Los bancos no son los únicos proveedores de liquidez para las empresas. Grandes grupos como Gestamp o El Corte Inglés y también medianas compañías como Galletas Siro, la porcina Jorge o la aerolínea asturiana Volotea han realizado emisiones en el Mercado Alternativo de Renta Fija (Marf), una herramienta para captar recursos financieros a través de la emisión de títulos de renta fija. En los últimos cinco años, el Marf, bajo el paraguas de Bolsas y Mercados Españoles (BME), ha crecido un 222% y en la actualidad el saldo vivo de los pagarés y bonos en circulación rondan los 3.300 millones de euros.

“Hay un objetivo político clarísimo en Europa de fomentar la financiación de las empresas en los mercados, algo que es compatible con otro tipo de fuentes. España siempre ha sido un país muy bancarizado y con el Marf estamos consiguiendo diversificar esa financiación”, reflexiona Gonzalo Gómez Retuerto, director de renta fija en Bolsas y Mercados. BME ofrece a las empresas a través del Marf distintos productos en función de las necesidades. A más corto plazo se sitúan las emisiones de pagarés, con intereses entre el 0,2% y el 1%. En emisiones de bonos a medio plazo los tipos que suelen pagarse se elevan al 3,5% o 4%, aunque se han dado casos de emisiones al 7,5%. También hay un apartado específico de “bonos por proyecto”, para financiar estructuras viarias o energéticas. A partir de emisiones de 100.000 euros, 57 empresas han utilizado el Marf para conseguir liquidez en sus cinco primeros años de vida. De ellas, el año pasado 12 lo hacían por primera vez y otras renovaron emisiones de 2014, como Copasa, Audax, Elcano o el grupo Ortiz.

Una forma de financiarse sin ir al banco

La colocación de estos títulos, explica Gómez Retuerto, se realiza entre inversores cualificados, “desde fondos de inversión hasta compañías de seguros, fondos de pensiones, banca privada, bancos u otras empresas con excedentes de liquidez. No hay limitaciones por tamaño o condiciones financieras de otro tipo”. Aunque todavía tiene bastante margen de crecimiento, durante estos cinco años el Marf ha logrado canalizar 12.750 millones de euros en financiación, recuerdan desde Beka Finance, una de las entidades directoras más activas en este mercado. Carlos Stilianopoulos, director de la firma, apunta que realizan el 25% de todas las colocaciones. “En cada una de nuestras operaciones participan entre 15 y 30 inversores. Solemos trabajar con empresas medianas, que pagan cupones del 3,5% al 6,5%”.

Tino Gómez, socio de Arcano y responsable de emisiones en renta fija, asesora a compañías medianas o grandes, fundamentalmente españolas, “con beneficios operativos mínimos de entre 10 y 12 millones de euros. De tal forma que se pueda emitir un bono de tamaño suficiente para que tenga interés”. Cree que no se ha visto el techo en la financiación alternativa a la bancaria. “Las compañías no industriales cotizadas en el Ibex tienen más financiación a través de bonos que de bancos. Eso era al revés hace cinco años”. Grandes patrimonios y fondos de pensiones, recuerdan, tienen una parte muy importante de sus carteras, entre el 70% y un 80%, invertidas en instrumentos de renta fija.

En menor medida, GVC Gaesco también han realizado colocaciones. Jesús Muela, su subdirector, cree que aporta muchas ventajas, tanto a las empresas medianas que no cotizan y no tienen los mismos mecanismos de financiación que las grandes, como para compradores de esa deuda que buscan rentabilidades por encima del mercado. “Es un instrumento muy eficiente, los procesos de renta fija son más sencillos que los de renta variable y está funcionando bastante bien”. Exceptuando una pequeña emisión de Adveo, en concurso de acreedores, no ha habido problemas de morosidad en el Marf. Además, se han ido flexibilizando las condiciones de emisión: se ha suprimido la exigencia de contar con un rating que podía costar entre 25.000 o 30.000 euros; y no es necesario que la empresa que emite bonos o pagarés presente cuentas sin salvedades de auditoría. Aun así, y más allá del pago de intereses, hay que contar con otros gastos de emisión, como el que cobra el operador de Bolsa (BME) y los asesores registrados. “En nuestro caso son tarifas muy competitivas. Listar un bono en el Marf de 50 millones de euros puede costar alrededor de 5.000 euros”, valoran en BME.

En cuanto a los intermediarios, son reacios a dar sus tarifas. “Dependen de cada empresa, pero por un mismo riesgo van a cobrar tarifas similares”, calcula Muela.

Fuente: El País