allá de Florida. Su plan es captar hoteles de lujo dispuestos a obtener ingresos extra gracias al consumo de servicios adicionales: cócteles, masajes, sesiones de belleza… Dan un uso adicional a un recurso existente.
Matt Boney lo dejó todo para comenzar esta aventura: “Muchas veces se confunde la misión del hotel con pasar una noche allí. Creo que en el futuro va a ser al contrario. Los hoteles van a ser conectores sociales de las ciudades. Vamos a ayudar a que alcancen todo su potencial”.

BoatSetter. Salir en barco sin tener que comprarlo. Boatsetter permite alquilar directamente a particulares o empresas. La startup con sede en Fort Lauderdale ya ha hecho su primera adquisición estratégica en Ibiza, una de las localizaciones con más demanda. Jaclyn Baumgarten abrió la empresa vendiendo su piso y poniéndolo como capital inicial. Si ella no creía en lo que hacía, ¿cómo lo iban a hacer los inversores?, pensó. Su última ronda de inversión fue de 13 millones de dólares (11,5 millones de euros). Hacer accesible esta forma de recreo y ofrecer beneficios para el propietario, que recupera dinero gracias a tener más días funcionando la embarcación. El propio Airbnb los ha incluido dentro de las experiencias de su plataforma, por medio de un acuerdo que permite alquilar directamente el barco.

GetaBed Suite. Nacida en Guadalajara, la ciudad más techie de México, pretende ser una alternativa a las reservas tradicionales de hoteles y contrarrestar el efecto de Airbnb. A través de la plataforma se incentiva la reserva directa por parte del consumidor, sin intermediarios. Aporta así una opción de obtener más ingresos a pequeños hoteles independientes en América Latina, donde representan más del 70% del inventario. 

Fuente: El País